Entrevistas

Jerónimo Pimentel: «La literatura y el periodismo peruanos tienen exponentes de enorme calidad”

Paulina Retamales Por Paulina Retamales

La conversación podría haber durado mucho más que un té verde pero bastó para que Jerónimo Pimentel (Lima, 1978), periodista, editor de vasta experiencia y uno de los más reconocidos escritores peruanos, haya compartido un breve viaje para visitar sus últimas obras, detenernos en su pasión por la poesía y avanzar hasta llegar a los...

La conversación podría haber durado mucho más que un té verde pero bastó para que Jerónimo Pimentel (Lima, 1978), periodista, editor de vasta experiencia y uno de los más reconocidos escritores peruanos, haya compartido un breve viaje para visitar sus últimas obras, detenernos en su pasión por la poesía y avanzar hasta llegar a los desafíos que implica el asumir la dirección literaria de Penguin Random House en Perú.

Foto BN

El escritor y nuevo editor literario de PRH Perú, Jerónimo Pimentel. Crédito: Deborah Valença.

Cuando buscas su nombre en Google aparecen reseñas tan particulares como torero, poeta, publicista, editor, periodista, Bolaño, marinero o boxeador. Y lo que en un principio puede parecer un juego de despiste, en la medida que avanza la conversación descubrimos que todos esos conceptos tienen algo de cierto en la historia de quién es Jerónimo Pimentel.

El recién asumido editor literario de Penguin Random House en Perú, que tiene nombre de virrey de Cerdeña de fines del XVII, es sobre todo uno de los escritores más reconocidos de la última década en Perú. Lo dicen críticos nacionales e internacionales, y una prolífica producción literaria que abarca desde cuentos infantiles, poesía, prosa, crónicas, columnas hasta novelas.

Estudió periodismo, profesión que ha ejercido en diversos medios como el diario El Comercio y la revista Caretas. Su último libro fue publicado por Fondo Cultura Económica hace solo algunas semana y es una novela llamada Estrella solitaria: canciones para ser cantadas por Nacho Vegas, donde narra “con un lenguaje crudo y procaz los problemas de amor de un joven que, apoyado de un amigo, anhela escribir una novela y un cancionero dedicado a su cantante favorito”. Le preceden otros reconocidos títulos, entre los cuales destacan los poemarios Marineros y Boxeadores (2003) y Frágiles trofeos (2007), La muerte de un burgués (2010), La ciudad más triste (2012), Un cuento que da sueño (2012) y Al norte de los ríos del futuro (2014).

—Tienes una larga trayectoria y reconocimiento como poeta, además de ser hijo de otro gran poeta (Jorge Pimentel, 1944), ¿qué pensaste cuando Oswaldo Reynoso te dijo «ser poeta en el Perú es más difícil que levantar una mesa con los dientes» aquella tarde en Santa Cruz?

Creo que la frase le pertenece al poeta Manuel Morales, quien estuvo con Oswaldo en esa reunión. La idea es válida, en tanto la poesía se ha convertido en el Perú en un espacio invisible en el no operan ya las fuerzas del mercado ni las del prestigio. La poesía en el Perú no tiene recompensa, ni siquiera mínima, como puede ocurrir con las becas y fondos concursables que hay en Chile o México; y siendo ese un problema desde el punto de vista de la política cultural y la sobrevivencia del individuo, no lo es desde la creación, en tanto no hay modas, ni feudos, ni luchas por la representación o el botín. Y si las hay, son menos que anecdóticas, triviales. Me gusta pensar que ese desinterés puede, de alguna forma mágica, ser también un aliciente. O al menos un respiro.

—Cuando las letras han sido un elemento dominante en tu vida, ¿has pensando en hacer ciencia ficción con tu propia historia y pensar qué te habría gustado ser en otro capítulo que no sea este que estamos viviendo?

De hecho tengo dos intentos de ciencia ficción: una pequeña colección de prosas que se llama La forma de los hombres que vendrán y también coqueteo con el género en mi último poemario, Al norte de los ríos del futuro. Tenía dos obsesiones: imaginar lo peruano espacial, es decir, qué atavismos del Estado-nación prevalecerán en el futuro en un espacio-tiempo ajeno, fuera de contexto (un país es solo eso, un contexto). Y también me genera cierto placer imaginar la deriva cósmica del español peruano ampliándose y contrayéndose a merced de las gravedades galácticas después del fin de la historia.

