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Tragaluz editores, donde ilustrar es otra forma de escribir

Paulina Retamales Por Paulina Retamales

En un Medellín donde solo había editoriales académicas, Tragaluz abrió una ventana para la edición lejos de la metrópoli y se convirtió en un refugio para todos aquellos proyectos marginados que no encontraban su sitio en el mercado tradicional. En ellos la ilustración es una convicción y una parte fundamental del texto; lo mismo la poesía, que le da forma y fondo a todos sus proyectos. [Créditos: Sebastián Herbiet]

«Esto para mí es una fiesta», sentenció –y vaticinó– el reconocido poeta colombiano fundador del movimiento cultural contestatario nadaísta, Jaime Jaramillo, cuando le propusieron ser el primer autor de una nueva editorial antioqueña llamada Tragaluz. La invitación consistía en hacer un libro de poemas ilustrados que tendría una edición especial, con tapa dura, recubierto por una tela roja y cosido artesanalmente, en donde la sobriedad del diseño se mezclaría con la sensibilidad de la poesía y de las ilustraciones del artista José Antonio Suárez Londoño. 

De ese libro de Jaramillo se imprimieron inicialmente pocos ejemplares, que se repartieron como regalo a las personas cercanas a la editorial. Pero el libro viajó de mano en mano y se compartió hasta el punto que tuvieron que hacer un segundo tiraje para distribuirlo en librerías. Ese primer proyecto se transformaría en una declaración de principios para Tragaluz editores, un gancho ineludible para conseguir un distribuidor importante y una guía de lo que querían hacer de ahí en adelante. Tres poemas ilustrados fue la primera de muchas alegrías que irían a celebrar.

Ese mismo año, Tres poemas ilustrados ganó el X Premio Lápiz de Acero en el área editorial y actualmente es el libro más vendido del catálogo. Han pasado diecinueve años y más de ciento cincuenta libros agrupados en trece colecciones desde ese entonces y sus fundadores, Pilar Gutiérrez y Juan Carlos Restrepo, no se ven haciendo algo distinto. Desde el primer momento decidieron que todo lo que publicasen sería ilustrado, independiente al género literario. «Éramos dos enamorados de los libros, Juan Carlos, diseñador e ilustrador y yo, comunicadora y escritora, por lo tanto, los hijos de los dos estaban destinados a estar compuestos por imagen y palabra. En esa decisión hay una mirada infantil del libro como objeto que se deja llevar por lo sensorial y a partir de allí se crea una idea del contenido de la publicación», confiesa la editora.

Esta pareja de curiosos, como suelen autodenominarse, Pilar y Juan Carlos, se conocieron en un club de escritura en la Biblioteca Pública de Medellín y después de quince años dirigiendo Tragaluz editores inauguraron un proyecto multidisciplinar llamado Casa Tragaluz en pleno barrio El Poblado; es la sede de la editorial, pero también «un refugio para los lectores, los dibujantes, los escritores y lectores que buscan un lugar apacible donde estar. También gestionamos jornadas de mucho movimiento para darle cabida a la música y el cine, para tener oportunidad de hablar sobre los libros, de hacer en compañía lo que nos acostumbramos a hacer en solitario», explican sobre el espacio.

Casa Tragaluz editorial colombiana
Casa Tragaluz, proyecto multidisciplinar ubicado en pleno barrio El Poblado. Créditos: Tragaluz editores

Desde allí y gracias a la experiencia que tienen con la ilustración, Pilar y Juan Carlos han liderado un programa de ilustración que cuenta con diplomados, cursos intensivos, un salón de ilustración anual (rueda de negocios) y una próxima residencia de ilustradores a nivel internacional. «Ilustrar es otra forma de escribir, enriquece el texto original y nos lleva a miradas que vienen desde la percepción de artistas profesionales en su quehacer», explica Pilar sobre su apuesta por la ilustración.

Como todos, comenzaron publicando lo que a ellos les gustaba leer y fue el mercado (y una férrea comunicación con sus lectores a través de las redes sociales) quien les fue indicando el camino y hacia dónde debían ir. Un camino que siempre ha estado iluminado por la poética, la que da el fondo y la forma a todas sus publicaciones, diría Juan Carlos Restrepo. 

El trayecto a lo largo de la consolidación del proyecto ha estado salpicado de momentos luminosos y festivos, como el que vivieron en 2021, cuando recibieron por parte de la Feria del Libro Infantil de Bolonia, Italia, el reconocimiento a mejor editorial de Centro y Suramérica. «Fue un gran regalo y se convirtió, también, en un gran compromiso por la excelencia. Es un premio que definitivamente fortalece y amplía las relaciones internacionales, es la mejor carta de presentación que se puede tener».

Imagen del libro Tres poemas ilustrados, escrito por Jaime Jaramillo y publicado por Tragaluz editores
«Tres poemas ilustrados», escrito por Jaime Jaramillo. Créditos: Tragaluz editores

A este reconocimiento se suman otros del ámbito nacional e internacional que celebran el diseño y el contenido de las publicaciones que hacen. Entre estos se cuentan las menciones previas en el Bologna Ragazzi Award, la inclusión en la esperada selección anual de White Raven y los catálogos del Banco del Libro de Venezuela, de la Fundación Cuatrogatos en Estados Unidos y de Fundalectura en Colombia.

