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Jugar con las palabras y perder el miedo

Manolo López Por Manolo López

En esta nota, Gabriela Hill (Asistente Técnico de nuestra fundación) nos cuenta el caso de una niña que está pasando por un proceso: Del miedo, al placer por la lectura. Encontrar el libro adecuado ha sido la clave. Por Gabriela Hill En la escuela que tengo asignada hay una niña que aún no sabe leer,...

En esta nota, Gabriela Hill (Asistente Técnico de nuestra fundación) nos cuenta el caso de una niña que está pasando por un proceso: Del miedo, al placer por la lectura. Encontrar el libro adecuado ha sido la clave.

Por Gabriela Hill

En la escuela que tengo asignada hay una niña que aún no sabe leer, pese a que todos sus compañeros ya lo hacen. No tiene ninguna discapacidad, sino un grave problema de autoestima que la ha llevado a considerar de antemano que no es capaz de leer.

Durante el primer cuentacuentos, en la biblioteca,  ella se mostró muy interesada. Después de contar la historia, cuando llegó el momento de elegir libros,  ella corrió a la sección de adultos y eligió un texto muy gordo, sin ninguna ilustración, y me pidió que se lo leyera. No logró mantener la atención a la lectura. Se paraba y buscaba otro libro, y luego otro, y otro.

Después de abrir cuatro libros, le pregunté si podía elegir uno yo. Le leí dos que no atrajeron su atención. Finalmente, me decidí por Adivina divino adivinador (FCE) y quedó encantada. Leímos juntas y al rato ella tomó el libro para jugar con algún compañero, al cual le leyó las adivinanzas.

Conoce todas las letras, pero lee muy lento, dudando de sus conocimientos. Al mostrarle la posibilidad del juego con las palabras, ella ha reemplazado la gravedad e importancia en torno a la lectura y la ha transformado en un juego y un placer, esto ha permitido que descubra la lectura en un espacio libre y sin prejuicios.

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