Gracias a una invitación que recibimos desde Colombia, nuestra colaboradora Isabel Casar —artista plástica, mediadora y coordinadora de proyectos lectores, en el sur de Chile— asistió al primer Encuentro Latinoamericano de Educación, una cita que reunió a un completo panorama de instituciones y profesionales que trabajan por cambiar la educación hacia una mirada más centrada en las personas.
Durante los primeros días de noviembre, las calles que recorrí de Bogotá cambiaron su rítmico sonsonete habitual por una mixtura de acentos latinoamericanos, españoles y distintos tipos de inglés (británico, indio y un neutro inglés de Senegal). ¿La razón? El aterrizaje de decenas de profesionales de diversos ámbitos, principalmente de educación, al Encuentro Latinoamericano de Educación Transformadora que se desarrolló entre el 8 y el 11 de noviembre, en la capital colombiana.
Más de 300 personas del mundo, entre emprendedores sociales, fundaciones, promotores y profesores de escuelas transformadoras, fellows de Ashoka, entre otros, aprovecharon esos cuatro días de encuentro para tratar de comunicarse, y reflexionar acerca de la educación del presente y para el futuro.
De todas las intervenciones, la gran reflexión de siempre fue cómo educamos o nos preocupamos de formar un ciudadano integral, reflexivo, que pueda desarrollar su creatividad en un sistema que vive anquilosado en una mirada de hace 100 o 200 años atrás. El actual sistema debe cambiar y adecuarse a los cambios –culturales, tecnológicos, ambientales- que ha sufrido nuestro mundo en el último tiempo.
De todas las presentaciones recogí Ideas y escuché a personas maravillosas; fueron muchas como para citarlas en tan pocas líneas, por lo que haré una pequeña síntesis de las más vinculadas al quehacer de nuestra fundación y de la promoción lectora:
Espacios para aprender: un objetivo que siempre ha caracterizado el trabajo de nuestra institución es la creación de espacios afectivos y entretenidos para fomentar la lectura. El arquitecto Kabir Vajpeyi, propone diseñar espacios que permitan a los niños aprender, no solo en los 45 minutos que dura la hora lectiva, sino facilitar el aprendizaje en todo momento. Así cambió, por ejemplo, las tradicionales rejas que obstaculizan los robos, por rejas que además permiten a los niños jugar mientras mejoran su motricidad fina; o bien, marcar en el piso los distintos ángulos que forma la puerta (agudo, recto, obtuso), para comprender vivencialmente la geometría. La clave según Kabir está en diseñar pensando en nuestras necesidades desde la mirada de un niño.
Educación Positiva: Juan Sebastián Hoyos, vicerrector del colegio Gimnasio Moderno de Bogotá, nos presentó esta corriente educativa que cambia el centro desde el desarrollo intelectual hacia el florecimiento del estudiante como un ser integral y con habilidades del siglo XXI.
Se cambia el acento de educar para el examen, a educar para la vida, para un desarrollo pleno del ser humano. Hace un par de meses descubrí que en nuestras bibliotecas estábamos aplicando elementos de la psicología positiva a través de la conversación literaria. Los estudiantes aprenden a escucharse, a trabajar en equipo y crean lazos empáticos. Aprenden a conocerse a ellos mismos, sus potencialidades y generan opiniones propias. Sin embargo, si eso solo queda en la biblioteca sin coordinarse con el resto del trabajo pedagógico de la escuela, se minimizan sus efectos. Esta experiencia en el Gimnasio Moderno de Bogotá nos demuestra que se puede hacer un giro positivo en la educación, abarcando a todos sus actores.
Evaluación en la educación: La española Carmen Pellicer nos habló de una gran grieta en el sistema educativo: la evaluación. En la actualidad es un proceso de medición y no una oportunidad de aprendizaje (ni para el docente ni para el alumno). Propuso algunos ejemplos prácticos de cómo a través de dar voz al alumno (autoevaluación), de hacer las preguntas adecuadas y cambiar el foco de uno represivo (te voy a pillar) a uno colaborativo (esto es lo que tenemos que lograr), en palabras de Peillicer “pasar de ser un árbitro a un entrenador”.
Educación en la naturaleza. Cuando hablamos de educación en la naturaleza, normalmente no nos imaginamos todo el potencial que ésta tiene. La Universidad del Medio Ambiente (UMA) de México nos presentó cinco niveles de aprendizaje basados en la naturaleza; desde lo más básico: estudiar la naturaleza (ciencias naturales que se puede hacer incluso en el aula) hasta usar la naturaleza como maestra, donde conversamos con ella y aprendemos de ese diálogo. Esta relación no sólo se da en las ciencias, la podemos aplicar a cualquier disciplina, siendo un elemento frecuente en las artes, por ejemplo.
Un millón de niños lectores. Siempre es bueno, entre tanta gente, encontrarse con un espejo; te permite conversar y analizar las propias acciones y motivaciones. Tomar el hilo desde una misma hebra. Eso nos pasó con Millón de niños lectores, de Perú. El año 1982, se depuso la ley que obligaba a las escuelas públicas de Perú a tener bibliotecas. Así, existen generaciones que han salido del colegio sin haber visto un libro literario, llevando a Perú a los últimos lugares de las mediciones internacionales en educación. La comprensión lectora era un problema generalizado. El año 2011, Teresa Boullion comenzó con la iniciativa de recuperar las bibliotecas escolares, a partir de un trabajo colaborativo entre comunidad y empresa pública. Hoy en día, está a punto de revertir la situación, y lograr que los escolares peruanos tengan por ley una biblioteca.
Sin lugar a duda, podemos repensar la educación desde muchas formas distintas, complementando nuestros talentos hacia una educación más integral, más empática, inclusiva, reflexiva y creativa, que nos ayude a sobreponernos como sociedad a la vida misma. Lo importante es nunca perder el norte y para ello siempre debiéramos estar mirando nuestra brújula, preguntándonos constantemente, ¿Por qué educamos?