Destacamos la publicación de estos libros sobre tres grandes personajes fundamentales en la historia del siglo XX: la artista mexicana Frida Kahlo, el músico inglés John Lennon y el mítico guerrillero argentino Ernesto “Che” Guevara. Un libro álbum y dos novelas gráficas recrean la imagen icónica por la que los conocemos, para contar su historia una vez más, ahora en formatos que buscan llegar a nuevos públicos.
No es primera vez -y no será la última- que ilustradores y narradores se interesan por figuras como Frida Khalo, John Lennon o el Che Guevara, personajes fundamentales del siglo pasado, cuya obra y formas de vivir hicieron que sus rostros sean conocidos en gran parte del mundo, llegando a convertirse en íconos de nuestra cultura.
Podríamos discutir los distintos significados que representan estos personajes, pero nadie negaría ni la relevancia de su paso por la historia ni lo ampliamente conocido de las imágenes que los representan, que es, en parte, lo que implica su carácter de íconos.
Ícono quiere decir imagen, y el concepto solía referirse a la representación pictórica de personajes religiosos, principalmente del catolicismo, la cultura iconoclasta por excelencia. Hoy en día ese concepto -desprovisto de su significancia religiosa- sirve para señalar figuras y símbolos inconfundibles de la cultura popular, desde políticos y rockeros, hasta las imágenes en las que hacemos clic para abrir los programas de nuestros computadores.
Los íconos son abstracciones, imágenes que representan algo más, significantes de un significado: las flores, los chales y las cejas de Frida; el pelo largo y los anteojos de Lennon; la barba, el pelo y la boina del Che. En cuanto abstracciones y símbolos, estos personajes dejan de ser meros mortales, humanos que pasearon algún día por la calle y leyeron el diario mientras desayunaban en su casa. En cuanto íconos, su imagen deja de pertenecerles para pasar al orden del dominio popular, como una palabra o como una idea, mero significante que todos pueden reproducir para remitir su significado.
Tremendamente diversos, estos tres personajes tienen algo en común: la forma en que vivieron su vida, la obra y la lucha que entregaron, aquello que los convirtió en destacados de nuestra cultura. Es esta forma de vivir, esta obra que cada uno hizo con y de su vida, lo que inspira a las nuevas generaciones, quienes siguen buscando formas de actualizar sus legados y volver a dibujar las imágenes que los representan.
Che, una vida revolucionaria (Libro 1, el doctor Guevara) (Sexto Piso/Hueders, 2017) y Lennon (Kraken, 2016) tienen bastante en común. Ambos son adaptaciones de textos narrativos al género de la novela gráfica, y ambos intentan mostrarnos la otra cara del ícono: la forma más humana de estos personajes que se volvieron un símbolo y que ahora abundan como imagen en pósters y mercancías. Lo que se intenta en ambos trabajos es abarcar a estos personajes no tanto en su calidad de íconos, sino en su calidad de humanos.
Lennon logra este cometido, y para ello usa la metáfora de la terapia psicológica, donde el músico inglés acude a distintas sesiones –cada una correspondiente a un capítulo- para hablar de sus miedos, sus aprehensiones, los dolores que marcaron su infancia y los hitos que lo convirtieron finalmente en el músico mundialmente conocido, en una superestrella. Sus canciones son públicas y hablan de relaciones humanas, por lo que todos podemos ser tocados por ellas, pero la historia que hay detrás de la canción, los hechos concretos que provocaron las emociones que el ex-Beatle llevó a letras y canciones, son lo que el personaje Lennon cuenta a su psicóloga en la novela del francés David Foenkinos, con la adaptación a novela gráfica de Corbeyran y Horne.
Por su parte, la trilogía Che, una vida revolucionaria, dividida en tres volúmenes cuya segunda parte fue publicada este año, está basada en la biografía del guerrillero escrita por el periodista estadounidense Jon Lee Anderson, quien también busca contar la historia detrás del ícono, mostrar al hombre real detrás de los afiches, sin por ello olvidar lo heroico de la figura. El libro 1, El doctor Guevara (Sexto Piso, 2017), habla de los años en que el joven médico argentino comenzó su viaje por Latinoamérica para terminar zarpando de México en un barco cuyo destino era la revolución cubana, episodio en el que comienza el que vendría a ser el libro 2, publicado el 2016, por la misma editorial (Sexto Piso y Hueders), y que fue recomendado por nuestro comité Troquel, en el boletín de diciembre de 2016.
