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El gato y la caja, por Carolina Illino
Entrevistas

Florencia González y Juan Cruz Balian: Los números y las palabras de El Gato y La Caja

Carolina Illino Por Carolina Illino

Una de las directoras y uno de los editores de esta plataforma argentina interdisciplinaria, que busca entender y cambiar el mundo a través de la ciencia y el diseño, visitaron Chile para presentar su catálogo editorial, que se puede encontrar en internet y también en librerías. [Créditos portada: Carolina Illino]

Su primera publicación la financiaron en un par de días. Eran oficialmente tres amigos, dos investigadores y un diseñador, que ya llevaban cerca de un año haciendo publicaciones en Twitter del concepto con el que existen hasta hoy (que tienen más de 20 libros publicados, cuyos contenidos —más otros adicionales— se pueden revisar gratis en su web): juntar diseño con ciencia, «para entender el mundo y darle forma». Hicieron un crowdfunding para imprimir un anuario con los contenidos que venían publicando gratuitamente. El 13 de abril de 2015 publicaron la campaña, el 16 de abril ya la habían financiado, y finalmente recaudaron el 275% de la meta, gracias a 989 colaboradores. Hicieron dos anuarios más, hasta que publicaron Un libro sobre drogas (2017), y desde ahí no dejaron de hacer libros, ni de publicar todos sus contenidos en internet. 

Florencia y Juan están desde los comienzos de Gato, como le dicen coloquialmente al proyecto. Ambos llegaron a través de Pablo, uno de sus fundadores. Florencia estaba empezando una relación con él y los ayudó con los números. «Muy rápidamente me involucré para darles una mano con cómo se estaban organizando con los números, fue mi primera pregunta: si tenía alguna planilla o cómo lo hacían. Y cuando me pasaron lo que estaban usando casi me muero; ¡eso no es una planilla! Rápidamente le di forma a cómo se organizaban con eso, sobre todo cuando tuvieron que empezar a vender». Lo primero que vendieron fue una taza. Florencia veía los números del proyecto, mientras mantenía otro trabajo formal. En 2020 renunció y se dedicó por completo a Gato.

Juan era amigo de Pablo, y recuerda que cuando los tres fundadores empezaron, publicaban notas en el blog con frecuencia semanal y, como escribían ellos y convocaban a otros científicos, necesitaron ayuda con la edición de textos. «El primer año escribí una nota, el segundo año escribí una nota y edité algo… La primera nota que escribí fue Anatomía de un chiste, sobre la pragmática. Yo estaba muy fascinado porque había aprendido recién en la facultad y Gato funcionaba así: un modo divertido de socializar ese conocimiento que solamente adquieres si vas a una casa de estudios». El segundo año empezó a escribir cuentos de ciencia ficción, que se publicaban una vez al mes y que luego se convirtieron en el libro Simple e imperfecto (2021). Hoy es editor en Gato y está a cargo de la colección Espacio Negativo, novelas de ciencia ficción que se suman a libros científicos sobre salud mental, clima, la conciencia, la inteligencia artificial y el capitalismo. De las tres personas originales hoy ya son veintidós.

El primer recuerdo de Florencia relacionado con libros es leer el diccionario «de chiquita. me acuerdo en la primaria porque tuve un error ortográfico que se burlaron y dije: voy a estudiar». 

¿Te acuerdas de cuál fue ese error? 

Por supuesto, escribí hubo sin h y con V corta y me hicieron un chiste del esposo de la uva; me acuerdo patente, nunca me voy a olvidar.

Juan: En mi caso, desde que tengo uso de memoria mi mamá principalmente siempre me regaló libros. Estábamos suscritos al «Club del libro» se llamaba, hacía el pedido y tenía que esperar como un mes a que traigan el libro a casa, pero el día que llegaba era una fiesta. Me acuerdo de chico la primera edición que tuve de El señor de los anillos. Lo único a lo que mi mamá jamás me dijo que no, es a los libros. Primero me encantaban las historias de terror y Julio Verne, después descubrí Stephen King y cuando ya era un joven idealista me encontré con Cortázar y ahí se terminó de armar el vector que me trae hasta acá. 

¿Y con la tecnología o con lo digital cómo ha sido su relación histórica?

Florencia: Soy de la generación que conoció internet, que nació sin internet. De mi generación, creo que lo que más me gusta es que conocemos la otra vida. Me acuerdo de estar chateando con mis amigas en Australia, era espectacular. Pero por ejemplo ahora no hablo todos los días con Chat GPT —hay personas del equipo que sí—, Pablo (González, fundador de Gato) todos los días lo tiene abierto y ya tiene una dinámica de trabajo con esa tecnología. Yo lo uso solo cuando necesito resolver algo muy puntual. 

Juan: Como mi viejo es analista de sistemas, primera generación de cuando salió esa carrera en la Universidad Tecnológica Nacional en Argentina, yo me acuerdo de que hubo computadora en casa desde muy chiquito, te diría 1989. Podía jugar videojuegos que se ponían en un casete de audio y en un grabador y el grabador se conectaba a la computadora, la computadora al televisor, se cargaba el juego durante dos minutos que se reproducía ese casete y ahí se podía jugar.

