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Entrevistas

Guillo: “El humor gráfico contribuye a la democracia”

Pablo Espinosa Por Pablo Espinosa

Guillo es uno de los grandes humoristas gráficos chilenos. En los años 80 hizo historia al desafiar la dictadura militar desde la revista APSI. Hoy, retirado de la prensa, no baja la guardia y sigue cuestionando al poder, pero desde las plataformas digitales. Conversamos con Guillo sobre la capacidad democrática del dibujo editorial y sobre...

Guillo es uno de los grandes humoristas gráficos chilenos. En los años 80 hizo historia al desafiar la dictadura militar desde la revista APSI. Hoy, retirado de la prensa, no baja la guardia y sigue cuestionando al poder, pero desde las plataformas digitales. Conversamos con Guillo sobre la capacidad democrática del dibujo editorial y sobre la nueva edición de su libro Pinochet ilustrado.

Guillo. Crédito foto: Carla Pinilla

A Guillermo Bastías (1950), más conocido como Guillo, no le gusta dar entrevistas. Dice que siempre queda como un amargado e izquierdista dogmático. No es ninguna de las dos cosas. Más bien, es un tipo amable, tolerante, que sonríe frecuentemente. Se pone firme, sin embargo, al hablar de corrupción y a la necesidad de crear una democracia sólida, compuesta por ciudadanos críticos e informados; tarea a la que busca contribuir desde el humor gráfico.

La lucha de Guillo por la democracia comenzó en Chile en los años 80, en dictadura. Después de haber estado en Alemania estudiando cine, volvió a nuestro país a los 29 años y se integró como dibujante a la revista APSI, conocida por ser un medio de oposición. La situación más delicada la vivió en 1987. Guillo hizo la portada número 214 de la revista, con el título “Las mil caras de Pinochet (mi diario secreto)”, que provocó que los ejemplares fueran requisados y el director y un editor de la revista fueran detenidos por varios meses, bajo la acusación de asesinato de imagen según lo establecido por Ley de Abusos de Publicidad. Guillo, por suerte, no fue detenido, aunque estaba preparado.

La primera vez que Guillo fue censurado por un medio de comunicación, paradójicamente, no fue en dictadura. En los años 90 —cuando la revista APSI ya había dejado de existir—, Guillo colaboraba con el diario La Nación, que le pidió suavizar una viñeta para no incomodar a La Moneda. Guillo se opuso y dejó el medio, para mantener la libertad que para él es intransable. “Uno debe apasionarse con la dignidad de su profesión”, afirma.

Fue así como Guillo comenzó a publicar humor gráfico en internet. “Me negué a trabajar con la censura vergonzosa y humillante de los grandes consorcios periodísticos de la prensa chilena —explica—. Por eso, junto a montón de amigos lectores creamos la primera web de humor en internet. Se llamó ‘Humor Libre en la Red’. Estuvo varios años apoyado por muchos suscriptores que donaban 1.000 pesos mensuales por tener semana a semana un dibujo editorial. Fue una bella experiencia humana”.

Hoy Guillo tiene su propio sitio web y está activo en Facebook, Twitter e Instagram. “La ventaja de publicar en los espacios digitales es que te saboreas con la libertad de creación y la ausencia de censura. Además, está la enorme cantidad de gente a la que llegas con tu dibujo. Un dibujo que hice a raíz de la visita del Papa a Chile la vieron 4 millones de personas”. Las redes sociales son también el espacio en el que Guillo puede comunicarse más directamente con las nuevas generaciones. “Admiro a la camada de nuevos jóvenes surgidos en los últimos años. Tengo mi esperanza en ellos. Mis dibujos están dedicados principalmente a ellos”, considera.

La ventaja de publicar en los espacios digitales es que te saboreas con la libertad de creación y la ausencia de censura.

Algunas de las publicaciones de Guillo son Diccionario ilustrado del fútbol (2001), con textos de Francisco Mouat y Patricio Hidalgo; Estamos indignados (2011) y Pinochet ilustrado, publicado el 2008 por primera vez y reeditado el 2018 por Reservoir Books.

En Pinochet ilustrado es posible encontrar la historia reciente de nuestro país, desde la dictadura militar hasta la muerte de Augusto Pinochet. El protagonista es, por supuesto, Pinochet, el que Guillo comenzó a dibujar en la revista APSI, solo insinuándolo físicamente —era peligroso hacerlo de otra forma— con capa, lentes oscuros y una corona. La gente, entonces, llamaba a este personaje “El reyecito”. El libro comenta con humor la contingencia y hechos como el Golpe Militar y el juicio en Londres.

