Axel Scheffler nació en Hamburgo, Alemania, en 1957. Cuando tenía catorce años fue galardonado con una simpática vaquita de peluche de color violeta en un concurso de dibujo organizado por una marca de chocolates. Así fue como empezó a pensar en la ilustración como una verdadera carrera profesional.
A comienzos de los noventa se mudó a Londres, donde comenzó a trabajar con Julia Donaldson, escritora de libros infantiles. Juntos han dado a luz al Grúfalo, el monstruo que les permitió cruzar fronteras y llegar a los corazones de miles de niños.
De visita en Múnich, Alemania, para participar en la inauguración de la muestra Mundos de imágenes para grandes y pequeños, organizada por la Biblioteca Internacional de Literatura Infantil y Juvenil a partir de su obra. En el evento, Axel transmite la tranquilidad de quien disfruta de su trabajo y está contento con todo lo que ha generado en sus lectores. Tuve la suerte de entrevistarlo y conocer algo de su experiencia y su forma de pensar los libros para niños y niñas.
En primer lugar, me gustaría preguntarte sobre tu proceso creativo. ¿Qué parte del trabajo disfrutas más?
Me gusta desarrollar el personaje y el storyboard. Me involucro mucho cuando estoy dibujando. Aunque es curioso, porque al crear al Grúfalo, que es el libro más exitoso que hemos realizado, la pasé bastante mal, aunque no logro recordar por qué fue tan difícil. Por otro lado, esta exhibición tiene muchas ilustraciones no publicadas que hago para mí, pequeños dibujos entre trabajos. Disfruto de la libertad de dibujar lo que tengo ganas. Claro que cuando trabajo en las ilustraciones para libros es un poco más restrictivo. En general trabajo para editoriales inglesas y creo que tienen ideas claras sobre lo que quieren que haga el ilustrador. Y está bien. Creo que hacer un libro álbum es un trabajo en equipo.
También me gusta hacer eventos con niños. Y bueno, como cualquier trabajo, hay días buenos y días malos. A veces puede ser bastante frustrante, como cuando quieres dibujar algo y el material no quiere hacer lo que tú pretendes.
Leí en tu página web que, salvo algunas excepciones, tu trabajo surge de los textos que te presentan tus editores. Me pregunto qué tienes en cuenta a la hora de elegir un proyecto o dejarlo de lado.
En primer lugar, intento trabajar con pocas editoriales. Porque si no se complica. Y con Julia [Donaldson] prefiero trabajar con historias más fantásticas. No me gustan tanto las historias que se desarrollan en el mundo real, donde tienes que ilustrar autos. Prefiero dibujar dragones. Trato de evitar ciertas temáticas. Soy mejor en ese tipo de trabajos. Elijo lo que va con mi estilo, lo que me resulta interesante a mí y, con suerte, también a otros.
Hace ya más de treinta años comenzaste a trabajar en la ilustración de libros para niños. ¿Qué te ha llevado a dedicar la mayor parte de tu carrera profesional y energía creativa a la infancia?
Cuando comencé hacía muchas ilustraciones para revistas de estilo caricaturesco destinadas al público adulto y trabajaba en publicidad. Creo que es más gratificante trabajar para los niños. Quizás el cliché sea cierto, eso de mantener a salvo a tu niño interior. Además hay algo de mi estilo que a los niños les resulta atractivo.
Por otro lado, está también la importancia de los libros para niños para ayudarlos a conocer el mundo y comprenderlo, el rol del adulto leyéndole al niño… es conmovedor contribuir en ese momento tan íntimo de una familia. Sé que muchas familias no tienen libros y tal vez no leen, pero si lo hacen, muchas veces es con nuestros libros. Hace solo un momento una señora en la biblioteca se acercó y me dijo «Gracias, gracias, gracias por hacer el libro que mi hijo amó cuando era pequeño». Es conmovedor. Entonces piensas que hiciste algo relativamente importante para el mundo. Algo bueno.
¿Cómo es tu relación con los niños?
Sé que a algunos autores infantiles no les gustan los niños. Pero a mí sí. Hago visitas en escuelas y otros eventos literarios. Creo que parte de mi trabajo es leerles y dialogar con ellos. Lo disfruto. Si bien no me resulta interesante leer mis historias, creo que es muy importante que conozcan a los autores e ilustradores. Los niños son geniales. A veces pueden ser muy horribles, pero también agradables e interesantes.
El Grúfalo es el personaje y el libro que tanto a Julia Donaldson como a ti más los ha marcado en sus carreras. ¿De dónde surgió la inspiración a la hora de crearlo?
Sabía que el Grúfalo era un monstruo. Entonces me puse a pensar en cómo se podían ver los monstruos. Además Grúfalo sonaba a búfalo, así que pensé que podía tener cuernos, una cola y que debía ser peludo. Y después, si bien no lo basé en una imagen en particular, existen muchas pinturas medievales que retratan monstruos. De hecho, hay una que se parece mucho: es peludo, con cuernos grandes, ojos naranjas, pero en ese momento no conocía esa imagen [Axel comenta que en Twitter hay personas debatiendo este tipo de cuestiones]. Esa no fue una inspiración directa pero claramente hubo algo de esto en cómo debía verse. Hice algunos bocetos pero resultaba demasiado aterrador entonces tuve que cambiarlo un poco.
