Un paseo visual entre viñetas puede ser la receta perfecta para comenzar a encantar a los niños con la lectura. Los cómics infantiles se posicionan con ingenio y sencillez como un medio atractivo para animar a más lectores, siendo nuestro mejor parámetro de efectividad la propia sonrisa o abierta carcajada, la cantidad de veces que leímos la obra y las ganas que tuvimos de compartirla. En la siguiente nota te presentamos tres de nuestros cómics favoritos publicados este semestre.
Preocupados por las moralejas y los aprendizajes que puede dejar un relato, a veces olvidamos que una buena historia para niños también puede simplemente divertirnos, sin ambiciones más profundas que lograr una carcajada. Porque hacernos reír también es un mérito por sí mismo. La destacada ilustradora israelí Rutu Modan nos recuerda esto con una historia que surge de una pregunta que ella misma formuló a su hija en alguna cotidiana discusión sobre sus modales en la mesa, ¿Qué harías si la reina de Inglaterra te invitara a cenar a su palacio?, desde ahí nos desprende un hilarante relato que lo logra: nos debatimos entre sonrisas y carcajadas con cada escena.
La cena con la reina (Fulgencio Pimentel e Hijos, 2017), de Modan, es un entretenido cómic que llega en español en edición tapa dura, apta para resistir todas las lecturas que nos anima a compartir. En esta sencilla obra conocemos a Nina, una niña cuyos modales a la hora de comer son motivo de discusión con su madre, quién la increpa planteándole una fantasiosa situación en la cual la reina de Inglaterra la invitase a comer a su palacio. ¿Qué haría Nina? Lo descubrimos cuando un lacayo de la reina llega en persona para invitarla a cenar y así compartir junto a un gran número de nobles invitados una inolvidable comida, junto a su majestad. Además de lo entretenido del relato, destaco la decisión de incluir un pequeño apartado con consejos dirigido a padres y educadores para leer cómics con los niños, invitando a aprovechar este formato para entusiasmarlos con la lectura en general.
A un ritmo distinto, pero con el mismo humor y fantasía, otro libro que nos saca sonrisas es Pequeño Vampir (Fulgencio Pimentel e Hijos, 2016), obra del dibujante y guionista francés Joan Sfar, que rescata una versión infantil del protagonista de sus títulos Vampir (Fulgencio Pimentel e Hijos, 2016) y L’Amour (Fulgencio Pimentel e Hijos, 2016): el vampiro Fernand. En sus primeras ediciones, dirigidas a un público más adulto, conocíamos a este extraño bebedor de sangre cuyas preocupaciones versaban principalmente de amor y pasión, en historias sazonadas con gran humor y picardía.
En Pequeño Vampir en cambio tenemos relatos que juegan con el absurdo, el humor escatológico y las aventuras de un grupo de extraños monstruos, encabezados por el pequeño vampiro y su amigo humano Miguel. Una fórmula graciosa compilada en un libro de generosa extensión que recaba en total siete relatos, los mismos que fueron adaptados a una exitosa serie animada y próximamente serán transformados en un largometraje, dirigido por el propio Joan Sfar. En lo visual el trabajo de Sfar es notable, con gran potencia estética y un estilo personal que se conjuga bien con el tono del relato, además de una paleta de colores que trabaja muy bien las atmósferas en que se mueven los personajes.
Ahora bien, no todos los relatos para niños se toman del humor para captar nuestra atención. Ejemplo de ello es la interesante obra Es tu turno, Adrián (Ekaré, 2017) de las autoras suecas Kristin Lidström y Helena Öberg, cómic que aborda los temores y vulnerabilidad de los niños, desde un reivindicador poder de la imaginación. Este relato está conformado por textos breves que nos guían por las rutinas de su protagonista Adrián, y su encuentro con el perro Niebla, que marca un quiebre en la óptica de la vida que estábamos siguiendo. Destaca especialmente el poder de las escenas ilustradas para transportar al lector al mundo interior del niño, retratado en vibrantes colores, que contrastan a las dificultades de la vida escolar ilustradas siempre en gris.
Es tu turno, Adrián es una obra sensible, que nos permite vincularnos fácilmente a las emociones de su protagonista y nos invita a reflexionar en torno a los sentimientos de Adrián, su soledad, sus relaciones en el colegio, sus sueños y temores. Puede servir quizás como una buena instancia para abordar estas áreas, de forma personal o a través de una lectura compartida que lleve a la conversación.
De distintas maneras -pero con la misma naturalidad y simpleza- los buenos cómics para niños nos otorgan la excusa perfecta para compartir relatos breves, que llegan de manera transversal a lectores de distintas edades y diversos intereses. Tal como nos aconsejaría Rutu Modan en el anexo final de La cena con la reina: los cómics pueden transformarse en una herramienta útil para fomentar no sólo el hábito, sino el placer por la lectura. Por tanto: dejémoslos junto a los juguetes, permitamos que los lectores más pequeños los hojeen una y otra vez, los lean o descarten según sea su ánimo. Lo más importante a la hora de leer y compartir una obra – sobre todo con primeros lectores – es simplemente disfrutar.