En la biografía original escrita por Anderson, y en gran parte dado el formato, se tratan con mayor profundidad los episodios más polémicos de la historia del Che, sacando a la luz aquellos detalles que hacen descender su imagen del idealismo intangible del ícono hacia el mundo terrenal de los mortales. En la adaptación gráfica, si bien aparecen estos detalles, son en parte eclipsados por el tono épico del relato. Esto tiene relación con el género de la novela gráfica, muchas veces ligado a la figura del héroe, donde hay una preponderancia de la acción y de la imagen, lo que hace de esta narración una historia de sucesos más que de reflexiones. Si en Lennon se apunta a lo íntimo, aquí se canta a lo épico, al héroe, a su convicción revolucionaria y su consecuencia, contribuyendo finalmente a la imagen que todos conocemos y su icónico significado.
Frida (Eldevives, 2016), de los franceses Benjamin Lacombe y Sébastien Perez, toma un camino diferente para rememorar a esta artista símbolo de la cultura mexicana y latinoamericana. Al contrario de aquellos cuyas acciones hicieron de su imagen un ícono -en manos de un fotógrafo que capturó el momento preciso- Frida Kahlo hizo de su propia imagen, de su retrato, un sello diferenciador. Y no sólo era su identidad, sus dolores, sus amarguras, lo que quería representar, sino también toda una cultura, porque México –o bien, la cultura mexicana- es también una abstracción donde abundan los íconos que la representan: calaveras, sombreros, bigotes, pistolas, símbolos, por lo demás, primordialmente masculinos que recuerdan a la imagen del macho “cabrón”; aquel padre del hijo de la Malinche del que habla Octavio Paz, en su propio intento por encontrar los símbolos de la cultura mexicana.
Frida rescataba íconos para decir México, pero también buscó los símbolos de su biografía y sus dolores: su casa azul, sus animales, sus aparatos ortopédicos. Y eso lo logra por medio de la imagen, la mexicana nos expone a sus columnas desgarradas, a sus corazones expuestos, a grietas secas como símbolo de un cuerpo infértil, a cervatillos heridos; a sangre, desierto y a ella entera en un retrato cuya entereza es tan abismante, tan grande que pende de un hilo.
El trabajo de Lacombe y Perez va en ese sentido: rescatar la iconografía de la propia Frida, reinterpretar los símbolos de sus pinturas con textos que las sitúan en una biografía escrita desde las emociones. Tanto las ilustraciones, realizadas en capas con troquelados, como la edición sobresalen ante los ojos de cualquiera; mientras los textos, que recurren al mismo simbolismo de las imágenes, parecen no estar a la altura de sus propias intenciones.
Hacer de sí mismo un símbolo, a veces no está dado solo por la forma de vivir: Lennon, que desde niño quería parecerse a Elvis, lo sabía cuando comprendió que toda su vida sería expuesta en fotografías, revistas, televisión y cine, donde la proyección de la imagen, la forma de vestirse, era casi tan importante como el contenido. Frida lo sabía, como buscadora de símbolos, de bellos vestidos, chales, collares y aros que llevaba con ella como un autorretrato ambulante de sí misma. El Che también comprendió su rol en la historia, y nunca más lo vimos sin su atuendo castrense y sin el puro en su boca, pues ya sabía qué ese era su destino y que eso era lo que debía proyectar.
Cuando se publica un libro sobre personajes que se han vuelto íconos de la cultura, se aportan nuevos matices a esa imagen infinitamente reproducible de los íconos. Sin embargo, cada nuevo intento debe buscar adaptar esas figuras a nuevas épocas, nuevos públicos y nuevas generaciones que todavía no conocen la historia de aquellos cuya imagen aparece en tantas partes. La publicación de libros como Frida, Lennon y Che, una vida revolucionaria, ofrece una nueva puerta para entrar en la vida y el mensaje de estos personajes.