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Entrevistas

Adrián Puentes: “En industrias maduras los libros se editan en digital y en papel. Eso todavía no pasa en Chile»

Germán Gautier Por Germán Gautier

Hace cuatro años Adrián Puentes, periodista y profesor del Máster en Edición de la Universidad Diego Portales, abrió Puentes Agency, la empresa con la que representa a autores e ilustradores chilenos de la talla de Matías Celedón, María José Viera Gallo, Alberto Montt y Paloma Valdivia. Su misión es abrirles puertas en el mercado anglosajón y...

Hace cuatro años Adrián Puentes, periodista y profesor del Máster en Edición de la Universidad Diego Portales, abrió Puentes Agency, la empresa con la que representa a autores e ilustradores chilenos de la talla de Matías Celedón, María José Viera Gallo, Alberto Montt y Paloma Valdivia. Su misión es abrirles puertas en el mercado anglosajón y para eso el libro digital resulta fundamental. Su mirada -lejos de enfrentar la tinta con la pantalla- aboga por una simultaneidad. Pero Puentes afirma que «a pesar que la digitalización de los libros es muy barato, al parecer a las editoriales no les compensa hacerlo”.

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¿Observas una disputa entre los lectores que compran y leen en papel y quienes hacen lo mismo con los libros digitales?

Lo que se ha visto en todo el mundo o al menos en los países donde ha penetrado más el libro digital es que, en general, el lector de libro en papel y en digital coexisten de una manera bastante normal. Lo que las editoriales hacen es disponer su catálogo en ambos formatos de manera que los lectores puedan leer donde quieran leer. También se ha descubierto que la utilidad de los libros en papel es distintas a los libros digitales. Encuestas han dicho que la gente prefiere el libro digital para los viajes, o para desplazamientos interurbanos, para ir al trabajo, o por la disponibilidad inmediata de compra. Pero al mismo tiempo, la gente dice que prefiere los libros en papel por lectura de placer o para leer a los niños en la noche. Las funciones son distintas. Y hay mucha gente que compra el mismo libro en ambos formatos.

Es una coexistencia pacífica.

A diferencia de lo que pasaba hace cinco años yo veo que es una coexistencia pacífica. Ya nadie piensa seriamente que el libro digital va a reemplazar al papel. En los últimos tres años en Estados Unidos los números se han estabilizado y los libros en papel siguen significando un 80% de la industria, mientras que los digitales no han crecido más allá del 20%, que es un número importante. Lo fundamental es que los lectores puedan leer donde quieran.

¿Cuál es tu opinión sobre la industria del libro digital en Chile?

Me parece que la situación es muy inicial, muy menor para el mercado y la industria. Me da la impresión que para las editoriales chilenas los libros digitales siguen significando una facturación pequeña de sus ingresos. Me parece que la gente todavía sigue comprando muy pocos libros digitales. Pero yo creo que eso inevitablemente va a cambiar, como ha pasado en todo el resto del mundo. La compra de libros digitales va a aumentar, especialmente cuando en algún minuto llegue Amazon a Latinoamérica de una manera más estable, con oficinas y distribución local. Lo que se ha visto en el mundo es que cuando llega Amazon a un territorio los libros digitales explotan, porque al llegar a esos lugares tiene distribución local de su dispositivo, que es el Kindle. Y como es el actor más importante de la industria del libro digital y en papel también (es el mayor vendedor en USA) naturalmente la venta de libros digitales va a crecer.

La compra de libros digitales va a aumentar, especialmente cuando llegue Amazon a Latinoamérica

¿Sería tan fácil como esperar la llegada de Amazon para que se empiecen a mover las aguas del libro digital?

No es que yo quiera que Amazon llegue a Chile y esa sea la única posibilidad de desarrollo, sino que es lo que yo he visto en otras partes del mundo. Cuando Amazon llega a un territorio, a un país, el proceso de digitalización se acelera y la importancia del libro digital en la industria crece. Eso no implica que en Chile no haya desarrollo interesante ni iniciativas en editoriales. Me parece importante que en el ámbito de la literatura infantil Amanuta esté explorando las aplicaciones, que son otro mundo. Es otro lenguaje, hay otros procesos donde interviene la programación para recrear el formato del libro infantil en la tableta, con interactividad, sonidos, música, etc. Ese tipo de cosas son súper aplaudibles. También me parece relevante lo que ha hecho el Estado a través de la Dibam con la Biblioteca Pública Digital, que a pesar de que todavía es un proyecto menor y no muy conocido ni usado, ya tienen un catálogo interesante. Han hecho un esfuerzo por construir un corpus de obras digitales disponibles para todos los chilenos. Eso me parece destacable.

