Quizás habría sido entretenido alimentar el enigma sobre Lectora de metro, personaje de Instagram y Twitter que desde hace poco más de tres años recomienda libros a sus seguidores y publica breves reseñas. Pero lo que hace Paula Riveros, diseñadora y creadora de la cuenta, resulta interesante entre medio de la figuración que predomina en las redes. Con nula referencia hacia su persona, y sin estudios académicos sobre literatura, Riveros destaca publicaciones basada en sus gustos como lectora, sin pretender simular otra cosa. Si vamos a hablar de libros, entonces hablemos de libros, piensa. De ahí que no aparezca en ninguna foto y que el nombre de la cuenta apele a una usuaria del transporte que lee mientras se mueve por la ciudad, como podrías hacerlo tú o podría hacerlo yo.
Pero en este período, poca gente se está desplazando por la ciudad. Y debido al contexto de cuarentena y distanciamiento social muchas editoriales han liberado títulos, a la vez que las librerías se las han arreglado para generar espacios de encuentro entre escritores y lectores a través de las redes sociales. A cada una de esas iniciativas está atenta Paula Riveros, compartiendo datos y links para descargar, además de las lecturas que suele recomendar. Reconoce, eso sí, que en estas última semanas le ha costado leer, así que ha creado un par de ejercicios para no abandonar uno de sus hábitos preferidos.
—¿Cómo surge tu relación con los libros y la lectura de manera tan estrecha?
—Desde chica me gustaba leer, pero no tenía tantos libros en mi casa. Estaban estas típicas colecciones chicas de libros Larousse, cosas así y mis papás trataban de comprarme. Después, cuando estaba en la media, heredé parte de la biblioteca de un tío que tenía muchos libros antiguos. Mi tío leía mucha ciencia ficción y yo me quedé con casi todos. Había libros de Isaac Asimov, Ray Bradbury, Herbert G. Wells, varias primeras ediciones de Quimantú, de Andrés Bello y de Editorial Nascimento.
—¿La heredaste porque tu tío falleció?
—No, esos libros estaban en la casa de mi abuela y cuando ella falleció empezamos a sacar las cosas. Tenía un clóset en una pieza que nunca nadie había explorado y había muchos libros de mi tío escondidos. Para el golpe de Estado mi tío estudiaba en la Usach, entonces tuvieron que esconder mucho de sus libros en el patio. Había hartos títulos que eran de izquierda. Mi abuela hizo un hoyo, escondió los libros, después los rescataron y los dejaron en ese clóset y ahí yo me los quedé. Fue entretenido descubrir ese tipo de libros tan viejos pero que a la vez estaban tan bien cuidados.
—¿Ahí empezaste a leer mucho?
—Yo soy de Santiago pero me fui a La Serena a estudiar diseño. Allá vivía a dos cuadras de la biblioteca y no tenía mucho qué hacer, porque en ese tiempo no había mucho acceso a internet. Entonces cuando no tenía que hacer cosas para la universidad me iba para allá. Leí todo lo de Bukowski, porque tenían colecciones completas de libros. Ahí empecé a leer harto y como viajaba a Santiago seguido leía mucho en bus. Después, cuando volví a Santiago, el primer trabajo que tuve quedaba muy lejos de mi casa, tenía que andar en transporte tres horas al día. Era terrible andar en metro sin hacer nada, entonces empecé a agarrar libros y me di cuenta que como andaba tanto en metro leía mucho, como dos libros a la semana, libros cortos, porque los grandes lo leía en la casa.
—¿Por qué decidiste crear Lectora de metro y qué impresiones te ha dejado la experiencia?
—Al inicio solo le sacaba fotos a los libros, no escribía reseñas. La hice porque mis amigos me decían que como leía tanto, podía tener una cuenta de Instagram donde recomendara lecturas. Me ha hecho muy feliz tener esa cuenta. Que alguien me diga que leyó un libro porque yo lo recomendé lo encuentro hermoso. La cuenta es de nicho, porque no son libros muy populares, entonces cuando alguien me dice que lo leyó es como un pequeño triunfo y me mandan mensajes internos para contarme. He conocido a un montón de editoriales gracias a la cuenta, y también otras lecturas, porque la gente comenta y va pasando datos. Saber más de libros gracias a la cuenta de Instagram y la interacción con la gente ha sido lo más bacán.
(La liberación de libros en este contexto) es un gesto que tiene que ver con el espíritu del libro, de liberarlo para que sea accesible. He leído y visto que la gente tiene ganas de leer.
—¿Consideras que es un tipo de fomento lector esto que se está generando con Lectora de metro?
