Daniel Olave siempre tuvo interés por el cómic. Hoy es editor en Penguin Random House, donde está a cargo de sellos como Reservoir Books y del recientemente estrenado Distrito Manga. En los años noventa creó en El Mercurio la primera columna semanal de comentario de cómics que se había hecho en un diario nacional, y en suplementos de espectáculos como el Wikén sacó portadas de Mafalda y Batman. «Entrevisté a todos los comiqueros chilenos, estuve ligado como periodista al cómic, entonces cuando se dio la oportunidad en una editorial de hacerme cargo de esta área me pareció muy interesante».
Con Reservoir Books ha publicado a autores y dibujantes nacionales como Sol Díaz, Alberto Montt, Maliki, Malaimagen y hasta Themo Lobos. «Generacionalmente el manga es de un público mucho más joven, entonces a mí me ha permitido ponerme al día y leer también estas series nuevas, pero también la posibilidad de traer clásicos como Old Boy, que conocí primero por la película —me dediqué mucho tiempo a escribir de cine— y ahora lo va a rescatar Distrito Manga en un tomo de lujo, tapa dura, que va a salir en tres volúmenes».
¿Cómo empieza Distrito Manga?
El manga es un fenómeno a nivel mundial muy grande, y Penguin Random House en España se dio cuenta de que era un nicho en el que no estaba presente, que pasó de ser un fenómeno de culto a una cosa masiva, la cultura oriental en general. Quizás el animé y el manga fueron de los primeros hace varios años, hoy día lo coreano, la música, la moda, la estética, incluso los chicos aprendiendo el idioma. Pero como a nosotros nos interesan los libros y la lectura, esta es la puerta de entrada para muchos chicos a leer, lo que hace diez o veinte años eran otro tipo de libros, por ejemplo, Harry Potter, que fue un impulso enorme para muchos chicos de una nueva generación que se pusieron a leer, hoy día pasa con el manga.
¿Apareció simultáneamente en toda Latinoamérica?
Surge a mediados del año pasado en España con sus primeros títulos, pero rápidamente todas las oficinas locales donde tenemos presencia en Latinoamérica estábamos muy interesados en el proyecto, y entre noviembre y diciembre del año pasado todos los países publicamos. Son puros cómics que no estaban disponibles en el mercado en español, son nuevos manga. Fuimos a buscar material nuevo, es vastísimo, tiene cantidad de géneros y dentro de cada género tiene una variedad de estilos. Además, se pensó en hacer una adaptación para Latinoamérica: todos los manga llegan acá en español neutro, no llegan el lenguaje coloquial en español en el que vienen muchas traducciones, acá nos preocupamos mucho de eso porque el cómic tiene un lenguaje más coloquial que otra literatura.
¿Y en canto a la calidad de impresión?
La idea es que tengan la misma factura que tienen en Japón, en ese sentido hay que tener la misma calidad, los mismos colores, la misma técnica. Por ejemplo, los detalles como la sobrecubierta que es muy típico del manga son cosas que encarecen el producto pero es la exigencia no solo de la editorial sino del público, porque el público es exigente, conoce el material. Al ser una editorial grande y que lo hacemos en todos los países, las tiradas son grandes y eso hace que podamos tener un libro de la mejor calidad, pero a un precio asequible.
¿La elección de títulos viene de cómo les fue en Japón o de algún mercado occidental?
Yo creo que el fenómeno del manga es más fuerte en España que en Estados Unidos. Hay ciertos temas transversales, por ejemplo, BL o Boys Love —que son estas historias de romance gay incluso pensado para público femenino, así de específico—, ese funciona muy bien en España y en Latinoamérica. También la temática policial. Hay una serie, La mansión decagonal, que es uno de los que mejor ha funcionado en toda Latinoamérica. Lo que sí es que España es tan grande el mercado y publica tantos títulos al año que Latinoamérica no puede tener, cada país tendrá que ver en su plan de sello cuántos puede hacer en el año y ahí estamos tratando de coordinarnos con México, Colombia, Argentina, Uruguay y Perú para que sean los mismos, para que tenga sentido esto de que los hagamos todos al mismo tiempo.
¿Con cuál empezaron?
