Entrevistas

auch!: La articulación feminista de las mujeres de la cadena del libro

Consuelo Olguín Por Consuelo Olguín

Integrado por cerca de 100 participantes, el grupo reflexiona acerca de la desaventajada posición de la mujer en el campo literario. Motivadas por el deseo de visibilizar el trabajo de las creadoras nacionales, preparan una presentación pública en el Festival de Autores de Santiago que se realizará este fin de semana en la capital. Fue...

Integrado por cerca de 100 participantes, el grupo reflexiona acerca de la desaventajada posición de la mujer en el campo literario. Motivadas por el deseo de visibilizar el trabajo de las creadoras nacionales, preparan una presentación pública en el Festival de Autores de Santiago que se realizará este fin de semana en la capital.

Escritoras y editoras unidas en la marcha del pasado 8M. Créditos: Instagram @autoraschilenas

Fue previo a la marcha del 8M de este año que un grupo de mujeres que participan en la cadena del libro decidieron reunirse en la explanada del Centro Cultural GAM. Bajo el eslogan “cuestiona tu canon”, discutieron acerca del predominio de lecturas de textos escritos por hombres, impulsado, en primera instancia, por la educación escolar y cómo ese canon prevalece a lo largo del tiempo. A menos que se haga un alto, se cuestione y reevalúe.

Tras ese encuentro, siguieron autoconvocándose y crearon el colectivo Autoras chilenas (auch!). Integrado por cerca de 100 mujeres, entienden el concepto de autora como una mujer que crea; de ahí que haya espacio para editoras, traductoras, libreras, escritoras no publicadas y no se circunscriba solo a escritoras con obras publicadas.

Definidas en su manifiesto como un colectivo feminista, donde dan cabida a todas las ramas del feminismo, señalan tener una inclinación de trabajo profundamente política. En sus conversaciones se ha constatado tanto la sub-representación de las autoras así como también algunos hechos en materia de política pública: baja asignación de fondos concursables, pocos premios y escasa paridad de género en los jurados y en delegaciones de escritores y editores que son invitados a ferias fuera de Chile. De hecho, le hicieron llegar una carta a la ministra de Cultura, Consuelo Valdés, por la histórica desigualdad en ese ámbito.

Motivadas por el deseo de visibilizar el trabajo de las creadoras nacionales, preparan una presentación pública en el Festival de Autores de Santiago (FAS) que se realizará entre el 27 y 29 de septiembre en la capital. De a poco, han ido configurándose como un grupo organizado y principalmente activista que busca remediar la desaventajada posición de las mujeres en el campo literario.

«Avisa cuando llegues. 25 mujeres escriben la calle», ilustrado por Alejandra Acosta (Ed. Bifurcaciones, 2019).

—En uno de los primeros encuentros que tuvieron, cuando se hizo la marcha del 8 de marzo, escribieron el eslogan cuestiona tu canon. ¿Hacia qué apuntaba ese cuestionamiento?
—Buscaba evidenciar lo invisibilizada que está la escritura de mujeres. Cómo dentro del canon de lo que se considera buena literatura, se ha mantenido una mirada y una valoración masculina que potencia la escritura de los hombres. Por lo demás, las mujeres que vemos dentro del canon también han sido leídas desde una mirada masculina. Ahí una se da cuenta que en la educación que ha tenido, principalmente se lee a hombres. Y a eso se le podría agregar hombres europeos y blancos. Entonces cuestiona tu canon tiene que ver con eso, es una invitación a incomodarse con la bibliografía leída e instalada en los programas de estudio, principalmente. Es una invitación a leer a las mujeres y sus diversos modos de hacer literatura para una real y significativa transformación social desde una mirada feminista, o sea, crítica, situada, política.

—¿Con qué temas se han ido encontrando, o qué temas han salido a la luz, a lo largo de este año?
—A partir de ese primer encuentro, empezamos a reunirnos en asambleas abiertas a las mujeres asociadas a la cadena del libro, que denominamos autoras –en tanto son autoras y creativas en su propio trabajo–. De ahí hemos ido configurándonos desde lo básico: ponernos un nombre, conversar, conocernos y ver hacia dónde queremos apuntar. El tema que nos une a todas, en nuestra diversidad, es visibilizar y potenciar la escritura de mujeres, trabajar en educación respecto a este tema y buscar paridad. En estos encuentros también ha aparecido que participamos en menos concursos, ganamos menos fondos públicos, tenemos menos representación en premios, etc. Pero más que buscar una cuota de quién se gana un premio, pensamos que los jurados podrían ser paritarios, así como las comisiones y los seleccionadores.

—¿Cuáles son los motivos de la creación del colectivo y qué se busca lograr?
—Los objetivos son claros, existe una desigualdad y estamos trabajando para que las condiciones sean mejorables. Para que una persona en 20 años más se enfrente, ojalá, ante un escenario donde la pregunta por el género de la persona que escribe no se haga, sea insulsa. A los hombres no les preguntan si escriben literatura de hombres o una literatura masculina. Hay una desigualdad y nos juntamos para eliminar esta brecha que estamos viviendo. Hasta el momento hemos logrado convocar a casi 100 mujeres, entre editoras, escritoras publicadas y no publicadas.