—No sé si con Lectora de metro, pero sí con los bookstagramers. Yo no sé si la gente lee crítica literaria, yo igual leo, pero a veces siento que es muy desde la Academia, alejado de la gente. Pero cuando la gente recomienda libros por redes sociales siento que es más cercano y puedes saber mejor si algo te va a gustar o no. En ese sentido sí, contribuyen a fomentar la lectura y acercarla más a gente que lee, a los que no tenemos formación en literatura.
—¿Qué te ha parecido la liberación de libros y transmisiones en vivo por redes sociales en este contexto de encierro y distanciamiento social?
—Es un gesto que tiene que ver con el espíritu del libro, de liberarlo para que sea accesible. He leído y visto que la gente tiene ganas de leer. Una de las razones que siempre se oye es que no hay tiempo, pero ahora estando en la casa quizás puede haber un poco más de tiempo. O de pronto se ven saturados de leer tantas noticias, de ver en la tele tantas desgracias, entonces de repente agarrar un libro y abstraerse de eso puede servir.
Los Instagram Lives que he visto me han gustado. Me parece que acercan un montón a los autores a su público. Uno nunca tiene esa oportunidad, excepto cuando vas a los lanzamientos de libros. He visto varias transmisiones y son conversaciones bien amenas porque no solo hablan de sus libros, sino que también del encierro y la pandemia. He visto los que organizó Espacio Rombo con Alejandro Zambra, María José Navia y Tamara Tenenbaum, que conversa Gerardo Jara de librería Catalonia. Es muy simpático y lleva las entrevistas de manera muy amena, ha sido entretenido de ver y se ha conectado mucha gente.
—¿Qué recomendaciones de lecturas darías para esta cuarentena?
—Los libros que estoy leyendo: Silencio pitagórico (Overol, 2019), libro de poesía que terminé hace poco. Libros de feminismo también, estaba leyendo Por una Constitución feminista (Pez Espiral, 2020), porque no se nos puede olvidar que en octubre tendremos este proceso, así que es interesante informarse para ver qué va a pasar. También leí Reclamar el derecho a decirlo todo (Pez Espiral, 2017), de Julieta Marchant, que me gustó harto, leí una plaquette de Cuadro de Tiza y Materiales, de Carlos Cociña. También estoy terminando de leer Rudas (Noctámbula, 2019) de Carolina Brown y como ese es de cuentos, leo uno al día. También empecé a leer la novela de Carlos Droguett, El enano Cocorí (La Pollera, 2020), está muy bueno, además que es una novela cortita de como 60 páginas. Y bueno todos los libros de mi cuenta de Instagram son muy recomendados. También terminé hace poco Manchas de humedad ( Jámpster Ediciones, 2019), de Rodolfo Reyes Macaya, también poesía. Y me he dedicado a bajar un montón de libros gratis, pero no he podido leerlos aún.
—¿Cuántos libros lees a la semana actualmente?
—Vivo en Maipú y tras el estallido social mi estación dejó de funcionar, así que ahora ando en micro y me demoro tres horas entre el trabajo y la casa. Ahí leía como tres libros a la semana. A veces terminaba uno en el mismo trayecto. Ahora en cuarentena he leído menos porque me cuesta más concentrarme. Estoy tratando de leer en las tardes, después de terminar el trabajo.
Últimamente me cuesta concentrarme en novelas, empiezo una que me parece entretenida pero después de tres páginas no puedo. Es muy difícil, así que como paso harto rato en el computador leo artículos, cosas más cortas. Pero como te decía, me ha costado leer novelas o cuentos, así que leo poesía, que con eso me he podido concentrar un poco más porque es más corto y la lectura es más pausada.
—¿Y qué le podrías aconsejar a las personas que habitualmente leen pero que en estas últimas semanas se les ha hecho más difícil?
—Lo que a mí me ha funcionado es tratar de dedicar una parte de mi día exclusivamente a la lectura, en el tiempo que antes le dedicaba a los traslados ahora dedicarlo a leer. Cuando termina la jornada laboral me voy a leer a otro lado, lejos del computador y apago el teléfono para tratar de concentrarme. Lo que me ha funcionado ahora es leer poesía, cuentos cortos y algunos ensayos. Creo que no hay que exigirse y pretender terminar una novela de mil páginas, porque es súper difícil mantener la atención tanto tiempo en algo. Creo que los cuentos son buena alternativa, leer uno al día.
—¿Escuchas audio libros?
—No, pero quiero hacerlo. Lo he pensado para cuando ando en micro, porque se me hace más difícil leer ahí. Entonces sí, lo tengo como alternativa, porque además también me he fijado que la Biblioteca Pública Digital tiene muchos audiolibros. No lo he hecho ahora, porque como soy diseñadora igual me gusta el libro como objeto, pero me parece una buena forma de leer sobre todo si vas manejando o vas en la micro.