¿Qué piensas de la relación entre los monstruos y los niños?
Creo que a los niños les gusta ser asustados. Como los adultos a los que les gustan las películas de terror [ambos coincidimos en que no somos de ese tipo de personas]. Algunos adultos disfrutan de ese suspenso y el cosquilleo que genera. Creo que a algunos niños también les gusta esa sensación, siempre y cuando no resulte demasiado abrumadora. Además, el Grúfalo no es malo, solo tiene hambre. Solo quiere comer. Pero nunca sabes lo que a cada niño le puede dar miedo. Algunas personas me han dicho que tenían que llevarse el libro del cuarto de los niños por las noches porque se asustaban mucho. En cambio para el hijo de un amigo, el Grúfalo estaba bien, pero no podía ver a la serpiente. Nunca se sabe. Los niños son individuos, tienen diferentes miedos y experiencias, es difícil generalizar. Pero la emoción de algo que nos asusta sí existe, para los adultos y para los niños.
¿Cómo es tu relación con el Grúfalo ahora?
Buena pregunta. Es ambivalente. Me alegra que sea tan popular y que tanta gente lo quiera. Por otro lado, su presencia puede resultar un tanto abrumadora. Es un monstruo tan grande ahora, en todo el mundo. Pero no me siento especialmente apegado a él. No me importa demasiado, estoy feliz de que tenga su propia vida. Es un padre soltero. Por supuesto, no tengo una vida libre del Grúfalo, cuando firmo libros tengo que dibujarlo.
Algo que me ha llamado la atención de la mayoría de tus libros, es que suele haber un juego entre un animal grande y otros más pequeñitos que ofrecen guiños a los lectores o cuentan un subtexto. ¿Qué tan importantes son estos personajes y subtextos para ti?
Sé que los animales se ven bien en los libros álbum y que a los niños les encantan, tanto en su forma natural como humanizados, cuando están vestidos y de pie. Es una vieja tradición en los libros álbum. Me gusta la idea y resulta atractiva para los niños. Por otro lado, mis animales tienen poco que ver con los reales, son mis «animales Axel Scheffler». Creo que mi trabajo como ilustrador se trata de agregar algo al texto, no solo ilustrar lo que escribió estrictamente el autor, sino crear un mundo. Sé que a los niños les encanta encontrar detalles y descubrir cosas que tal vez los padres no vieron. Entonces, trato de poner algo ahí para hacerlo interesante y vivo. Esa es mi idea de la ilustración.
Has trabajado en el campo de la literatura para niños por más de treinta años, ¿qué cambios notas en el sector desde que empezaste hasta ahora? ¿Hay algo que te entusiasme o preocupe?
Hay un cambio muy grande en que cada vez más trabajos se están haciendo digitalmente. Hay cada vez más libros para niños de artistas que trabajan digitalmente. Algunas personas lo hacen muy bien, pero a mí por momentos me resulta un tanto frío. De todos modos, creo que hay ilustradores brillantes que usan imágenes generadas digitalmente. Yo soy un poco anticuado, todavía dibujo todo a mano.
Por otro lado, en el Reino Unido las editoriales están pensando mucho en temas de diversidad. Es importante que todos los niños estén representados. Pero creo que no debería llegar al punto en el que cada libro deba tener un personaje con, por ejemplo, una discapacidad auditiva o en silla de ruedas. Es algo a considerar, un gran cambio. Seguramente es algo que comenzó antes en el Reino Unido y Estados Unidos, pero ahora muchas editoriales están pensando en esto también.
Por otro lado, espero que las ideas un tanto obsecuentes en Estados Unidos sobre apropiación cultural no vayan demasiado lejos. Creo que podrían matar todo tipo de creatividad si sóolo podemos hacer libros partiendo de la propia experiencia. Yo solo podría escribir libros sobre hombres viejos con pelo blanco. Porque claramente no soy una bruja, ni un Grúfalo ni una niña de India. Pueden ir demasiado lejos, creo que un balance es bueno. Pero lo que está sucediendo en Alemania en parte se está volviendo una locura. Muchos libros que fueron creados en un momento histórico en el cual no existía esta conciencia se están censurando. Y claro, yo no estoy de acuerdo con algunas expresiones que se usaban en aquel entonces, pero en vez de censurar libros de ficción o de historia, debería haber maneras de explicar por qué esa palabra se usaba en esa época. Creo que esto puede ir demasiado lejos, ¿cuál es el límite? Es complicado.
La gente todavía compra libros para niños, es una parte importante del mercado literario en el Reino Unido e incluso está creciendo. Hay un gran porcentaje de libros que son para niños en el mercado. Las editoriales parecen no tomar conciencia de esto. Gran Bretaña tiene una gran tradición de literatura infantil entonces podría haber, por ejemplo, más reseñas en diarios. Suelen ser muy pequeñas. No es suficiente, considerando la importancia de los libros infantiles para la industria y el mercado, y para que los padres encuentren libros para sus niños. Ojalá los libros para niños tuvieran un poco más de atención en la sociedad.