El ensayo Las incursoras. Mujeres, libros, infancia, es definido por Ana Garralón (Madrid, 1965) como un «librito» con intenciones «chiquitas», pero aunque el libro es de formato pequeño y relativamente breve, tiene 246 páginas, la investigación en él es contundente. En su interior se presentan más de 200 mujeres de América y Europa que han forjado la literatura para niñas y niños, desde el siglo XVIII hasta 1980. En palabras de Garralón: «Las incursoras rinde homenaje a muchas mujeres que abrieron nuevas sendas, renovaron la literatura infantil, se metieron en bosques poblados de pedagogía para reivindicar lo lúdico, conectaron con la infancia desde una nueva sensibilidad, crearon tendencias, modernizaron las tradiciones, y transformaron la idea de libro infantil».
Fue una mujer, por ejemplo, la francesa Marie-Catherine le Jumel de Barneville, quien recopiló narraciones orales y nombró al género Contes de Fées (Cuentos de hadas). Y fue otra mujer, también francesa, quien marcó el inicio de la moda de los cuentos de hadas cuando publicó su recopilación en 1696, un año antes de que su tío, Perrault, lo hiciera. Y fueron varias las narradoras que compartieron sus historias con los hermanos Grimm, quienes, contrario a la creencia común, no recorrieron Alemania recopilando historias, sino que las anotaron desde su hogar en Kassel.
Lo que motivó este ensayo, se lee en la introducción, fueron las generalizadas quejas que Garralón solía escuchar sobre la poca presencia de mujeres en la literatura infantil. Quejas que se demuestran infundadas. Al respecto, explica: «Tengo la impresión de que las nuevas generaciones de lectores y mediadores viven en un mundo de novedades, y el discurso general es que antes había pocas mujeres. Quizás porque es algo que se reivindica hoy en día con mucha fuerza, como si antes no hubiera habido mujeres que intervinieron de manera clara en el mundo de la literatura infantil. Cada vez que en redes leía algo así, iba haciendo una lista enorme de mujeres en todos los ámbitos de la literatura infantil y juvenil. Realmente fue el impulso que me llevó a hablar de tantas mujeres que han intervenido en la creación de catálogos, en el sostén a todo tipo de creadores, y en crear una tradición que ha dejado sus huellas hasta hoy».
El ensayo de Garralón se divide en 13 capítulos, que abordan distintas disciplinas en las que las mujeres han contribuido a la literatura infantil y juvenil, como recopilación, escritura, promoción, ilustración y edición. Aparecen nombres conocidos (Astrid Lindgren, Tove Jansson y Gabriela Mistral, entre ellos), pero particularmente interesantes son los nombres y vidas de mujeres fundamentales, que han pasado al olvido. Entre ellas está la escritora colombiana Eco Nelly, quien por primera vez dio protagonismo en narraciones a los niños de la calle, y la recopiladora costarricense Carmen Lyra, autora en 1920 de Cuentos de mi tía Panchita, de quien nos informamos que fue también revolucionaria. «Me alegra haber podido incluir biografías porque en muchos libros la vida de una autora se resumía con una nota a pie de página con el lugar de nacimiento y poco más. Muchas de estas mujeres fueron pioneras en sus trabajos y, desde luego, fueron pioneras también en sus vidas personales y sociales», comenta Garralón sobre los detalles que agrega de las vidas de muchas de las mujeres que menciona.
Entre las publicaciones que Garralón comenta, resulta destacable un tipo de libro infantil hoy poco común, pero que en el pasado fueron muy populares: los fotolibros. La norteamericana Josephine D. Peary publicó en 1901 el fotolibro The snow baby: A True Story with True Pictures; las francesas Lisa Deharme y Claude Cahun publicaron Le coeur de Pic (1937); la alemana Hannah Höch hizo Álbum ilustrado (1945); y en Chile, Paz Errázuriz lanzó Amalia, historia de una gallina (1973), hoy disponible por Recrea Libros.
