Jacobo y Mauricio tienen un taller donde imaginan, editan y publican libros muy particulares, sobre temas fundamentales e insospechados, libros que están a medio camino entre el ensayo literario y la memoria, y en donde cada título es la respuesta a una interrogante, a una idea o a un debate que ellos mismos tienen y que quieren instalar en sus lectores. Aglutinados en tres colecciones, sus libros también cuestionan y siembran la duda sobre diferentes temas: desde la experiencia del amor, la vida en la tierra después de vivir en el espacio, lo infraordinario, o bien el desafío de la edición contemporánea.
Decidieron correr el riesgo hace seis años (ambos habían editado libros y revistas durante más de diez años para distintos sellos, pero nada literario), escogieron quedarse en Querétaro, en el centro norte del país y publicar no ficción literaria desde la periferia. 2017 fue un año de evidente sequía en México, lo que les provocaba una especial añoranza por una atmósfera de lluvia que propiciase el buscar refugio y pasar tiempo leyendo. De ese anhelo e imaginario surgió el nombre del proyecto: Gris Tormenta.
Con el tiempo, la poesía de ese nombre también les termino valiendo para explicar que ese color gris —que no es ni blanco ni negro—, que huye de los extremos rotundos y que se aloja en ese punto intermedio donde las nebulosas dan pie a la creación, a la transformación y la innovación, calzaba perfecto con su proyecto editorial.
Decidieron ir a un ritmo poco habitual, publican en promedio cuatro libros al año. Trabajan solo con textos que ya existen —por tanto, no reciben manuscritos para lectura o publicación—, o escritos que encargan especialmente para aquel libro que han imaginado en su taller. En Gris Tormenta no iremos a buscar nuevos escritores, pero sí nuevas perspectivas. O nuevas definiciones.
¿Qué se puede decir del amor que no se haya dicho ya? En su reciente libro La experiencia del amor, doce autores dan una mirada interior a lo largo de su vida, donde la práctica supera a la teoría y lo importante del relato está, por ejemplo, en el inventario íntimo de la vida en pareja de la escritora Natalia Ginzburg (una de las principales escritoras italianas del siglo XX), o en cómo el sicoterapeuta británico Mark Vernon descubrió que el amor ha sido borrado de la memoria colectiva; de cómo la poeta y artista mexicana Carmen Boullosa se adentró en un verso ardiente de la escritora argentina Silvina Ocampo; está en saber si el amor realmente existe para la poeta chilena Elvira Hernández y que descubramos el grafiti más bello del mundo en el relato del también laureado poeta chileno Raúl Zurita; o en saber cuáles son las razones por las cuales el cubano Leonardo Padura ama la isla donde nació; está incluso en la advertencia que la amistad es la asesina del amor, del intelectual norteamericano George Steiner.
Y así es el viaje literario en cada uno de los veintiséis títulos que Gris Tormenta ha publicado. Como el vaticinio de ver una nube gris en el horizonte, el pronóstico puede ser desafiante e insospechado. De lo que sí hay certeza es que cuando llueve, la atmósfera cambia. Y Gris Tormenta vino a dar nuevos —y frescos— aires a la edición independiente mexicana.
Para Mauricio Sánchez, uno de los socios fundadores, la editorial ocupa actualmente un lugar que «conecta» elementos: autores, países, conceptos, ideologías. «A Gris Tormenta no le interesa tanto ser de un país, o de una lengua, sino explorar inquietudes muy particulares: inventar colecciones, inventar o congregar títulos dentro de esas colecciones, mostrar cómo es una editorial o un libro o un proceso de creación por dentro, explorar las posibilidades de ese libro, disipar dudas, profundizar dudas… Y para lograrlo usamos “todo” lo que está a nuestro alcance, para ir construyendo las colecciones del catálogo. Aunque tenemos un 35% de traducciones, que ya es mucho, evidentemente hay una tendencia hacia textos originales en español, pero eso tiene que ver más con límites financieros que con intereses fijos».