Pero la realidad del proyecto también tiene sus lados oscuros y sus editores reconocen que el diálogo entre las funciones artísticas y las administrativas ha sido de los momentos más difíciles de gestionar: «por más románticos que seamos, una editorial independiente no deja de ser una empresa que debe ser rentable y por lo tanto requiere un manejo inteligente de sus recursos para garantizar la permanencia en el tiempo», explica Pilar.

Sobre todo, cuando la edición de Tragaluz escapa de lo convencional: tapas enteladas, encuadernación manual, libros en rollos que simulan ser papiros antiguos o libros triangulares, géneros marginales con difícil rotación en librerías, producir y distribuir a cientos de kilómetros de la capital…

Algunas de las autoras latinoamericanas más prestigiosas de literatura infantil y juvenil han publicado con Tragaluz y la experiencia es descrita como luminosa, tal como el significado de su nombre. Para la colombiana Juliana Muñoz Toro, el éxito de la editorial pasa por el cuidado que tienen en la edición de cada texto y en que es una editorial que toma riesgos. «Por ejemplo, con mi libro A la sombra de un naranjo propusieron un libro estilo papiro para dar cuenta de una historia que se sentía antigua y a la vez sin tiempo». Dos de los libros escritos por Juliana para Tragaluz, 24 señales para descubrir a un alien y Albina, han sido incluidos en la prestigiosa lista de libros infantiles y juveniles del catálogo alemán White Raven.

Portada de Albina, libro escrito por Juliana Muñoz, ilustrado por Bea Lozano, editado por Tragaluz editores.

Para las autoras chilenas Sara Bertrand y María José Ferrada la experiencia ha sido similar. María José publicó Las visiones fantásticas en 2017, un libro que ha sido calificado como un puente entre la realidad y la fantasía y que fue altamente recomendado para leer y compartir por Fundacultura en 2018. «Es una editorial que experimenta con los formatos y con los contenidos. En Tragaluz encuentras cosas que no sabes bien cómo clasificar y eso es un agrado. Por otro lado, me parece que no funcionan con la lógica de las novedades que resulta tan complicada para los libros que necesitan tiempo», comparte la autora.

Sara Bertrand entró al mercado colombiano —y al de las editoriales independientes— de la mano de Tragaluz y acompañada por el ilustrador chileno Francisco Olea, y aunque luego sus libros han circulado en otros catálogos colombianos, recuerda cuánto apostaron por ella y el rol clave de la editora: «Pilar es una editora muy exigente en el sentido no solo de imaginar el objeto libro, sino de pensar los libros en su contexto a nivel colectivo y social. Se han arriesgado con libros infantiles que tocan temáticas inusuales, necesarias para la formación lectora y el pensamiento crítico de niñas, niños y adolescentes», destaca la autora.

Y aunque los testimonios provienen de un género en específico, el de la literatura infantil y juvenil, el catálogo de Tragaluz es variado y con registros muy diferentes. Entre ellos destaca su colección de dramaturgia y la Colección Lusitania. Esta última dedicada a traducir a autores luso brasileños, clásicos y contemporáneos; en muchos casos dándolos a conocer en exclusiva a los lectores latinoamericanos con traducciones más cercanas que las que solían llegar desde España. Pessoa es sin duda el autor estrella y el motor de la colección, pero en la Feria Internacional de Bogotá que se celebra en el mes de abril sumarán nuevos textos, entre ellos Misericordia, una novela de Lídia Jorge y Gitanos, del brasilero Bartolomeu Campos de Queirós. Pilar, que además de editora es escritora, presentará también en la próxima Feria del Libro su nueva obra Solo tenías que darme la mano, un libro de arte con ilustraciones de Juliana Correa y una pieza sonora de la Sociedad Anónima del Sonido. Y así, la fiesta continúa para Tragaluz, porque tal como dice el escritor portugués, Afonso Cruz (autor del libro El pintor debajo del lavaplatos): «La última hoja de un libro es la primera del siguiente». Conseguir eso, lo es todo.

Detalle del interior del libro A la sombra de un naranjo, de la colombiana Juliana Muñoz Toro. Editado por Tragaluz.
Detalle del interior del libro A la sombra de un naranjo, de la colombiana Juliana Muñoz Toro. Créditos: Tragaluz editores
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Paulina Retamales

Periodista de la Universidad de Viña del Mar. Gran parte de su vida la vivió en España, en donde se graduó en las universidades Autónoma de Barcelona y Oberta de Catalunya. Encontró su pasión por los libros y el mundo de la edición dirigiendo la FILSA de Santiago. Cofundadora de la Corporación del Libro y la Lectura, en los últimos años dirigió la editorial Vicens Vives Chile. Actualmente es docente del Diplomado de Cultura escrita y fomento lector de la Universidad Adolfo Ibáñez.

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