—En dictadura, has comentado, tu humor sirvió para matar el miedo, exponiendo la ridiculez del dictador. ¿Cuál es el temor que crees necesario corroer en la actualidad?
—Los temores sin duda han cambiado. La dictadura cambió lo lúdico de mi existencia universitaria por la supervivencia, la pena y el dolor. Del temor a que a te detuvieran, te torturaran o decidieran dejarte con vida o no, se ha pasado hoy al nuevo temor de perder el trabajo o arruinar la carrera laboral por lo que diga o haga. El temor a organizarse, movilizarse y luchar por los derechos ciudadanos y el abuso instaurado en la dictadura y mantenido después. Lo veo en  aquella lamentable frase: “Da lo mismo, igual hay que trabajar”.

—Tu libro Pinochet ilustrado se reeditó el año 2018. ¿Qué crees que nos dice su vigencia?
—La dictadura sigue presente en las leyes abusivas y en la ausencia de leyes contra ese abuso. Sigue presente en instituciones que no elegimos para nosotros, como son las AFP en pensiones y las Isapres en salud, por dar un par de ejemplos. ¿Si las AFP son tan buenas, por qué las Fuerzas Armadas no están en ellas y tienen un sistema diferente de reparto? Eso hace que no tengamos una democracia real y seamos un país de ciudadanos poco informados, no educados políticamente para decidir qué conviene al desarrollo de nuestras vidas y de nuestras familias. El libro sigue vigente porque es un registro histórico de una realidad reciente que nos tocó vivir como país, y los libros históricos nunca mueren para el lector.

—Justamente, el historiador Gabriel Salazar calificó Pinochet ilustrado como historia ciudadana. ¿De qué forma crees que contribuye la revisión hoy del humor gráfico que se hizo en dictadura en Chile?
—Nuestro trabajo está basado en eventos de la vida real. No es solo imaginación. Es imaginación alimentada por la realidad. Por ello, es una información valiosa de qué nos ocurrió y de cómo ocurrió. En qué consiste el pensamiento fascista, de carácter autoritario, antidemocrático y conservador en lo económico y religioso. Es información sobre lo absurdo y ridículo de sus acciones desde la mirada del humor gráfico.

—¿Te nutres también de los libros? Se sabe que eres dueño de una gran biblioteca.
—Lo que he hecho en forma profusa ha sido bucear en los libros de historia y todas las enciclopedias posibles. Me encantan. También soy asiduo a libros de ilustraciones, de gráfica y de dibujantes de otros países, especialmente los de Europa. Admiro al dibujante francés Sempé, a los mexicanos Boligan y Kemchs y al español El Roto. La biblioteca de mi casa está conformada mayoritariamente por muchos libros de dibujantes que me interesan y por regalos recibidos cuando me ha tocado viajar por exposiciones, charlas o como jurado de concursos de humor gráfico. Esta semana estoy releyendo el libro de Christopher Hitchens, Dios no es bueno.

—¿Puede el humor contribuir a la construcción de una democracia?
—Por supuesto. Creo que las democracias sólidas y reales se consiguen con mayor educación e información en la ciudadanía. El humor gráfico editorial es un elemento más que contribuye a ello y lo logra de manera amena e interesante. Queda mucho que hacer en este país. En esta tarea siempre estará aquel humor gráfico honesto, valiente y soberano invitando a una reflexión, instalando pensamientos positivos en la gente, preguntándose y preguntándonos: ¿Somos felices? ¿Nos gusta la vida que tenemos?

Siempre estará aquel humor gráfico honesto, preguntándose y preguntándonos: ¿Somos felices? ¿Nos gusta la vida que tenemos?

—Finalmente, ¿es Chile un país serio?
—Supongo que el término serio se refiere a si funcionamos como país más o menos bien. En algunas áreas me parece que sí y en otras no. Somos serios, por ejemplo, en cuanto a la seguridad para inversión externa. Somos serios en la capacidad y la mentalidad organizativa que tenemos como ciudadanos, lo que no es poco. Somos serios cuando la gran mayoría pagamos nuestros impuestos.

En lo que no somos nada serios es en la igualdad ante la ley y la justicia. No hay sanciones severas a los delitos de cuello y corbata. En los últimos años se ha destapado el abuso y la corrupción que existía a todo nivel. En el empresariado, en el Parlamento, en las Fuerzas Armadas y en la Iglesia. Pero nadie tiene cárcel como condena. Pareciera que las leyes sancionadoras las hicieron ellos a la medida de sus delitos o no se han molestado en hacerlas. Entre otras varias cosas, en eso, no somos nada serios.

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Pablo Espinosa

Licenciado en Filosofía de la Universidad Alberto Hurtado, Magíster en Periodismo de la Pontificia Universidad Católica de Chile y Magíster en Literatura Infantil de la Universidad de Castilla-La Mancha. Es uno de los fundadores del proyecto Ojo en Tinta: podcast, revista digital y programa de televisión. En la actualidad, trabaja como investigador en la Biblioteca Nacional de Chile.

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