Nombrar lo real es imposible. Con esta frase comienza el libro Cosas sin nombre de la poeta y activista peruana Violeta Barrientos; libro publicado por la editorial limeña Álbum del Universo Bakterial (AUB). Pero también podría ser una suerte de explicación del porqué la forma, el diseño y el contenido son elementos indisolubles y tan relevantes en el catálogo que viene construyendo hace 22 años el editor Arturo Higa.
Como si solo el lenguaje escrito fuese insuficiente para nombrar la enorme diversidad de la realidad en la que vivimos, el proyecto literario liderado por Arturo —también poeta y diseñador gráfico— ha puesto en el mismo nivel de relevancia los otros aspectos que conforman el objeto del libro y con ello le ha dado un giro estético y editorial a un género al que le cuesta entrar en los circuitos de librerías, listas de ventas y festivales literarios pero que es identitario en el país vecino.
«Arturo es un editor capaz de pensar las dimensiones del texto, tanto la verbal como la plástica. El libro se vuelve así un continente capaz de llenarse de significados en por lo menos tres lenguajes: el literario propiamente, pues Arturo hace la edición de mesa tradicional; el lenguaje del diseño, que piensa las marcas gráficas y conceptos visuales para que signifiquen o resignifiquen el hecho poético; y el de la producción editorial, que se sirve de los procesos de la industria gráfica para un diálogo de armonías y contrastes. La maravilla es que apunta siempre a la poesía, separándose de lo decorativo o de la trampa del libro-objeto», explica el escritor peruano Jerónimo Pimentel sobre el proceso integral de trabajo entre autor y editor en AUB.
Jerónimo es periodista, editor y actualmente dirige la filial de Penguin Random House en Perú. Con una larga trayectoria en medios y editoriales, ha convivido desde muy temprano con el oficio de la escritura y la edición; es hijo del poeta Jorge Pimentel (considerado por Roberto Bolaño como un vanguardista y uno de los grandes poetas de nuestra era) y proviene de una familia materna de bibliotecólogas. Jerónimo ha confiado cuatro de sus obras a AUB: A menor, Al norte de los ríos del futuro, La muerte de un burgués y Frágiles trofeos.
Perú registra poetas trascendentales en la historia de su literatura: Blanca Varela, César Vallejo, Antonio Cisneros, Javier Heraud, por mencionar algunos, y la tradición se sigue replicando en la actualidad con destacados poetas que han encontrado en Álbum del Universo Bakterial la mejor vitrina para exhibir sus poemarios, ya sean estas obras inéditas como el primer poemario de Paula Bruce Rheineck, Abrumada de Ál, o libros que se leen en vertical como el del joven poeta Mateo Díaz Choza, Precipitaciones.
Lo que partió siendo una aventura editorial de autoedición se ha transformado con el tiempo en una colección de 52 libros que ha trascendido fronteras de la mano de su otro proyecto paralelo, la agencia de diseño gráfico editorial llamada Sputnik que creó en 2007. Con ella, como si de un satélite se tratase, Arturo ha viajado y exhibido su trabajo en exposiciones en España, Brasil, Colombia, Uruguay y México, y participado en encuentros internacionales de literatura en el mercado iberoamericano. Hace algunos años, en 2013, Arturo Higa participó de la mesa redonda Libro objeto: la trinchera del libro en papel como parte de las Jornadas Profesionales de la Feria Internacional del Libro de Santiago.
A propósito de eso comenta: «Aun cuando llevo unos 20 años como diseñador gráfico editorial, pienso que el oficio que mejor me representa es el de editor de poesía con Álbum del Universo Bakterial. Además de sentirme retado como lector, te involucras en la sensibilidad y la escritura de cada poeta hasta volverte transparente. Cuando se piensa en el trabajo de edición existe una inquietud fundamental: cómo lograr que el espacio privado, o solitario, de la hoja manuscrita continúe su trayecto y logre la amplitud del espacio público, o colectivo, del papel impreso. La edición también se ocupa en identificar los atributos de una escritura específica y termina por proponer a través de los sistemas visuales de composición tipográfica la legibilidad del proyecto al pasar de cierta dimensión manuscrita digital al espacio físico del libro impreso».
En AUB todos los ejemplares están numerados, como suelen estar las obras de arte, los libros tienen acabados que están cuidados al detalle; son cuadernillos cosidos, encuadernados y encolados con lomos descubiertos, en donde el diseñador juega con las cajas de texto y la tipografía. Y un dato curioso: cada edición es siempre de 301 ejemplares impresos y el nombre del autor del libro nunca se pone en la portada.
Su primer libro fue Cielo extenso, una aventura del verano del 2002 que estaba teñida por el ambiente de cambio y diversidad que ofrecía el nuevo milenio. En el circuito peruano aparecían por ese entonces editoriales independientes como Estruendomudo, Lustra, Solar, Matalamanga. Y AUB se levantó como un proyecto desafiante, que iba en contra de las superestructuras de producción más tradicionales en el Perú. «Tenía ganas de experimentar en formatos», recuerda el editor, quien venía de estudiar literatura en la Pontificia Universidad Católica.
Como se trata de un proyecto muy personalizado, artesanal y con un punto quijotesco, Higa ha venido publicando intermitentemente: durante 2002-2010 publicó 23 libros y luego entre 2010 y 2017, publicó solo 5 libros en 8 años, por diferentes razones. Sin embargo, la pandemia del coronavirus activó nuevamente la editorial y desde entonces han publicado 24 libros nuevos.
Desde entonces, ha sumado al catálogo textos como Estrella doble, de Alejandra del Valle, Una doméstica impugnación del infinito, de Oswaldo Chanove, Las arqueólogas, de Mirko Lauer, Las edades, de Teresa Cabrera Espinoza, y Ciclo del Partido de la Caridad, de José Carlos Yrigoyen, entre otros.
A lo largo de las dos décadas en que Arturo Higa ha estado piloteando esta nave, ha tenido momentos luminosos, aquellos que tienen relación con los procesos editoriales: «Evaluar un manuscrito, llenar de anotaciones los primeros impresos, leer en voz alta, pasar el archivo a un formato de diseño, calzar la extensión del verso en una caja de texto. Podría enumerar muchos momentos en esta secuencia que desea que la escritura, el diseño editorial y la producción gráfica sean un texto para ser leído», explica.
La proyección de la editorial a futuro es la de seguir manteniendo la sostenibilidad a través del sistema de suscripciones que AUB implementó desde el año 2021, lo que le permite el financiamiento de 6 títulos por año, además de la (lenta) retribución que puedan recibir de la distribución en librerías locales.
Eso y seguir en el espacio del aprendizaje, aprendiendo por ejemplo a convivir con lo digital, reconoce Arturo. Y confiesa: «A lo largo de los años he ido decantando mis intereses. Al principio pensaba que los libros que publicase deberían parecerse lo menos posible a un libro, quizás más a un CD, a una revista, a un catálogo o un libro de arte y ahora simplemente quiero que se parezca a un libro. No deseo ser clásico, pero sí quiero aspirar a una atemporalidad».
Lo que seguramente no cambiará es que en Álbum del Universo Bakterial podremos encontrar un espacio atractivo donde el lector se inquieta con la promesa de una escritura desafiante y un descubrimiento constante sobre la poesía peruana.