Iniciamos la segunda jornada recorriendo las principales calles del centro de Lisboa. El famoso Elevador de Santa Justa, así como la concurridísima Rua Garret, donde se puede visitar el café A Brasileira, emblemático lugar que recibió durante años a Fernando Pessoa y donde hoy figura una escultura suya, sentado en una mesa, escribiendo. Tras las fotos de rigor, decidimos trasladarnos hasta el segundo lugar que estaba en nuestra lista de lugares que no podíamos dejar de visitar: Casa Dos Bicos, en palabras de Pessoa, “una curiosidad arquitectónica que bien merece ser observada”.
Esta casa fue construida en 1523 y desde 2012 es utilizada por la Fundación José Saramago para ofrecer, entre otras actividades culturales, una exposición permanente sobre la vida y obra del también célebre escritor portugués José Saramago (1922 – 2010). Bajo un olivo que está frente a la casa, se encuentran enterradas las cenizas del autor de Ensayo sobre la ceguera (1995). Lo acompañan, en el suelo, la huella del elefante Salomón, protagonista de su novela Viaje del elefante (2008), y la frase “Mas não subiu para as estrelas, se à terra pertencia” (“pero no subió a las estrellas, si a la tierra pertenecía”), extraído de la última página de Memorial del convento (1982).
Frente a la casa, bajo un olivo, se encuentran las cenizas de José Saramago.
Créditos: María Jesús Blanche
En su interior, Casa Dos Bicos exhibe material audiovisual sobre el autor, así como también manuscritos e innumerables traducciones de su obra, además de la medalla que se le entregó en 1998 tras recibir el Premio Nobel de Literatura. Ese lugar, sin duda, es un espacio que sumerge al visitante en la contundente trayectoria de Saramago y da cuenta del alcance e importancia que tuvo su obra para dar a conocer la literatura portuguesa al mundo.
Luego de esta visita, nos dedicamos a recorrer el centro de la ciudad, caminando por la Av. da Libertade así como también por la Rua da Augusta que nos llevó al Arco de la Rua Augusta y a la Praça do Comércio, lugar donde se asentó el Palacio Real de Lisboa durante 200 años y que sorprende por su vista al estuario del Tajo.
Es ahí donde subimos al popular tranvía 15 que nos llevaría hasta Belém para visitar la Torre de Belém y el imponente Monumento a los Descubrimientos, frente al río Tajo. Construido en 1960 bajo el régimen del dictador Salazar para conmemorar los 500 años de la muerte de Enrique el Navegante, este proyecto representaba la idealización romántica de la exploración portuguesa. Pero más allá de su origen, los 52 metros de altura de este monumento sorprenden por su magnitud y los detalles que dan forma a las 33 figuras que rodean la estructura principal.
Aunque los lugares por visitar son incontables y exceden la extensión de este relato, el gran Monasterio de los Jerónimos viene a cerrar la ruta guiada por el poeta Fernando Pessoa, un lugar “inolvidable para el turista que lo visita”, considerado el principal monumento histórico de Lisboa y cuya construcción se inició en 1902.
Declarado Patrimonio de la Humanidad, en este monasterio se encuentran las tumbas de personajes célebres de Portugal, como las de Vasco da Gama, el poeta Luis de Camoes y el mismo escritor que nos guió durante este inolvidable viaje, Fernando Pessoa. Desde 1988, fecha en que fue trasladado a este lugar, lo acompañan los versos de sus más famosos heterónimos, uno de ellos, Ricardo Reis:
Para ser grande, sé entero: nada
Tuyo exageres o excluyas.
Sé todo en cada cosa. Pon cuanto eres
En lo mínimo que hagas,
Por eso la luna brilla toda
En cada lago, porque alta vive.