Sacamos varios el primer mes; Joy, un manga de Etsuko, que es uno de los que mejor anduvo. Es una historia de Boys Love, de romance homosexual muy interesante porque es meta manga, es la historia de un dibujante de manga al que le piden que haga una historia de estas; descubre que su ayudante es gay y empieza a fantasear cómo sería una historia de romance protagonizada por este compañero. Es muy interesante porque no es muy común que en el manga se cuenten historias de mangaka o de hacedores de cómics. En cambio, hay otras series que sí son varios volúmenes y eso uno lo sabe desde el principio, como As the Gods Will, de Kaneshiro y Fujimura; tiene una película de un director muy famoso en Japón, Takashi Miike, y además es una especie de subgénero que se ha hecho muy popular, que es como el survival. La serie El juego del calamar está inspirada en esta historia, aunque no es una adaptación. Tiene mucha acción y tiene esta cosa de poner a la gente a prueba.
¿Desde cuándo los manga se empezaron a publicar en Latinoamérica con el formato original, de atrás hacia adelante?
Es toda una evolución, pero un fenómeno grande ha sido en los últimos cinco o diez años en los que estas cosas que antes llegaban como curiosidad desde España empezaron a salir en sellos de Latinoamérica y a ser mucho más asequibles. Antes eran tiendas de ropa, de juguetes, las figuritas, y hoy día es manga o videojuegos. También los ves en los quioscos o en las vitrinas grandes de los malls, no solo hay cómics, sino que hay manga. Yo creo que partió primero con el animé, todo este fenómeno de las películas japonesas. Hoy en día hay eventos: expo animé, expo manga, entonces es claramente un fenómeno que ha ido creciendo en los últimos años y que hay plataformas como Netflix —que tienen mucho animé—, o como Crunchyroll —que es solo de animé—, hace que las series de mangas que son más compradas son las que son de los manga más conocidos.
¿Literariamente qué particularidades has descubierto que tiene el manga en relación con el cómic?
El cómic es como decir novela, y tú dices qué tipos de novelas hay: puedes tener novela infantil, novela juvenil, novela muy comercial best seller, novela muy literaria, novela con mucha profundidad. Recién ganaba el Oscar Guillermo del Toro y su discurso ha sido que la animación no es un género, es un tipo de cine. Y el manga también. El manga tiene tremendas obras sobre el Japón de la caída de la bomba, desde Old Boy a todas esas historias que vimos cuando niños y que eran manga. En mi generación, yo tengo más de cincuenta, eran los monitos que uno veía: Astro boy, Jet Marte, Kimba, La princesa caballero y después ves cosas como Akira… hay tanta diversidad de géneros, estilos y temáticas dentro del manga que es inclasificable y hacen que cualquiera que le interesa leer pueda encontrar algo. Y el manga es el cómic japonés, también hay un cómic chino, un cómic coreano, ahí iremos viendo capaz que también empecemos a traer, porque es un mundo muy amplio, estamos recién partiendo.
¿Qué es lo que crees que ha hecho que la cultura oriental se haya vuelto tan popular en los últimos años?
Cada cierto tiempo occidente descubre oriente. En los cincuenta Akira Kurosawa estrena Rashomon en Cannes y se descubre el cine japonés, siendo que había existido toda la vida, es muy antiguo. Pero claro, hay ciertas cosas que tocan la sensibilidad. Y de repente llega esta cultura coreana y está lleno de chicos en Latinoamérica que son fanáticos de su música. Lo que sí yo creo que ha sido muy importante para este fenómeno es que los gobiernos se toman muy en serio el apoyo a la difusión de la cultura popular de esos países, entendiéndolos como embajadores culturales y económicos sin prejuicio alguno.
¿Crees que acá es distinto?
Acá hay una mentalidad más conservadora. Un ejemplo muy claro fue cuando vino el embajador de Japón y le regaló una figurita de Pokemón al presidente Boric, porque él había dicho en una entrevista cuál era su pokemón favorito. Y hubo críticas tremendas; eso es no entender. Para Japón, Pokemón trae divisas al mismo nivel que Sony o que las marcas más importantes, como lo entendió Inglaterra con los Beatles. Apoyan, difunden. Obviamente que lo del K-pop no se hace solo, hay un aparataje estatal detrás de apoyar, fomentar, poner plata, darle vitrina. Es lo que los gringos entendieron con Hollywood: hoy día, como decía Wim Wenders, tenemos el subconsciente colonizado; si tú no has ido a Punta Arenas no sabes cómo es, pero todos tienen una idea de cómo es Nueva York porque lo has visto en las películas.
Hay cosas que hacen muy atractiva la cultura japonesa y oriental en general, que hacen que los adolescentes estén hoy en día muy enganchados con eso. Nosotros aprendemos de niños leyenda y mitología; de Chile conoces la Pincoya y un par más, pero todos conocen a los elfos, los dragones chinos, porque todo viene de su mitología, al final todo eso es parte de la cultura antigua, las historias y las leyendas transformadas en productos de la cultura popular.