CaperucitaApp es la aplicación basada en el libro Caperucita Roja, de Gabriela Mistral.

CaperucitaApp es la aplicación basada en el libro Caperucita Roja, de Gabriela Mistral.

Es indudable que a través de las políticas públicas se ha movido el carro en favor de la promoción del libro digital. ¿Qué te parece el caso de Memoria Chilena?

Yo soy un gran admirador de lo que ha sido Memoria Chilena. Es un proyecto maravilloso que aporta sobre todo a la disponibilidad de la información. No es precisamente libro digital el tema que hacen, sino una propuesta de archivo y disposición de material para la ciudadanía. Es un gran repositorio enciclopédico de todo el legado que está en la Biblioteca Nacional, el cual muchas veces son libros, pero también es prensa, fotografías, información en general. Y me da la impresión que es bastante utilizado; hace poco hicieron un rediseño de su página. Hay un rol que tienen las bibliotecas públicas que en el ámbito digital se está cumpliendo muy bien a través de Memoria Chilena, que es el acceso al conocimiento. Es una extensión de la biblioteca pública que está muy bien logrado.

¿Qué papel han jugado las editoriales chilenas, considerando que según datos de la agencia ISBN sólo el 8,93% de la producción de libros en Chile corresponde a libros digitales? 

Ese registro corrobora que todavía sigue siendo muy menor la producción. Lo que pasa en industrias más maduras que la nuestra es que todos los libros se editan simultáneamente en digital y en papel. Eso todavía no pasa acá. Es entendible en la medida que es muy menor la compra de libros digitales y, a pesar que la digitalización de los libros es muy barato, al parecer a las editoriales todavía no les compensa hacerlo.

A pesar que la digitalización de los libros es muy barato, al parecer a las editoriales todavía no les compensa hacerlo

¿Tú crees que es un tema de rentabilidad o falta audacia de parte de las editoriales chilenas por sumarse al mundo digital?

Pueden ser las dos cosas. Me parece sano que las editoriales se preparen para este nuevo escenario y adelanten esa digitalización de sus catálogos pensando en la oportunidad comercial que se viene.

¿Y qué ocurre con los derechos de las obras?

Hay muchas editoriales que de su catálogo, de su fondo más antiguo, no tienen los derechos digitales. Eso implica un proceso de revisión y renegociación de los contratos con sus autores.

 

Adiós fronteras

Uno de los grandes beneficios del libro digital es su valor comercial.

El libro digital es más barato de producir. Se eliminan todos los costos de imprenta, de distribución y comercialización. Todo es reemplazado por un archivo que está siempre disponible, que se puede descargar. El gran beneficio de los libros digitales es que se eliminan las barreras de distribución.

Por ende desaparecen las fronteras.

En el caso de la industria en español el gran problema que históricamente hemos tenido, a pesar de ser uno de los cinco idiomas más hablados en el mundo, es que estamos fragmentados en muchos países. Cada país tiene su sistema impositivo, su moneda, sus fronteras. A diferencia de lo que pasa en inglés, donde son dos o tres mercados y cada uno con mucha gente; eso hace más fácil la integración de la industria. En la industria en español pasan cosas muy absurdas como que a pesar de ser un mismo idioma no conocemos a todos los escritores que nos gustaría conocer de otros países vecinos. Si queremos comprar un libro en papel en Argentina tenemos que viajar o pedirlo por correo. La gracia del libro digital, para mi gusto, es que elimina esas barreras. Entonces, uno puede fácilmente comprar un libro en una plataforma como Bajalibros, por ejemplo, un e-book de un autor joven colombiano, que de otra forma no podría haberlo comprado. El libro digital ofrece un beneficio cultural de integración. Y eso es una mega oportunidad.

¿Quiénes son las editoriales que están asumiendo este desafío?

Hay casos de editoriales independientes muy pequeñas que, por lo mismo, les resulta más fácil asumir este tipo de desafío. Y editoriales pequeñas que están digitalizando todo su catálogo. Por ejemplo, en Argentina está la editorial Blatt & Ríos, quienes desde el comienzo publicaron simultáneamente en digital y en papel. Esto último en tiradas muy pequeñas, y yo creo que para ellos la venta en digital es bastante significativa. Ese caso me parece interesante. Hay otra editorial, de Córdoba, llamada Nudistas, que a pesar de ser muy pequeñita tiene un catálogo interesante y gran parte de él está en digital. Hay editoriales que por muy pequeñas que sean están asumiendo este desafío.