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Plaza de Lima

—Nacido y criado en Lima, ¿es esta la ciudad más triste? Siento que es una ciudad que levanta pasiones extremas, o la odias o la amas, ¿cómo es tu relación con la ciudad? ¿Nos recomendarías sus rincones más alegres?

Los rincones más alegres de Lima siempre son las camas. Eventualmente los pisos y las escaleras. No se deben descartar las quintas ni los arbustos. La arena puede ser un fastidio a pesar de la estupenda fama de las playas.

—Mientras te espiaba por Google leí una frase tuya que me voló la cabeza: «El destino republicano de todo niño es el de convertirse en hombre y ciudadano. Para lo primero se necesita tiempo; para lo segundo, libros.» En Fundación La Fuente somos unos fans de las bibliotecas, de aquellas que nos invitan a sumergirnos en mundos fascinantes y que se transforman en espacios acogedores llenos de historias por descubrir. Tu padre se casó en 1972 con una bibliotecóloga, tu madre. ¿Cómo marcó eso tu infancia y la relación con los libros? ¿Qué opinión te merece el sistema de bibliotecas en Perú y cómo sería tu biblioteca soñada?

Me parece que he sido un privilegiado y estoy muy agradecido por eso. Mi madre y dos hermanas suyas son bibliotecólogas y eso permitió que mi relación con los libros sea, desde el inicio, muy cercana. Me parece que la idea de articular discursos y discutirlos públicamente es la esencia del espíritu republicano; creo también que eso es lo que nos convierte en ciudadanos (no solo en consumidores) y lo que nos iguala como pares. Los libros son, por eso, fundamentales en la conversión del sujeto en ciudadano. Una biblioteca tiene que ser, en esa línea, una plataforma de reunión de discursos y textos, aunque estos no tienen por qué estar solo en el formato del libro, sino que deben utilizar todos los disponibles: digitales, audiovisuales, etc. La biblioteca, o la biblioteca que entiendo yo, es ante todo un gran espacio que propicia la libertad, la proximidad y la coincidencia.

—Volviendo a Lima y a lo que te ocupa ahora. Acabas de asumir como editor literario de Penguin Random House, después de un exitoso paso por la editorial Planeta. ¿Cuáles son los desafíos que te presenta este nuevo rol y cuál sería la foto de la producción literaria peruana del momento?

Los retos son muchos: difundir la cultura letrada, romper las ideas hechas sobre la producción cultural que la limitan, llegar a quienes no llegamos, visibilizar voces, fortalecer al gremio -y también a la idea de gremio-, explorar géneros desatendidos y, sobre todo, estar a la altura de los escritores peruanos. Esto último es complicado. La literatura y el periodismo peruano tienen exponentes de enorme calidad que, por diversos factores, como la debilidad de la industria editorial y del sistema en el que éste habita, no han tenido una divulgación merecida. Eso significa que todos los que trabajamos en editoriales, ya sean transnacionales o independientes, tenemos la obligación de mejorar. Es un deber maravilloso. Y esto es especialmente relevante hoy, cuando es posible identificar a más de una decena de narradores alrededor de los cuarenta años que tienen una obra significativa y, también, a estupendos exponentes del cómic, por ejemplo, que empiezan a exigir ediciones acordes con su producción.

Victor Ruiz

El poeta Víctor Ruiz, fundador de la editorial Lustra. Crédito: elcomercio.pe

—Es cierto, desde este lado del Sur nos llegan noticias de un sector editorial independiente en un estado de particular actividad. Tú que has publicado en ambas y a propósito de aquello de crear conciencia de gremio, ¿cómo conviven allí las multinacionales y las editoriales pequeñas o nacionales, y de estas últimas podrías recomendarnos algunas para seguirles la pista?