—¿Cómo escoges tus lecturas?
—Tengo una lista de pendientes en la aplicación Goodreads y ahí voy revisando, pero casi siempre las escojo según el ánimo que me dejó el libro anterior. De repente leo una novela que me pareció divertida y me dan ganas de seguir en el mismo tono, así que busco algo que sea parecido o algo del mismo autor o autora. También trato de leer a mujeres. Si leo a un autor, entonces luego leo a una autora y así tratar de hacer el ejercicio de equiparar la cancha, pero en general es de acuerdo al estado anímico que me dejó el libro anterior.
—¿Qué te pasas cuando terminas de leer un libro que generó algo en ti?
—Todos los libros que publico en la cuenta me han generado algo, porque no publico todo lo que leo. Los libros que están ahí me han gustado por alguna razón. La mayoría yo creo que es porque me generan muchas imágenes tanto en el lenguaje como en la historia misma. Y esas imágenes me generan sensaciones. Siempre marco frases del libro y las vuelvo a revisar una vez que lo termino. Cuando las leo, me sirven para recordar las imágenes y sensaciones que me provocó el texto y ahí escribo la reseña.
—¿Cómo ingresaste a la poesía y qué poetas te gustan?
—Empecé a ver que a tal autor le gustaban tales escritores, entonces hacía como una especie de árbol de sus influencias. Y bueno, en Chile se publica un montón de poesía, pero al mismo tiempo es lo que menos se vende. Ahora estoy leyendo algo que no sé si lo entiendo, de hecho creo que no lo estoy entendiendo para nada, pero me parece súper interesante por lo experimental, que, como contaba antes, es Silencio pitagórico de Susan Howe. A pesar de que es una poesía súper abstracta, se me hizo entretenido el tema de las imágenes. Me parece novedoso, raro de leer, algo inesperado, creo que tiene que ver más con lo que uno siente que con tratar de entender a cabalidad lo que está escrito. Hay un ejercicio interesante con la poesía que es tratar de entender lo que quiere decir el autor, pero en el fondo uno está haciendo conjeturas que no sabes si son ciertas. Raúl Zurita es otro autor que me gusta mucho, tengo hartos libros de él.
—No solo recomiendas novedades, entendido como lo último que ha salido al mercado, sino que también publicaciones antiguas. ¿Te hace sentido hacer esa revisión de lo antiguo y lo nuevo?
—En general la gente está muy pendiente de las novedades. En las librerías tú vas al mesón y a los pocos días ya hay otros libros. A mí siempre me han gustado libros más antiguos, por cómo los autores usan el lenguaje y tengo hartos libros viejos. Pienso que es interesante que gente joven los pueda leer, me parece entretenido rescatarlos y también porque muchas de esas publicaciones tienen que ver con lo que pasa hoy. Resulta interesante leer algo que parece tan actual, pero que se escribió hace tantos años.
—¿Qué autoras o autores crees que están haciendo un trabajo novedoso o destacarías por su obra?
—No sé si novedoso, pero creo que Nona Fernández hace algo muy bueno. Mapocho fue publicado por primera vez en 2004 y el año pasado lo publicó Alquimia. Su escritura tiene que ver con la memoria, entonces acercar esa parte de la historia a generaciones que no la vivimos lo encuentro muy bacán. Otra escritora que me gusta mucho es Daniela Catrileo, su poesía me encanta. Y hace poco sacó un libro con Pez Espiral, Piñen, que es un libro de relatos donde habla harto de lo que toca en sus poemas: ser de la periferia, ser mapuche, el reconocimiento de sus raíces. En general también me gusta lo que publica Overol, porque publican textos experimentales, sus libros son bien distintos unos de otros. Por ejemplo, uno de los últimos libros que subí a la cuenta de Instagram es Manejo integral de residuos. ¿Quién hace poesía de recolectores de basura? Ellos se fijaron en eso, en un contenido que habla sobre personas invisibilizadas.
—¿Por qué en Lectora de metro no te presentas como la persona y creaste este seudopersonaje?
—Siempre sentí que si la cuenta iba a hablar de libros tenía que ser solo de libros, que lo importante era eso. Entonces no me parecía relevante salir yo en la foto o decir que era yo, Paula Riveros, porque quién soy yo además. Nadie me conoce. Me parecía más entretenido que fuera Lectora de metro, que al final también soy yo. Pero es eso, me parece que es más interesante ver el libro y hablar del libro, no de mí.