Mauricio Amster —Polonia, 1907 – Chile, 1980— tenía una tradición. Cada año enviaba a sus amistades una postal para las celebraciones de Navidad y Año Nuevo que él mismo diseñaba. En 1976, con Chile en dictadura, envió a sus cercanos una postal con dos imágenes de un taller de imprenta y una cita de Charles Dickens: “Entre todas las invenciones, todos los descubrimientos en las ciencias y las artes y todas las realizaciones en el prodigioso desarrollo de la energía mecánica y destreza manual, es la imprenta el único producto de la civilización necesario para la existencia del hombre libre”.
La cita de Dickens revela el amor y la esperanza que Amster depositó en los libros, y explica el cuidado que dedicó a cada publicación que diseñó durante 40 años de trabajo editorial en Chile. Un trabajo que hasta ahora jamás ha sido cuantificado y que para algunos tampoco ha sido completamente difundido y valorado. Es por esto que, con la intención de dar a conocer la obra de Amster, a comienzos del año 2022 fue lanzado el sitio web Archivo Personal Mauricio Amster (APMA), con el apoyo del Ministerio de las Culturas, disponible en archivomauricioamster.cl.
“El archivo cuenta con varias joyas que permiten tener un conocimiento nuevo, más profundo, respecto a la vida y al trabajo de Amster”, dice el coordinador del proyecto, el compositor chileno Sebastián Jatz Rawicz, quien se convirtió en el heredero de Amster por la cercanía que su familia tuvo con la del diseñador polaco. El abuelo de Jatz, el tipógrafo Mariano Rawicz, fue amigo desde la infancia de Amster en Polonia y ambos buscaron coincidir en España y finalmente en Chile.
Aunque mucho se perdió después de la muerte de Amster en 1980, como la biblioteca que formó y varias de sus herramientas, el APMA cuenta con bastante material valioso, que nunca antes había visto la luz. Entre los documentos disponibles hay artículos, fotografías, correspondencia, el plano que Amster diseñó para su casa en Las Condes y cuadernos, algo que Jatz destaca particularmente. “Se trata de pequeñas libretas, escritas por su propia mano, donde Amster anotaba los encargos que recibía, cuánto se demoraba en hacerlos y cuánto le pagaban por cada uno. Son cuadernos que recorren años completos y sirven para entender cómo él trabajaba y seguir parte de su enorme producción, que no fue solo en el ámbito del diseño editorial, sino que también en el de la publicidad”, dice Jatz.
La vastedad de la producción de Amster —que llegó al país en 1939 como refugiado político desde España, donde estuvo 10 años— ha contribuido a que permanezca sin cuantificar. En Chile tuvo múltiples trabajos. Fue director artístico de Zig-Zag, realizando hasta tres libros por día, uno de los fundadores de la Editorial Cruz del Sur, gerente de la revista Babel, colaborador de Nascimento y desde 1950 parte de Editorial Universitaria, donde formó su más reconocido proyecto editorial.
Particularmente memorables son las audaces portadas de libros hechas por Amster, como la de María Nadie, de Marta Brunet; Patas de perro, de Carlos Droguett e Hijo de ladrón, de Manuel Rojas. “Queremos este año comenzar un catálogo de las portadas de libros hechas por Amster. No se sabe cuántas hizo exactamente, pero deben ser más de 1.000”, dice Jatz, al tanto de lo icónicas que han llegado a ser estas portadas.
Una nueva era
Educado en Alemania como comunicador gráfico, Amster revolucionó al llegar a Chile el panorama del diseño editorial por sus conocimientos e innovadoras propuestas. Entre otras cosas, practicó el fotomontaje, la manipulación de tintas, el rotulado y las acuarelas en las publicaciones que tuvo a su cargo y que, por su masividad, todavía es posible distinguir en ferias y librerías de libros usados.
Para Joaquín Contreras, tipógrafo y diseñador chileno —colaborador del APMA con su tipografía Romances, basada en la caligrafía que el diseñador polaco utilizó en el libro Diez Romances de Amor—, Amster es sin duda el diseñador editorial más importante de la historia de Chile. “En los años 40 había pocas personas en el país con la formación y referencias con las que Amster contaba. No existía el diseño gráfico contemporáneo, ni tampoco dónde aprenderlo. Era un espécimen único de diseñador moderno, sincronizado con Europa en un sentido estético y técnico, trabajando en este lugar del mundo”, explica a La Fuente. Los libros de Amster, agrega Contreras, son como “piedras preciosas” para los diseñadores, que siguen aprendiendo de ellos, y para investigadores del mundo editorial, ya que se trata de un un ejemplo muy relevante de una forma de diseñar que es arquetípica del siglo XX.
Contreras es también el responsable de Recuerdos de un bibliófilo, libro publicado por el sello Carbón el 2021, que recopila textos de Amster. “Se conoce a la figura, al mito y se ha analizado su obra de manera académica, pero no pública. Es decir, Amster ha permanecido entre entendidos”, explica Contreras sobre la intención de la publicación qué él se encargó de seleccionar, diseñar y prologar.