Me resisto un poco a utilizar el término “independiente” porque presupone una liberación respecto a algo. En el sector editorial peruano no queda claro ante qué. ¿Ante el mercado? Finalmente todas las editoriales realizan el mismo gesto: convertir el arte en mercancía. Y si no lo hacen bien no sobreviven, sea cual fuere el respaldo económico que tengan detrás, lo que en Perú es especialmente relevante al ser un mercado totalmente liberalizado. Es un lugar común decir que por tener mayores libertades, signifique eso lo que signifique, los sellos “independientes” se permiten más riesgos, algo que no necesariamente es cierto. Una de las cosas que más aprecio de editoriales como Lustra, que lleva el poeta Víctor Ruiz, es justamente su rescate de las obras de Jorge Eduardo Eielson y Rodolfo Hinostroza, dos autores hace mucho canónicos. Otra editorial interesante es Animal de Invierno, de Leonardo Dolores, que en los últimos años ha editado dos genialidades de Augusto Higa, La iluminación de Katzuo Nakamatzu y Gaijin, y así ha ayudado a visibilizar el talento de un escritor que hoy cursa los 70 años, obligándonos a revisitar toda su obra. Por supuesto, Víctor y Leonardo también asumen la edición de obras de escritores jóvenes o de libros que se podrían calificar de difícil comercialización, pero creo que a la larga todos estamos en lo mismo: encontrar ese punto de equilibrio entre lo que encontramos meritorio y lo que encuentran meritorio los demás.

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Junto a Álvaro Bisama, la poeta María José Ferrada (en la foto) es una de los dos escritores chilenos que Pimentel editaría en Perú. Créditos: Rodrigo Marín.

—El tiempo vuela y navidad está a la vuelta de la esquina. Redactemos la carta a Papá Noel quien este año te ofrecerá la oportunidad de publicar a un par de escritores chilenos, ¿a quién ponemos en la lista y por qué?

A Álvaro Bisama y a María José Ferrada. Bisama tiene una mezcla de imaginación y libertad narrativa que me toca mucho; María José es una extraordinaria poeta capaz de ser tierna sin perder potencia expresiva, una virtud muy singular.

El padre de Jerónimo –Jorge Pimentel Vásquez– comparte con él la pasión por la poesía. Pimentel padre era considerado por Roberto Bolaño como un autor admirable en el que se podía encontrar “una lectura a fondo de la vanguardia y de los grandes poetas de nuestra lengua”; fundó el movimiento Hora Zero, para oponerse a los poderes dominantes de la poesía peruana y cuestionar al canon poético nacional —con la excepción de César Vallejo— para propugnar una nueva poesía, una más cercana a la vida diaria, a las clases marginadas y a la realidad del Perú.

—El Jerónimo escritor está acostumbrado a pasear por diferentes géneros, pero se lee entrelíneas que la poesía atraviesa todo texto que salga de tu imaginación. ¿Cómo se sobrelleva esa deliciosa intromisión?

Creo, como Octavio Paz, que la poesía es lo que le da sentido al mundo.

Hora-Zero

Movimiento poético Hora Zero

Hace algunos años Jerónimo publicó un libro llamado La ciudad más triste, una novela donde recrea un intercambio epistolar en la voz del escritor Nathaniel Hawthorne y el en ese entonces marinero Herman Melville, quien en el siglo XIX visitó el puerto del Callao. Allí el escritor norteamericano se quedó tres días, tiempo necesario al parecer para conocer Lima y describirla como “una ciudad triste, grisácea y decadente, propia de esa época”.

—Te invito a seguir el trayecto por mar hasta el sur de Chile y visitar la Isla Mocha. En sus aguas habitó el famoso cachalote Mocha Dick, que sirvió de inspiración para la ballena ficticia Moby Dick de la novela del mismo nombre, de Herman Melville. En esa tierra de constantes naufragios, en la barra de un bar plagado de corsarios ingleses y holandeses, llega una chica y te pregunta: ¿marinero o boxeador? 

Pessoa citaba el lema de los marineros griegos: Navegar es necesario; vivir, no.

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Paulina Retamales

Periodista de la Universidad de Viña del Mar. Gran parte de su vida la vivió en España, en donde se graduó en las universidades Autónoma de Barcelona y Oberta de Catalunya. Encontró su pasión por los libros y el mundo de la edición dirigiendo la FILSA de Santiago. Cofundadora de la Corporación del Libro y la Lectura, en los últimos años dirigió la editorial Vicens Vives Chile. Actualmente es docente del Diplomado de Cultura escrita y fomento lector de la Universidad Adolfo Ibáñez.

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