A partir de junio, Libranda —la plataforma española de distribución de libros electrónicos —comenzará a operar en Latinoamérica. Esto significa que a partir de junio, sitios de Internet chilenos permitirán la compra y descarga de e-books. Esta iniciativa, sumada a a la recientemente creada por Biblioteca Viva, que permite el préstamo de libros digitales, indica que el libro electrónico será un tema cada vez más relevante en la industria editorial chilena. Eso sí, es necesario advertir que Libranda no ha estado exenta de críticas. Pero vamos por el principio.
Gracias a Libranda, se podrán conseguir en Chile los cerca de 4.000 títulos que tiene esta plataforma en su catálogo. Los libros no se descagarán directamente desde Libranda, sino que desde las páginas de las librerías Antártica, Feria Chilena del Libro, Dbooks, Feria Mix y Bazuca. Además, se sumaran editoriales chilenas a esta plataforma (aunque ya hay algunas con libros electrónicos en Buscalibros) y desde junio, también, estarán disponibles en Latinoamérica y España libros digitales de autores chilenos como Alberto Fuguet, Alvaro Bisama, Pablo Simonetti, Diamela Eltit, Gabriel Salazar y Marcela Paz. Lo mejor es que estos libros estarán a la venta un 30% más baratos que en papel.
La peculiaridad de Libranda es que distribuye libros electrónicos a tiendas on-line; es decir, no vende directamente a los clientes. En su sitio explican: «El modelo de negocio de Libranda permite respetar la cadena de valor del libro, promoviendo la labor cultural de los autores y agentes, de los editores y de los canales de venta del libro”. Este intento de Libranda por conservar la industria del libro tal como la conocemos, ha sido uno de los aspectos más criticados. La ex-directora de la Biblioteca Nacional de España, Milagros del Corral, quien considera que Libranda es un fracaso, ha dicho sobre este punto: «Trasponer lo analógico a lo digital es tiempo perdido».
Otra de las críticas que se le ha hecho a Libranda es que su catálogo de libros electrónicos es demasiado pequeño. En gran parte, esto se debe a que existen todavía quienes se niegan a pasar al formato digital. Como anuncia la noticia de La Tercera: “Carmen Balcells, la agente más poderosa de la literatura hispana, no aceptó que ninguno de sus autores pasen al e-book. Es decir, en Libranda no hay libros de Isabel Allende, Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa, por ejemplo”.
Claudio Ruiz, presidente de la ONG Derechos Digitales, escribió una columna de opinión titulada “Las dificultades del despegue del e-book en castellano las crea la industria editorial”. Para Ruiz Libranda más que alentar el consumo de e-books, lo inhibe. Sus argumentos se basan en que Libranda cobra precios excesivos por los libros (en comparación con Amazon, por ejemplo), tiene un catálogo demasiado limitado y los e-books descargados no son compatibles con los dispositivos de lectura más exitosos: El Kindle y el I-Pad. Ruiz escribe: «…son tantas las trampas que instala en el camino el cercado mercado editorial que si el ejercicio es querer leer un libro electrónico en castellano es más probable que lo encuentre pirateado que en una tienda regular».
Aún es temprano para saber el real impacto que tendrá el e-book en la industria del libro (aunque ya hay quienes anuncian que va a sangrar). Lo claro es que en estos momentos se están dando pasos claves.
[Fotografía de Juan Manuel Pérez]