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Entrevistas

Gabriela Wiener, escritora: «Es necesario cambiar de pose»

Carolina Illino Por Carolina Illino

Aunque la frase se refiere a un kamasutra de posiciones para escribir, la autora Gabriela Wiener también ha transformado su experiencia a distintos formatos, que van desde las crónicas periodísticas hasta teatro, novelas, poemas, e incluso formatos que se salen del texto. [Créditos portada: María Ródenas]

«Escribo tumbada con mi portátil en la panza y me siento cuando veo que voy por buen camino. Luego vuelvo a aflojar. Cambio de posición como en un kamasutra de la escritura conmigo misma. Es necesario cambiar de pose porque si no te escaldas de lo gran escritora que eres», cuenta sobre su manera de escribir la autora peruana radicada en España, quien entró en la lista larga de las obras finalistas del Premio Booker Internacional 2024 por su novela Huaco retrato (Literatura Random House, 2021).

Desarrollas distintos formatos de escritura y expresión, a los que en los últimos años se han sumado el teatro y la poesía. ¿En qué momento del proceso creativo te surge el formato?

Por lo general todo empieza con un texto. Hace poco escribí un relato, pero luego vi que tenía más potencial como obra dramática e incluso para ser representada, así que el texto fue mutando. Los formatos son móviles, todo puede terminar en otro lado. He hecho cómic que se ha vuelto crónica sonora que se ha vuelto texto. El formato es algo en lo que se piensa en un momento más pragmático.

Has publicado con editoriales grandes y otras más independientes, ¿cómo ha sido tu experiencia con esa diferencia?

Esto depende del momento histórico. Hay épocas que demandan un compromiso con la edición independiente y otras con la edición multinacional. Básicamente la diferencia es que a veces necesito comer. Ahora mismo me siento en un equilibrio interesante, publicando novelas en las grandes y poesía y teatro en las feministas.

En Chile, Los Libros de la Mujer Rota editó el libro Una pequeña fiesta llamada eternidad (2023), segundo poemario de Gabriela. «Yo era la que hacía los recitales en las formaciones de los lunes, salía a declamar Los heraldos negros con mímica y todo. Las niñas y niños del Perú tenemos la suerte de que nos den a leer a Vallejo desde el jardín de infantes, por eso tenemos un sentimiento trágico de la vida, pero también la vara muy alta en cuanto a gustos poéticos», relata sobre su historia con la poesía. «Es decir, que para cuando nos dan a leer Neruda nos suena a Corín Tellado. Somos de alta cocina y alta poesía, podríamos sobrevivir solo con comida y poesía peruana, no necesitamos nada más. Leemos Trilce antes de que nos venga la regla. Nos hicimos humanistas antes que feministas. Desde los seis años escribo poesía amorosa. En la adolescencia empecé con el surrealismo. Luego ya me puse en plan Sylvia Plath y Pizarnik todo el rato, coqueteos con la muerte y la otra que soy deseándose otra».

En “Huaco retrato” Gabriela Wiener reflexiona sobre la descolonización, el racismo y la identidad. Créditos: lasexta.com

¿Cuando comenzaste a escribir los poemas de Una pequeña fiesta llamada eternidad?

Desde la pandemia. Empecé a publicar poemas en mi columna de elDiario.es en lugar de textos de opinión, porque todos nos sentíamos un poco poéticos en esos días y por qué no había mucho que vivir para afuera, todo para adentro. El poema «Ama rápido» es el que marca el tono. Todo va de que hay que darse prisa en construir el refugio antiatómico. Luego recuperé otros textos que había publicado en El Salto que, aunque los escribí antes, ya tenían ese aliento apocalíptico. Tenía otro puñado de poemas sobre el deseo que funcionaban bien con los demás, porque el sexo siempre es un tema un poco desesperado.

Así dice un extracto de Ama rápido:

«Me dan ganas de organizar
una pequeña fiesta llamada Eternidad,
como en mi adolescencia limeña
de apagones y bombas y ron con Tang.
Y secuestrar a las personas
que se han atrevido a visitarme
y que terminarán inevitablemente
fugándose como se fuga el hielo».

¿Cómo se conocieron con Claudia [Apablaza] y cómo ha sido trabajar juntas?

Parece que coexistimos en Barcelona a mediados de la primera década de los dos mil, pero no cruzamos caminos. Nuestra teoría es que estábamos en esa etapa de la ardilla que roe sola su castaña y se junta únicamente con españoles para sentirse integrada. Creo que realmente profundizamos y nació la amistad en una feria del libro en Santiago en la que cada una hizo una lista de la gente de la literatura con la que habíamos follado y teníamos varias tristes coincidencias. Como hermanas de leche decidimos que algún día publicaríamos juntas. Y aquí estamos. Ella como editora y yo como escritora. Aunque en realidad somos dos escritoras que han vuelto a encontrarse en Madrid y que tienen varios proyectos en común, como Sudakasa, la residencia para escritoras que estamos construyendo en Castilla, la Pancha, España, y eso es mucha felicidad.

¿Cómo fue el trabajo de edición?

Maravilloso. Claudia es una editora brillante. Me alegra mucho que la primera edición de Una fiesta… sea chilena, como Claudia. Me mutiló algún poema malo. Hizo algunas sugerencias de formato, de orden, de cambio u omisión de algunos versos que no encajaban. Luego decidimos juntas la idea de portada que la diseñadora plasmó a la perfección. Estoy muy contenta.

Los Libros de la Mujer Rota, 2023

En varios de tus poemas aparecen los lugares que has habitado. ¿Cómo es tu relación con el arraigo y los lugares?

Escribo sobre la experiencia, con lo cual mi vida como migrante, en la diáspora, las comunidades que me acogen, mis desplazamientos, están narrados a fondo en mi periodismo y mi literatura. El tema de las casas, el habitar casas de otros, las mudanzas, el tema de la vivienda siempre me ha fascinado.

El 2023 fue una de las escritoras que empezó con Sudakasa, «un espacio de experiencia para la escritura y el arte en comunidad», ubicado en la localidad de Illana, en España, conformado por artistas migrantes, originarios de Latinoamérica. «La experiencia está empezando, ya te diré en un tiempo cómo ha sido. Tuve algunas experiencias medianamente colectivas, pero es la primera vez que somos varias migrantes latinoamericanas gestionando un espacio que quiere orientarse a la creación comunitaria. Es la mejor forma de crear, pero no solo de producir, también de habitar el mundo, de acompañarnos, apoyarnos, cuidar y cuidarnos. Somos varias compañeras que le estamos poniendo fuerza a esta idea. Ojalá siga creciendo».

¿Cómo dirías que se hace activismo desde lo cotidiano en estos tiempos?

Sudakasa es una idea práctica.

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Carolina Illino

Periodista con experiencia en instituciones culturales y medios de comunicación impresos y digitales. A través de los nuevos formatos, se empeña en revivir maneras analógicas de conectarnos.

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