Tras una larga trayectoria en el circuito editorial independiente y en La Furia del Libro, Galo Ghigliotto sorprendió en agosto del 2019 con un repentino cambio, al tomar un nuevo rumbo hacia la edición universitaria y académica. Del nicho independiente y de la narrativa joven que caracteriza a la Editorial Cuneta, fundada en 2009, el escritor y editor ha dado un paso al costado para emprender este desafío que busca darle una nueva cara a la Editorial Universidad de Santiago, sello que desde el año pasado comenzó a mostrar sus primeros cambios, como una inédita participación en la versión política de la Furia del Libro.
Nos contactamos con Galo Ghigliotto para conversar sobre este nuevo desafío, sus motivaciones, las sorpresas que ha tenido en este nuevo proyecto, su pasado como editor independiente y las distinciones de los dos mundos en que ha llevado a cabo su trabajo. También hablamos sobre el momento actual de la industria editorial en el contexto de la pandemia que ha tenido al mundo entero al cuidado de sus consecuencias.
—Para comenzar, con respecto a este nuevo proyecto en la editorial de la Universidad de Santiago, ¿cuál es el mayor desafío de dirigir una editorial de estas características?
—Sin lugar a dudas es mantener una coherencia, toda vez que hablamos de un catálogo compuesto por libros que responden a la misión de difundir conocimiento y cultura, en el que se cuentan publicaciones académicas –desde las más teóricas a las más técnicas–, de divulgación, infantiles y juveniles, de creación literaria, de arte y fotografía, memoria, etc. Para lograr esto es fundamental repensar un catálogo editorial homogéneo en cuanto a sus procesos de edición, además de un diseño editorial que presente una identidad. Me anima la posibilidad de entregar una gran cantidad de contenidos desde una universidad que posee uno de los mejores cuerpos académicos del país. Además, al pertenecer a una entidad pública podemos operar con una lógica independiente que nos permite publicar títulos que son de suma importancia para el fondo editorial nacional, sin restringirse por motivos comerciales.
—¿Cómo te gustaría direccionar este proyecto? ¿Esperas acercarlo a un público que salga del nicho académico y universitario?
—La idea es hacer que nuestras publicaciones tengan una llegada a un público más amplio. Tomando en cuenta que una de las misiones de la Universidad es posibilitar a las generaciones futuras el avance del conocimiento, me parece que realizar un trabajo que se difunda entre lectores tempranos, pensando títulos que sean un aporte desde la infancia en adelante, es algo que debe hacerse; por ejemplo, incluyendo libros de literatura infantojuvenil en nuestro catálogo.
—Con respecto a Editorial Cuneta, ¿cuáles fueron sus motivaciones iniciales? ¿Cómo fue cambiando el panorama de la literatura independiente en esos 10 años de trabajo tanto en la editorial como en la Furia del Libro?
—La historia de Editorial Cuneta da para una novela y, a decir verdad, es muy posible que la escriba. El solo hecho de pensar que Cuneta –como cualquier otro proyecto editorial independiente–, nace a contrapelo en un país donde el éxito tiende a medirse siempre por resultados económicos, y donde a nivel legislativo el libro parece estar siempre postergado, sirve para hacerse una idea. Las motivaciones de crear esta editorial fueron varias, pero te diría que la motivación principal fue aportar en un país con escasa existencia de editoriales con la posibilidad de ofrecer literatura de autores de diversos lugares, tratando de sortear las dificultades en un país de pocos lectores y con tirajes bajos que reducían las opciones de adquisición de derechos extranjeros.
En ese sentido, hay que mencionar que el panorama editorial ha cambiado radicalmente en los últimos diez años, lo cual es un logro de la edición independiente nacional en su conjunto, de los gremios que han nacido para apoyarse, como la Cooperativa de Editores de la Furia o Editores de Chile. Al inicio de Cuneta, en 2009, eran pocas las editoriales operando, y las que había tenían producción esencialmente local. Hoy en día es posible encontrar editoriales que ofrecen traducciones de primera, de autoras y autores relevantes en el panorama mundial.