Mariano Blatt y Damián Ríos son socios de la editorial Blatt & Ríos, quienes publican tanto en papel como en digital.

Mariano Blatt y Damián Ríos son socios de la editorial Blatt & Ríos, quienes publican tanto en papel como en digital.

Es lo que dice la argentina Patricia Arancibia, editora de Blanes & Noble, que se puede ser un editor pequeño y pensar globalmente. ¿Qué pasa con las grandes casas editoriales?

Las grandes editoriales también lo están haciendo. De hecho, editoriales como Penguin Random House y sus sellos prácticamente siempre publican en papel y en digital. Pero uno de los efectos más importantes de la irrupción digital tiene que ver con un asunto cultural dentro de las empresas, en el ámbito organizacional. La industria editorial históricamente ha sido muy tradicional. Ha funcionado con los mismos procesos, con los mismos parámetros, con los mismos actores. Funcionó así durante casi todo el siglo veinte. Siempre estuvo la misma composición interna, con esta figura tan relevante que se la ha dado al editor. Y a mi juicio, con el tema digital llegaron otros actores. Llegaron personas con otras habilidades y conocimientos, y eso fue muy traumático para algunas editoriales que tuvieron que dejar entrar a sus elegantes oficinas a gente que venía de otras industrias. Gente, por ejemplo, que son programadores, que hablan de data, de cómo medir la lectura de las personas, etc. En ese escenario la adaptación a este momento digital puede ser mucho más difícil para las editoriales grandes que para las pequeñas.

Con el tema digital llegaron otros actores. Llegaron personas con otras habilidades y conocimientos, y eso fue muy traumático para algunas editoriales

El tema digital explotó en el mundo hace menos de diez años y desde ese tiempo han surgido editoriales que son solamente digitales, que tienen como cultura organizacional una estructura mucho más flexible, más moderna. Nacieron como emprendimiento, pequeño, mutante, mutable. En cambio, cambiar una estructura como la de las editoriales grandes es mucho más difícil. Las empresas chicas tienen menos que perder cuando cambian, cuando tienen desafíos que las obligan a transformarse. Los costos de innovación al interior de empresas grandes son mucho mayores. Por eso en los últimos años ha habido en la industria mucha resistencia al tema digital. A los editores les costó convencerse que esto iba a resultar, que era un buen negocio, que tenía beneficios, que era legítimo que personas eligieran leer en digital en vez de papel. En un momento provocó miedo, pero ahora ya se convencieron.

 

Traducir para integrar

¿Cómo ha sido el trabajo de vincular a los autores que representas con un mercado anglosajón y qué facilidades otorga el libro digital?

Históricamente el mundo anglosajón ha sido muy cerrado para publicar autores de otras lenguas. El dato que siempre se utiliza es que solo un 3% de lo que se publica son traducciones de otras lenguas al inglés. Y eso en realidad está inflado porque incluye libros educacionales y reediciones. Libros originales y de literatura son cercano al 1%. Y de ese porcentaje, lo que se publica del español es menor. Entonces, el solo hecho de ser traducido y publicado en Estados Unidos es un gran logro.

¿Puedes dar un ejemplo de algún autor que representes que haya entrado en este mercado?

Matías Celedón va a publicar en agosto de este año una novela que se llama La Filial. Es una novela experimental (se imprimió manualmente usando timbres de goma) que va a publica Melville House. A ellos les vendí el derecho de publicar esta novela en inglés, tanto en papel como en digital.

¿Y cómo es el tema con libros infantiles ilustrados o novelas gráficas? ¿Hay una búsqueda de tener los derechos digitales también?

Como la compra de libro álbum en digital sigue siendo muy menor, hay muchas editoriales, incluso grandes, que no se interesan por el derecho del libro digital. Pero es distinto con las aplicaciones, porque hay productoras que solo compran el derecho de adaptación para hacer la aplicación. Estos mismos derechos de adaptación ocurren con los audiolibros, cine o novelas gráficas. Los libros de los ilustradores funcionan de otra manera. Ver un libro álbum en un Kindle convencional, con tinta digital en blanco y negro, no tiene ninguna gracia porque disminuye mucho la calidad de la experiencia. En una tableta es mejor. Pero aun así, si tú ves un libro álbum de la Paloma Valdivia sigue siendo mucho mejor el libro en papel.

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Germán Gautier

Periodista de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Tiene una pasión por las revistas que desaparecen, donde ha escrito sobre viajes, conservación ambiental y cultura.

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