Una parte de Recuerdos de un bibliófilo está dedicada a recopilar comentarios de Amster sobre el oficio de diseñador editorial. En la selección propuesta —con textos tomados del libro Técnica gráfica, publicado por el polaco en 1955— , Amster se muestra como un diseñador riguroso, preocupado de hacer libros bellos, pero que sean leídos cómodamente y hasta con buen ánimo. Al referirse a la tipografía, por ejemplo, crítica el uso que le ha dado la publicidad, la que solo preocupada de vender productos, “ha cometido aberraciones y atentados a la belleza”; él, en contraste, considera que la tipografía debe ser “un arte sereno, con dignidad”.
La otra parte de esta pequeña publicación de sólo setenta y seis páginas, se enfoca en textos más bien personales de Amster. Varios de ellos sobre su participación en la Guerra Civil Española, publicados anteriormente en la revista Babel. “Era una época en que el hambre debilitaba el cuerpo, las alarmas interrumpían el sueño y el peligro alteraba los nervios. Se trabajaban jornadas sin descanso con dos platos de lentejas hervidas al día. Las noches sin luz estaban llenas de sobresaltos, aullidos y denotaciones. Salir de ello era el deseo de todos, pero no a precio de una claudicación. Se ponía cara al mal tiempo y se reía más de la cuenta para borrar el pánico”, dice una anotación de Amster.
Un diseñador en guerra
Mauricio Amster tuvo en España una activa vida política. Fue militante del Partido Comunista y participó de forma entusiasta durante los 6 años de la Segunda República, desde 1931 a 1939. Tanto fue su compromiso, que en julio de 1936, al estallar la Guerra Civil, trató de enrolarse como voluntario en las milicias populares para combatir directamente al fascismo; algo que no permitió su miopía. La participación de Amster en la guerra entonces fue a través del diseño de afiches y publicaciones en el Ministerio de Instrucción Pública y luego en la Subsecretaría de Propaganda.
“El camarada Mauricio Amster ha sido reclamado por este ministerio para efectuar trabajos bajo la dirección del mismo”, dice un volante perteneciente al APMA con el membrete del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes de España, fechado el 16 de enero de 1937. En este mismo archivo, bajo la categoría Segunda República, se encuentra todo lo que Amster guardó por décadas en un sobre con la palabra “Guerra” escrita afuera: cartas, afiches, salvoconductos, una agenda de contactos, postales y también fotografías en las que está vestido con su uniforme de miliciano.
Una popular publicación hecha por Amster durante este periodo en España fue la Cartilla Escolar Antifascista, de 1937, la que fue reeditada por la editorial barcelonesa Libros del Zorro Rojo el año 2021, coincidiendo con el aniversario número 90 de la Segunda República. La cartilla consiste en un silabario y un cuadernillo de ejercicios de aritmética, que permitió a un millón de soldados republicanos aprender a contar y a leer y a escribir. “Lu-cha-mos por nues-tra cul-tu-ra” y “ven-ce-re-mos al fas-cis-mo”, es posible leer en el silabario, que combina educación con propaganda política y arte de vanguardia.
El legado
Después de la muerte de Amster, el panorama del diseño editorial cambió para volverse más plano en Chile. “Cuando Amster fallece es notorio porque no hay otra persona que pueda reemplazarlo. Así de simple. —dice Contreras—. No tuvo aprendices y no formó una oficina de diseño. Luego, en los 90’s y 20’s es evidente cómo el efecto computacional, el Photoshop, la deformación de tipos se toman la escena. En ese momento no existía una cultura de la tipografía, no habían posgrados ni el diseño editorial era un tema. Tampoco existía la edición independiente, algo más reciente que ha sido parte importantísima de la renovación del interés por la visualidad del libro”.
Hitos en la recuperación de Amster han sido la creación del premio al diseño editorial Amster-Coré, por parte del Ministerio de las Culturas el año 2006; la exposición realizada el año 2009 en el Museo de Artes Decorativas de Santiago, que reunió una muestra de los libros diseñados por el polaco; y el lanzamiento del libro Amster, escrito por el docente Juan Guillermo Tejeda el 2011, publicado por Ediciones UDP. Sin embargo, a esto habría que sumar investigaciones académicas —Francisco Gálvez y Ángeles Briones son algunos de sus investigadores— y la labor de quienes se han influenciado por su trabajo, como estudios de diseño; entre ellos Cerro Press y Estudio Navaja, fundada por el mismo Contreras, junto a Nicolás Sagredo y Camila Jouannett.
Sebastián Jatz, finalmente, espera que el APMA contribuya a profundizar en Amster y a comprender su influencia. “En el sitio web nos gustaría también reunir testimonios, textos sobre Amster, además de su propia obra. Ser una especie de repositorio de información en torno a él. El año 1997 se hizo en España una exposición por los 10 años que estuvo Amster allá. En Chile en cambio, donde estuvo 40 años, nunca se ha hecho una muestra importante. Es necesario darle un lugar donde la gente pueda tener una visión más completa sobre él, que es parte innegable de la identidad cultural chilena”.