—Tomando en cuenta tu trabajo en la edición independiente y la universitaria, ¿qué diferencias ves en las formas de trabajo que estos tienen?
—Buena pregunta, aunque la respuesta es más extensa de lo que pueda incluir aquí. Debemos tomar en cuenta que dentro de las editoriales independientes el trabajo es muy disímil: algunas se especializan en traducciones, otras en primeras obras, en reediciones, en libros de géneros y temas diversos. Si tuviera que elegir una diferencia fundamental, tendría que referirme al trabajo con los autores y los contenidos propuestos. En el caso de la edición independiente la mayoría trabaja con escritoras y escritores, personas insertas de diversas maneras en el mundo del libro; en el ámbito académico en cambio, la variedad de autores se dispara, en tanto que muchos son académicos o académicas cuya primera labor es la docencia y la investigación, de la cual surge un libro como manera de difundir un determinado contenido. Se trabaja entonces con personas que se sorprenden al conocer las dificultades del mundo editorial –difusión, elección del tiraje, diseño de portada–.
Esto tiene un lado muy entretenido, ya que cada experiencia editorial es como extender una invitación a una persona comprometida con el conocimiento que, por su oficio, desconocía algunos aspectos de la producción de un libro.
—Me gustaría preguntarte sobre tu trabajo en el contexto actual. ¿Cómo siguen trabajando con Editorial USACH en estos tiempos de pandemia?
—Para nosotros en Editorial USACH el trabajo continúa, claramente no de la misma manera que antes, pero cada miembro del equipo ha seguido avanzando en sus respectivas labores. Desde el comienzo de la pandemia la Universidad tomó la precaución de proteger a su comunidad, optando por el teletrabajo. Nos hemos enfocado en continuar con nuestro compromiso con la comunidad y la difusión de contenidos, por lo que hemos dado un giro hacia la liberación de material en formato digital, mediante ISSUU y sus descargas en PDF. Por otra parte, ya que hemos tenido que cancelar eventos, como el lanzamiento de Simetría, de Mauricio Olivares –un libro que es la “biblia” del mercado eléctrico nacional–, así como la presentación de una versión comentada de la Constitución vigente, editada por Juan Pablo Ciudad, nos hemos preocupado de que estos contenidos sigan llegando al público ya sea a través de la plataforma digital, o en forma física con la distribución de libros mediante empresas que han seguido despachando libros en este contexto, como Buscalibre.com y Librería Bros.
—¿Consideras que se verá afectada la industrial del libro? ¿De qué forma?
—Con respecto a la industria editorial, temo que se viene un escenario difícil. Lógicamente esto será mucho más amplio, pero es muy probable que el mundo de la edición sufra más, en tanto que nadie en este momento está pensando en aplacar las dificultades implicadas. Por otra parte, para muchos el libro no es un bien de primera necesidad. Pero a la vez llega la hora de reconocer que el mundo del libro, al menos en Chile, posee amplios e importantes sectores que se han mantenido en un estado constante de supervivencia, por lo que estimo que las editoriales independientes y universitarias encontraremos formas de seguir haciendo lo nuestro.
—Y más allá de los libros, ¿qué cambios crees que le traerá a Chile y el mundo todo lo relacionado con la pandemia y la cuarentena?
—Me encantaría creer en Chile y su destino, pero en base a la historia supongo que los cambios que muchos esperamos necesitan de otros procesos sociales que no se vislumbran en el horizonte. Me llamó poderosamente la atención una entrevista que le hicieron hace poco, en el contexto de esta crisis, al sociólogo francés Alain Touraine, en la que señala que hoy en día existe “un vacío”, “una ausencia de actores, de sentido, de ideas, de interés incluso”. Todo está por verse. Es lo hermoso y lo trágico de la narrativa de lo real, que siempre nos sorprende en un grado máximo.