En el catálogo de la editorial queretana conviven solo tres colecciones: la primera, Disertaciones, reúne once libros que son antologías alrededor de una idea, textos de pensamiento grupal que intentan definir un concepto; la segunda colección fue llamada Editor, con hasta ahora doce títulos publicados que transmiten las historias que suceden en el backstage de la literatura. Una colección que ellos imaginaron sería mucho más de nicho y menos común que la de Disertaciones, porque son historias que suceden detrás del libro, es decir todo lo que pasa antes de que un libro llegue a una librería y sea abierto por un lector, pero que ha tenido un éxito inesperado porque nos ha permitido —a los lectores— entrar a la cocina de los editores y conocer los entretelones de sus recetas más preciadas. No se imaginan la cantidad de historias que hay detrás de cada libro.
La última colección presentada hace tan solo unos días lleva por nombre Paisaje interior y es una colección sobre la creación, sobre las obsesiones detrás de la creación. Gerald Murnane estrena esta colección con la traducción de su novísimo libro Última carta a un lector. A sus ochenta y dos años y en pleno confinamiento el escritor australiano decidió releer sus libros publicados con miras a realizar reportes de lectura para sus archivos personales. Pero el acto desencadenó una serie de reflexiones sobre la lectura, la escritura y su propia experiencia como escritor que terminaron en la publicación de este libro. Le seguirán en febrero de 2024, Suerte de principiante, del escritor mexicano Julián Herbert y luego El lenguaje del poema, en mayo de 2024, del poeta peruano Mario Montalbetti.
El escritor mexicano Luigi Amara ha dicho que la editorial Gris Tormena se asemeja en valentía y pasión a lo que sucede en los clubes de lectura, en donde se examina qué hay detrás de los libros, los entretelones e incluso sus zonas oscuras. Jacobo Zanella, el otro socio fundador, explica el proceso de la editorial: «Todo lo que hemos publicado hasta ahora son ideas que surgen y que después vemos cómo llevarlas a cabo. Es decir, lo primero que hacemos es imaginarnos el final para saber cómo su lectura responderá a eso que estamos planeando. Luego decidimos quién lo va a hacer, cuántas páginas va a tener, cómo se lo vamos a pedir, cómo lo vamos a controlar o si no lo vamos a controlar. O sea que primero se diseña, entre comillas, el producto final, y después nos vamos al inicio para ver la forma en que lo vamos a llevar a cabo».
Desde París, donde reside hace años, el escritor venezolano Rodrigo Blanco Calderón, recuerda su colaboración con Gris Tormenta y en particular su participación en Lo infraordinario, antología dedicada al escritor Georges Perec, en donde junto a otros quince autores narran su búsqueda y encuentro con este concepto descrito en el ensayo del autor francés. Para él aquel proceso que Jacobo Zanella recién comentaba, fue una relación fluida y amable entre autor y editor. «Cuando me contactaron la idea me pareció insólitamente específica e interesante», agrega Rodrigo. Algo que también comparte con el escritor chileno Diego Zúñiga: «Me dio alegría colaborar en esta antología. Perec es un escritor al que siempre vuelvo. Me gustan mucho las antologías que han armado, sobre todo la que editó Verónica Gerber Bicecci —En una orilla brumosa— que tiene unos textos muy geniales, sobre los vínculos entre artes visuales y literatura».
Jacobo y Mauricio reconocen tener una vocación congregante, algo que no muchas editoriales tienen. «Puesto que Gris Tormenta no publica ni manuscritos ni autores ni temas de tendencia, nunca le podríamos “robar” ni un autor ni un libro a ninguna otra editorial, así que se genera una atmósfera muy amigable alrededor: de manera desinteresada y auténtica nos sugieren ideas que nos ayudan a seguir creciendo».
¿Y qué es lo que más les gusta de ser editores? «El poder discutir “otras” cosas, probablemente. Tener amigos relacionados con los libros y las editoriales. Porque eso ayuda mucho al catálogo también: nos recomiendan textos y autores, opinan sobre las colecciones y los títulos que publicamos, y eso se aprecia mucho, porque nos hacen ver cosas que no habíamos visto».
Pero cuando se trata de inspirarse o ir en búsqueda de aquellos futuros libros el foco está en el azar más bien, en seguir el hilo de los intereses personales de cada uno de los editores: «Creo que los dos nos sentimos así: lectores realmente aislados, contentos de poder hacerlo. Una de las mejores razones para leer es que es un acto íntimo que no necesariamente puede o debe compartirse, no tienes que dar cuentas a nadie. No coincidimos en casi ninguna de nuestras lecturas, pero sí hay un área en donde se intersecan nuestros círculos de interés, y es ahí donde reside Gris Tormenta».