Un libro sobre drogas fue el primer libro de la editorial, después de tres anuarios. «Se vendió mucho más con los años; fuimos muy precursores, fue un libro que traspasó la comunidad alrededor de Gato», cuenta Florencia. En su versión gratuita y online tiene más de un millón de visitas, y hasta ahora tiene más de diez mil lecturas al mes, sin que lo promocionen. En 2022 empezaron a distribuir en librerías y a llegar a otros mercados como Uruguay, Perú, y en Chile, donde llegan a librerías con la distribución del Fondo de Cultura Económica. Desde 2018 se financian también a través de los llamados «bancantes», que son alrededor de 1.700 personas que aportan mensualmente para que Gato siga existiendo gratis para todos.

¿Saben algo de los bancantes?

Juan: Los empezamos a conocer porque eran los que iban a los eventos, respondían lo que fuere y eso también hizo que desarrolláramos canales de comunicación con esas personas, porque había mucho interés en establecer esos vínculos. Hoy tenemos un newsletter y un canal de slack, que es un espacio más para que hablen ellos, se han hecho salidas de bancantes…

Florencia: ¡Se han casado!

Juan: Lo importante no es tanto ni el número de bancantes que sean ni la cantidad de plata que ingrese por ahí, sino tiene que ver con la posibilidad de tener una comunidad activa que te da feedback. Hay libros que hemos hecho con procesos abiertos, subiendo a internet los borradores, para que las personas que están interesadas puedan ir dando esa retroalimentación. 

Parte del catálogo de El Gato y la Caja disponible en librerías y su sitio web. Créditos: El Gato y la Caja

En el Breve atlas anecdótico de la ciencia (2019) se incluyen notas al pie con correcciones y comentarios incorporados por personas que leyeron versiones del borrador publicadas en internet, gratis. «Porque Gato es un proyecto en cierta medida político, no partidario, pero sí político en la medida en la que tenemos un deseable de mundo. Nos podemos imaginar, lo podemos construir en base a ciencia, diseño, literatura, comunicación y otras cosas: cómo sería un mundo mejor. Y ese mundo, entre otras cosas, es compartido. Entonces si nosotros ponemos un paywall o una publicidad de pantalla completa que impide u obstaculiza el acceso a la información estamos siendo inconsecuentes con nuestro propio deseable de mundo».

¿Tienen una forma de trabajo particular, al tratarse de ciencia y diseño?

Florencia: Cuando empezamos un proyecto, no solo editorial, por ejemplo cuando vamos a pensar la campaña para vender el libro que vamos a hacer, hacemos una reunión de kick off que suele ser de mucha gente del equipo y personas que quizás después no van a seguir en las mesas habituales semanales de ese proyecto. Pero en esa primera reunión la idea es incluir las distintas miradas desde los distintos roles, la interdisciplina que nos caracteriza. Entonces en el libro La máquina ingobernable participó Lucas; él está en la parte de administración y negocio de Gato, pero participó en ese libro.

¿Se les ocurre algún cambio que hayan incorporado en su vida diaria a partir de algo que hayan aprendido por libros o experimentos que han hecho?

Florencia: Ezequiel (Arrieta, autor de La invención de la comida) fue una persona que nos transformó un poco a todos.

Juan: Me acuerdo en el almuerzo que descubrimos todos que el maní era una legumbre y que hace muy bien, que está bueno comer maní y ahora claro en la cocina hay un frasco de maní, que está siempre disponible. 

¿Ustedes se consideran optimistas o pesimistas respecto al mundo en el que vivimos?

Florencia: Yo creo que optimistas, porque estamos haciendo todo lo que podemos. Nuestra región es una de las más afectadas por el cambio climático y decidimos hacer un libro desde acá, para atacar eso. Mucho de lo que hacemos tiene que ver con mejorar el presente y el futuro de las personas, de los sistemas, de un montón de cosas. Entonces yo creo que si fuésemos pesimistas nos dedicamos a otra cosa. Para mí, Clima (2022) fue un libro que fue transformador: fue un trabajo muy largo y que empezó siendo muy pesimista, la tapa tiene las letras rojas arriba y después se volvió verde porque se convirtió en un libro que propone que hay esperanza y que podemos transformar lo que está pasando.

Juan: Pesimismo de la razón, optimismo de la voluntad, como dicen. En realidad hay algo que incorporamos cuando evolucionamos de esa mirada más de ciencias más duras y empezamos a incorporar otras miradas más desde las ciencias sociales, de las artes; entendimos que entender el mundo requiere entender su historicidad, por eso tenemos libros ahora como La invención de la comida (2023) o La máquina ingobernable (2024), que son ensayos históricos que buscan entender el devenir del mundo. Si vos mirás el devenir del mundo te da ser optimista, porque lo cierto es que en promedio como una unidad la humanidad va realmente progresando y vamos mejorando los indicadores y vamos adquiriendo cada vez más conocimiento sobre el universo, es un viaje alucinante. Yo más que nada te objeto la pregunta porque es una falsa dicotomía, qué sé yo, es complejo. ¿Viste Intensamente, la del recuerdo feliz y triste al mismo tiempo? Bueno, el futuro también es feliz y triste al mismo tiempo.

Un libro que recorre la historia desde la Revolución Industrial hasta el presente, y divide el capitalismo en cuatro fases distintas. Créditos: El Gato y la Caja
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Carolina Illino

Periodista con experiencia en instituciones culturales y medios de comunicación impresos y digitales. A través de los nuevos formatos, se empeña en revivir maneras analógicas de conectarnos.

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