La ilustradora chilena Isabel Hojas, junto a la escritora española Catalina González, ha ganado el Premio Internacional Álbum Ilustrado Edelvives 2016 por su libro Una vajilla impar. El premio consiste en 9.000 euros y la publicación del libro por parte de la editorial española Edelvives. «Publicar en Edelvives es un honor. Es una editorial que se caracteriza por el cuidado y la calidad de sus libros ilustrados», nos dice Isabel Hojas en esta entrevista.
El 17 de marzo fue anunciado: Isabel Hojas y Catalina González se convirtieron en las ganadoras de la quinta versión del Premio Internacional Álbum Ilustrado Edelvives por su libro Una vajilla impar. Edelvives es un prestigioso sello español, que tiene en su extenso catálogo a autores como Benjamin Lacombe, Rebecca Dautremer y Javier Zabala. Isabel Hojas es la primera ilustradora chilena en recibir este reconocimiento, que consiste en 9.000 euros (alrededor de 7 millones de pesos) y la publicación del libro por Edelvives el año 2017.
Isabel Hojas, chilena, y Catalina González, española, se conocieron en la Feria del Libro de Guadalajara el año 2012. «Nos conocimos, nos hicimos amigas y pensamos en hacer algo juntas. Por eso digo que para mí este álbum está unido indisolublemente a ese proceso en el que hemos ido cultivando y afianzando nuestra amistad», ha dicho González. Una vajilla impar tuvo que ser creado a distancia; lo que no significó un problema para las autoras. «Fue mucho más cercano y familiar que la mayoría de los libros que he hecho», nos dice Isabel Hojas.
Ambas autoras tienen una larga trayectoria. Catalina González ha escrito La mujer que cocinaba palabras (2003), El secreto del huevo azul (Premio Barco de Vapor 2012) y Bobú (publicado en Chile por Pehuén), entre otros. Isabel Hojas, por su parte, ha ilustrado Gabriela, la poeta viajera (Premio Marta Brunet 2008 y seleccionado en la Lista de Honor IBBY 2010), Sabores de América (White Ravens 2010), publicados por editorial Amanuta, y Palabras, regalo palabras (White Ravens 2012), publicado por Liberalia Ediciones. En esta entrevista, Isabel Hojas nos da detalles de Una vajilla impar y del trabajo realizado en conjunto con González.
- Isabel Hojas
- Catalina González
—¿Cuál es el origen de «Una vajilla impar»?
—Nos conocimos con Catalina en la feria del libro de Guadalajara, donde nos hicimos amigas. Desde ahí que la idea de trabajar juntas daba vueltas hasta que un día ella me mandó tres cuentos, entre los cuales estaba «El hombre de la vajilla impar» (ahora va a cambiar de título). Lo quise ilustrar apenas lo leí y si hacerlo fue una decisión inmediata, me demoré harto en empezar a ilustrarlo, porque le di muchas vueltas a la manera de llevarlo a imagen.
La historia de Una vajilla impar me habitó mucho tiempo, los espacios, sus personajes.
El cuento es breve y muy bonito, una especie de inventario de las cosas que hay en una casa, y como, a lo largo del tiempo, la familia que vive ahí y es usuaria de las cosas (junto a algunos amigos), pierden o rompen muchos de los objetos inventariados. Pierden cosas y ganan vivencias y memorias. Al fin, lo comido y bailado es lo que nos queda. Es un texto vivo, porque podría estar cambiando permanentemente.
—Sobre las ilustraciones, Catalina Gonzales ha dicho: “Isabel ha puesto en este álbum mucho de sí misma”.
—Es difícil saber si uno a puesto mucho de sí misma….le puse mucho cariño, sí. La historia me habitó mucho tiempo, los espacios, sus personajes. Y claro, en dos años (y algo más) pasan hartas cosas en la vida y eso, creo, de alguna forma queda reflejado en lo que uno hace.
—¿Cómo fue el trabajo a distancia, con Catalina en Europa?
—Fue mucho más cercano y familiar que la mayoría de los libros que he hecho. Fue bonito, porque la temática del libro es de vivencias cotidianas y eso mismo tal vez nos llevaba a que siempre las conversaciones (los mail) terminaran en la vida, el día a día de cada una. Al fin, sólo nos faltaba estar en la mesa con un par de tazas de café. Hoy somos más amigas que cuando empezamos.
—¿Cómo es Catalina González como narradora?
—La escritura de la Cata es fresca y sensible. Me gusta lo que hace y su capacidad de cambiar el registro según lo que esté escribiendo: tiene novelas, cuentos largos y otros cortos que son preciosos (¡mis favoritos!). Hay gusto por el relato y también por las palabras que usa para contarlo. Su forma de contar es simple y cercana, su escritura es viva y eso es un placer como lectora. Como ilustradora, además, se suma que la lectura de los textos de la Cata son sugerentes y abiertos, por lo que dan un abanico de posibilidades de cómo y a qué profundidad trabajarlos. De un mismo cuento – así como el de la Vajilla impar– se podrían hacer 10 historias diferentes con las ilustraciones. Esa posibilidad da vértigo, pero es entretenido y muy bonito ver como de a poco se empieza a armar.
—¿Cómo te sientes por publicar en Edelvives, un gran sello internacional?
—Publicar en Edelvives es un honor. Es una editorial que se caracteriza por el cuidado y la calidad de sus libros ilustrados. Han publicado ahí a ilustradores que admiro muchísimo. Es un regalo y una oportunidad.
Tengo libros publicados en otros países, pero nunca he trabajado directamente con editoriales fuera de Chile. Sinceramente, creo que hoy está todo tan globalizado que el tema de la internacionalización no me parece tan importante en este premio, sino el hecho de tener la experiencia de trabajar en una editorial que va a poner todo el empeño (y la Cata y yo también) para que el libro se publique todo lo lindo que puede ser.