Literatura infantil actual
Ana Garralón ha ganado experiencia en el mundo de la literatura infantil y juvenil como librera, traductora, investigadora y crítica literaria. Es autora de los libros Historia portátil de la literatura infantil (2001) y Leer y saber. Los libros informativos para niños (2013), entre otros. Sobre la investigación para este libro, comenta: «Este es el primer libro de mis ensayos con el que he podido utilizar mucho material disponible en internet. A diferencia de los otros, en esta ocasión he encontrado numerosos artículos en línea, libros libres de derechos para consultar y demasiadas “tentaciones” de nuevas autoras que tuve que restringir por la intención “chiquita” de este ensayo. También tuve que comprar muchos libros ya descatalogados. Lo primero que hice fue un Excel donde iba anotando todos los nombres que me interesaban. Llevo leyendo LIJ desde hace treinta años y guardo en mi memoria lecturas memorables que me permitieron alimentar ese listado. Después las agrupé por bloques temáticos y a partir de ahí me resultaba más sencillo sentarme a escribir los capítulos».
Garralón es responsable también de un blog de referencia para las personas interesadas en la literatura infantil, Anatarambana, que nació el año 2010 y el 2016 en España ganó el Premio Nacional de Fomento a la Lectura y que hoy se sostiene gracias a sus suscriptores. Entre otras temáticas, ha escrito en su blog en contra de la corrección política en la literatura infantil, que ha provocado que libros sean censurados en bibliotecas y que el «buenismo» inunde las publicaciones actuales: «La corrección política se presenta como una forma de sumisión y lo vemos en los libros para niños: se publica muchísimo. De esta cantidad, ¿podemos decir que hay libros que incomoden? La verdad, muy poco. Y cuando eso pasa, significa que no hay riesgo. Significa que los libros ya llegan muy editados (léase: censurados, pasados por el pasapuré de lo políticamente correcto). Para mí, es un paso atrás (…) Cada grupo, además, tiene una legión de “escritores” que van a sobar los cuentos libres de derechos de autor para reescribirlos según sus consignas. Lo que hacen entonces son panfletos pedagógicos con su ideología cuyo objetivo parece ser alejarnos del arte y la literatura, evitarnos a toda costa la experiencia estética».
Libros del pasado, fue el tema del club de lectura que desarrollaste en tu blog con tus suscriptores el año 2024. Leyeron, por ejemplo, El cuento de Perico el conejo travieso (1901), de Beatrix Potter; Señor Pez (1933), de Walter de la Mare; e Historia de Babar (1939), de Jean de Brunhoff. ¿Cuáles son algunas de tus conclusiones releyendo estos libros clásicos de la literatura infantil, que en muchos casos ya no causan interés?
Por un lado diría que son libros que abrieron caminos (¿qué libros lo están haciendo hoy en día?). Por otro se embebieron de una tradición a la que dieron continuidad, no cambiando cosas banales como hacer un lobo vegetariano, sino manteniendo una riqueza en el lenguaje, el uso de elementos simbólicos, palabras complejas y, sobre todo, estuvieron «al lado de la infancia», no para adoctrinar, como ocurre hoy en día, sino para alimentar su lado rebelde. Fíjate que hay un autor que indirectamente ha atravesado todas estas lecturas, Maurice Sendak, porque fueron libros y autores que inspiraron su obra.
La alemana Gudrun Pausewang afirmó en una conferencia que citas en Las incursoras: «Los escritores deberíamos unir fuerzas con los niños. Si podemos hacerles comprender los problemas candentes de nuestro tiempo, tal vez puedan resolverlos más adelante, ¡pronto! Porque el futuro les pertenece, siempre y cuando podamos dejarles algo que merezca ese nombre». ¿Estás de acuerdo?
La obra de Pausewang responde a un momento muy particular en Alemania donde se revisita el pasado, se ajustan cuentas con muchos temas y el movimiento social y ecologista es muy fuerte. Para autoras como ella, expresarlo en los libros era su única forma y lo hace de forma casi desesperada. Hoy ya nadie lee a Pausewang, ¿cierto? Hoy se escribe desde otro lugar menos comprometido (Pausewang trabajó en América Latina y vivió de primera mano muchas cosas que se reflejan en sus libros). Hoy, creo que la militancia es más de sofá y siguiendo tendencias comerciales.
«Está bien leer para entretenerse pero hay que desarrollar lectores atentos», dijiste en una entrevista reciente. ¿Cómo se forman esos lectores atentos y en qué falla la literatura infantil actual?
Creo que falta ambición literaria, libros con muchas capas, narrativas profundas. Con el auge del libro álbum nos estamos haciendo más perezosos para leer novelas de largo aliento, libros del pasado, clásicos. Me dio tristeza comprobar durante la escritura de mis libros que un porcentaje enorme de estos libros no están siendo leídos.