Al lado de la puerta de las librerías alemanas, es muy frecuente encontrar la figura de un elfo con cola de gato, de más o menos un metro y medio de estatura, sosteniendo una caja llena de pequeños libritos. Se trata de los Pixi Bücher —algo así como «libros de duende»— que, hace más de setenta años, se publican en Alemania.
Según cuentan en la exposición 70 Jahre Kleine Bücher, que durante enero de 2025 se pudo visitar en la Literaturhaus de Múnich, la idea fue del editor danés Per Hjald Carlsen, quien «quería ofrecer libros ilustrados de alta calidad al precio más bajo posible». Y lo logró, porque los libros cuestan 0,99 € y se han convertido en la lectura de antes de dormir, el contenido del calendario de Adviento o el regalo dentro de la sorpresa de cumpleaños de generaciones de alemanes. Pero, sobre todo —y esto es algo que los editores destacan—, es el primer libro que niños y niñas compran por sí solos. No cualquier libro: los más queridos escritores de literatura infantil de Alemania y del mundo, desde Michael Ende hasta Eric Carle o Cornelia Funke, han sido autores de un libro Pixi.
Y es que el objetivo de Carlsen, quien fundó su editorial en Hamburgo a principios de los años cincuenta, aplaudido por lectores y creadores, era tan simple como la forma de sus libros: quería «que la gente quisiera leer libros». Así que, como cuentan en la exposición, eligió el formato de 10 por 10 cm, con 24 páginas, que era el más barato de imprimir. «Los libros de duende personifican el arte de contar e ilustrar historias interesantes en un formato pequeño». Duendes, ratones, astronautas, princesas, piratas, futbolistas y monstruos: en setenta años, distintos tipos de personajes han encontrado un lugar en ellos.
Millones de libros
Quienes hacen estos libros conocen muy bien a su público. La exposición en Literaturhaus tiene en el centro dos filas de elfos, ofreciendo los pequeños ejemplares a quien quiera mirarlos; también colecciones de libros enmarcadas a la altura de los niños y una piscina en la que, literalmente, niños y niñas pueden nadar en un mar de libros. Muchas de las explicaciones están rayadas por los visitantes, que parecen realmente contentos en la celebración de este cumpleaños número setenta.
Mientras los niños intercambian los libros y piensan en su preferido, para ponerlo —en caso de que lo encuentren en la piscina— en una vitrina plástica junto a su nombre, los adultos podemos enterarnos de nuevos aspectos interesantes de esta historia. Como, por ejemplo, que el formato se diseñó pensando en que las 24 páginas pudieran imprimirse en un solo pliego. Siguiendo el mismo criterio —lograr un buen resultado conservando el precio barato— siempre se utiliza cuatricromía y se imprime, en grandes volúmenes, en distintas imprentas alemanas.
Y una noticia que podría animar a los editores locales: desde 1954, año en que se publicó en Alemania el primer Pixi Bücher, con el título Miezekatze —Gatito—, se han vendido más de 500 millones de ejemplares. Actualmente se venden unos 14 millones de libros al año, 64 de los cuales son nuevos títulos. Esto significa que cada semana se puede leer más de un nuevo cuento…
Silke Kleemann, escritora y traductora alemana, nos muestra su colección y nos habla sobre su relación con estos libros: «Tengo grabadas muchas de las imágenes de los Pixi Bücher, las del Oso Petzy, por ejemplo, que era una de mis series preferidas. Tanto que, como puedes ver, los libros tienen las tapas muy mordidas. Esas imágenes, que tanto miré cuando era niña, me conectan con una sensación muy agradable: ser pequeña, sumergirme en esos cuentos, que eran tan graciosos. Hay otro de un topo, que se asusta cuando ve el sol, que también lo recuerdo como si lo hubiera leído ayer».
A la colección —que guarda en una pequeña caja— se sumaron los libros que compró a su hijo: «La colección preferida de él era la de Bob Baumeister, un señor que construye cosas. Así que nos entreteníamos buscando en la caja del elfo, a ver si había llegado algún título nuevo. También los usamos alguna vez para el calendario de adviento. Creo que ha sido muy bonito poder compartir los recuerdos y el cariño por estos libros».
Si bien el formato de los libros que padres, hijos y abuelos han compartido no ha variado en setenta años, sí se han introducido algunas novedades, como el elfo que, según cuenta la exposición, se encarga de exhibir los libros en la puerta de las librerías desde el año 1994. En la actualidad, hay aproximadamente 5000 figuras repartidas en los países de habla alemana, cada una sosteniendo una caja en la que caben 500 libritos. El Pixi aparece también al final de cada historia, dando instrucciones para realizar alguna actividad relacionada con el cuento: desde cómo hacer una figura de corcho hasta una receta de galletas.
El formato del inicio se ha conservado, pero en la exposición se puede ver cómo el contenido y las ilustraciones han cambiado a lo largo del tiempo, sin permanecer ajenos a los cambios sociales. El último libro, del escritor Saša Stanišić y la ilustradora Regina Kehn, Ava auf einem Bein —Ava en una pierna— cuenta la historia de un niño inmigrante y su pequeño dragón, que cruzaron el desierto caminando. Ninguno de los dos puede sostenerse en una pierna, como sí pueden hacerlo sus amigos, Anouk y Ari, pero sí pueden sostenerse el uno al otro en los momentos tristes. El cuento lo conocerán miles de niños y niñas alemanes. Y quién sabe si a partir de él se sientan inspirados a sostener a otro… Sería otro de los tantos logros de esta pequeña —pero inmensa— colección que esperamos siga, por muchos años, cumpliendo el sueño de su creador: que todos los niños y niñas tengan acceso a los libros y puedan disfrutarlos.