—¿Cómo ha reaccionado el mundo literario masculino? ¿Hay apoyo, críticas, recelo o indiferencia?
No hemos estado preocupadas de su reacción, más bien estamos centradas en nuestro trabajo. Las reacciones aún están por verse. El tiempo lo dirá. La toma de conciencia de la presencia de la mujer en la literatura es también una sorpresa para el mundo literario masculino.

—¿Qué análisis han surgido sobre el trabajo que han hecho autoras chilenas de otras épocas, tales como María Luisa Bombal, Teresa Wilms Montt, Gabriela Mistral o Marta Brunet?
—Por supuesto mucha admiración por haberse hecho un espacio en un ambiente hostil hacia las mujeres, también inspiración en su impecable trabajo literario, rabia por las dificultades que tuvieron que pasar en su vida para poder hacerse un espacio, y ganas de promover y poner más en valor su trabajo. A todas las une el aislamiento, la dificultad de ser escuchadas en serio, la discriminación, la indiferencia por el sólo hecho de haber sido mujeres, independiente de sus talentos y fama.

La escritora María Luisa Bombal. Créditos: Infobae.com

—¿Hay una mayor presencia de mujeres en la cadena del libro ahora en comparación al pasado? ¿Qué ha cambiado?
—La industria del libro siempre ha tenido muchas mujeres, pero nos costaba tener cargos de poder o hacernos más conocidas, leídas, premiadas. Hemos avanzado pero falta mucho, las estadísticas siguen mostrando que aparecemos mucho menos en prensa, y que cuando lo hacemos se destaca más nuestra vida personal que el trabajo literario, y que los hombres siguen publicando muchísimo más. El cambio o, mejor dicho, la toma de conciencia, es universal. En la medida que la mujer se vuelve consciente de su talento y autonomía, salen a la superficie estados que se daban por aceptados. Es una revolución que abre las oportunidades de plantear un mundo, donde el cuidado del otro, la empatía y la comunidad se vuelven modos de vida.

—Como colectivo feminista, ¿cómo se enfrentan a las estrategias del mercado que busca cooptar el discurso del movimiento? Por ejemplo, me refiero a las poleras que dicen future is female, por ejemplo, y también a que el mundo literario no es ajeno a ese mercado.
—Nuestro colectivo alberga muchos feminismos, muchas posturas. No actuamos en bloque, tenemos distintas visiones porque somos muy diversas. auch! no busca igualar un patrón injusto, sino cambiar la forma de relacionarnos hasta ahora aprendida e impuesta por el patriarcado. Se trata de visibilizar el trabajo literario femenino, que se manifieste en el mundo y tome su lugar por su amplio contenido derivado de la riqueza de su propuesta. Hay estrategias de mercado que claramente fagocitan eslóganes y los venden, los hacen más visible que antes, le bajan el peso sí, pero nuestra estrategia no es preocuparnos del eslogan de otro, es trabajar por nuestra presencia y visibilidad de nuestras obras y su trabajo.

Un cambio cultural y estructural requiere paciencia y sobre todo una persistente acción

—¿A qué desafíos se enfrentan?
—Lo primero que hay que hacer es una radiografía de donde estamos. La foto más sencilla es la de los premios y ahí puedes ver la poca cantidad de mujeres. Hay que hacerse la pregunta no sobre el número final sino de todo el proceso que te lleva a eso. Es transformarnos en una contraparte relevante que permita sentarse frente al ministerio de igual a igual y conversar sobre cómo colaboramos con la agenda de paridad de género. En esa línea, nos enfrentamos a intentar hacer un cambio profundo en los sistemas relacionados con el mercado: los fondos, los premios, la educación. Es un gran desafío y nos estamos organizando en mesas de trabajo que ven cada tema. Hace unas semanas le hicimos llegar una carta a la ministra de Cultura por la histórica desigualdad de los fondos concursables, de los jurados de premios y de los premiados. También de las delegaciones de escritores y editores que son invitados a eventos literarios fuera de Chile. Son instancias en las que hay que trabajar con urgencia.

—¿Qué proyectos tienen en carpeta?
—Por el momento nos preparamos para nuestra performance en el Festival de Autores de Santiago (FAS) –que sería nuestra segunda actividad en público– y estamos preparando otras intervenciones en Ferias del Libro. Además, que la presencia de mujeres en jurados sea igual a la de hombres, así como lograr que en el currículum de lectura en la educación haya paridad de escritores de ambos sexos.

—¿Está aún al debe el mundo literario de aportar a un mundo más igualitario entre hombres y mujeres? ¿Cómo suplir ese desbalance histórico?
—El mundo en general está al debe y el mundo literario no es una excepción. Por años la literatura masculina ha marcado una supremacía como si la literatura femenina no existiese o fuese de un rango menor. Son variadas medidas las que en el tiempo irán cambiando esa idea. Un cambio cultural y estructural requiere paciencia y sobre todo una persistente acción. Hay que empezar por hacernos más conscientes, tanto hombres como mujeres, de la desigualdad en que vivimos.

«Cuestiona tu canon» fue el llamado del pasado 8M. Créditos: Instagram @autoraschilenas

 

 

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Consuelo Olguín

Periodista UC de medios escritos. Ha trabajado en El Mercurio y en El Dínamo, transitando por las secciones de actualidad y cultura.

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