Hace casi dos décadas Karina Letelier, diseñadora chilena y máster en animación, comenzó una carrera en la ilustración de libros tras la propuesta de la periodista y escritora María José Ferrada de crear una obra juntas. «Hasta ese momento trabajaba con grafito y lo que yo había visto, las ideas que tenía de la ilustración infantil, no había nada donde yo me sintiera cómoda», admite, recordando que esa impresión cambió cuando conoció el trabajo de la ilustradora Sara Fanelli en una exposición. «Yo lo vi y dije algo así sí, se me abrió mucho la cabeza y de alguna manera como que ahí entendí que podía hacer algo al respecto», explica.
«Hicimos ese primer libro, el 12 historias minúsculas de la tierra, el cielo y el mar (2005), fue muy bonito porque trabajamos juntas, creamos las imágenes, fue muy colaborativo, fue una autoedición porque nadie quiso editarlo (risas) y de ahí yo me fui a estudiar animación, ese es el primer acercamiento después yo seguí ilustrando, pero para revistas, mientras estaba trabajando en animación y yo creo que volví a dedicarme casi exclusivamente a la ilustración para libros infantiles como el 2015».
¿Qué aprendizajes quedaron de esa primera experiencia? Siendo autopublicada imagino que fue un proceso más íntimo.
Un montón. Levantar un proyecto con referentes muy limitados, acá estaban recién empezando a pasar cosas con la ilustración, muy poquito, entonces nutrirse de estos intereses en común y buscar mucho. Además, internet tampoco era lo que es hoy. Íbamos a las librerías, fuimos a varias editoriales, yo creo que en ese primer momento pudimos consolidar cierta seguridad, o no sé si seguridad, pero de no necesitar que otra persona te dijera «está súper bien», porque nadie nos dijo eso y nada, fue muy de autoaprendizaje, muy autodidacta y de perseverar nomás, muy sin tener en cuenta las modas. En ese momento, además, teníamos familiares pequeños, sobrinos, hermanos, fue también ese primer contacto con alguien más chico y lo hicimos mucho pensando en ellos.
Pensando en ese primer libro, y en otros junto a María José, ¿cómo es trabajar con textos más poéticos?
Eso también fue un aprendizaje porque con María José hablábamos de esta historia que iba ocurriendo, como se podía ir representando lo que ella escribía, entonces de ahí también empecé a educarme. Lo que a mí me pasa es que yo construyo historias con los textos, entonces me meto mucho en el texto, no es que yo lo reciba, lo lea y ya, tengo que entenderlo, sigo un proceso que es de diseño, que es de la conceptualización, entonces van saliendo otras imágenes, empiezo también a habitar ciertos espacios de la infancia, no es muy consciente, pero que yo veo que de repente aparecen en las ilustraciones. Yo creo que tiene que ver sobre todo con el trabajo con el texto, con realmente meterse, hacer un trabajo muy inmersivo con el texto, con las imágenes que pueda evocar.
¿Hay un trabajo más emocional ―en el caso de los textos poéticos― a la hora de enfrentarlos?
Es curioso, sí y no. Sí después, en general mi proceso es muy estructurado al comienzo, yo necesito leer muchas veces el texto, hacer mucha estructura, pero no dibujo altiro, necesito crearme un mapa, una estructura general y ahí empiezan a salir las imágenes. Y normalmente genero una historia con todo el libro, aunque sean haikus, poemas aislados, normalmente lo concibo como un todo, y eso también tiene que ver con mi tiempo en la animación, con el desarrollo de storyboards, de empezar a meterme más en la narración visual, el tema realmente de contar historias.
¿Qué buscas en los proyectos en los que participas?
Que me interese el texto, que yo pueda ver que ese texto va a generar reflexión en las niñas, en los niños, en la gente que lo va a leer, que va a abrirles las ideas de… representativas, no sé, los cánones, los espacios, me interesa que sean libros que te liberen, que abran nuevos espacios, sobre todo eso.
«Hay que escuchar más»
Las ilustraciones de Karina Letelier atraen la mirada con tonos sólidos e intensos, grandes contrastes y formas expresivas. Entre sus obras más recientes se incluye el libro En marcha. Movimientos sociales de ayer y hoy (Editorial Planeta), con texto de Sofía Montenegro y Constanza Rojas, un libro informativo que invita a entender mejor qué es lo que ha movilizado a tantas personas a lo largo de la historia y que fue ganador de la Medalla Colibrí en la categoría No Ficción Juvenil 2021.
¿Hay temas en particular que te gustaría abordar? ¿o formatos en los que trabajar?
Me gustaría trabajar en cómic, es algo que estoy haciendo, pero es muy difícil, es muy arduo, ahí estoy, eso me gustaría trabajar en términos de formato. De narrativa, volver a trabajar o ir profundizando el tema de los derechos humanos de manera directa o indirecta. Hace un tiempo, hicimos un libro para la Vicaría de la Solidaridad con María José que se llama Ronda que abraza la tierra, la Declaración Universal de los Derechos Humanos, para niñas y niños. María José escribió un cuento para cada uno de los treinta artículos, y yo hice las ilustraciones. Durante la pandemia los terceros básicos de las escuelas públicas de Renca trabajaron con este libro, y junto con Maria José nos reunimos con los cursos de manera virtual, y pudimos ver lo importante que es para los niños y niñas hablar de estos temas, el desconocimiento que hay y cómo estas instancias hacen que sus familias también participen y se involucren en estos asuntos tan relevantes.
Me llamó la atención que muchos niños sentían que debían hacer muchas cosas, por ejemplo, el derecho al ocio, al descanso, eso para mí es súper importante, para los niños es súper importante, que tengan derecho o que sepan que pueden jugar, no sé, contemplar la naturaleza, me interesa mucho que los niños desde pequeños puedan sentirse más libres y más tranquilos, menos en competencia con sus iguales.
En base a la experiencia en los talleres que has hecho, o con familiares más pequeños, ¿cómo sientes que los niños perciben estos libros que parecen abordar temas un poco más serios?
Los veo súper abiertos a que se les incluya en su sociedad en temas políticos, en temas ambientales, y tienen mucho que decir. Yo creo que es importante no subestimar a la infancia, creo que lo que hacemos es no escuchar y eso ha ido cambiando, hay que escuchar más, más que decir qué les gusta a los niños, decir qué temas les interesan, es qué temas nos interesa a nosotros y poder comunicárselos. Creo que las veces que no les interesan cosas es cuando uno cree que les puede interesar algo pensado para niños y que normalmente les aburre.
Yo me acuerdo cuando uno era pequeño estaba la relación con el ambiente, relación con la familia, relación con la política, las relaciones humanas con los compañeros, las disputas. A mí me interesa mucho que entendamos que los niños son personas completas, a mí a veces me hacen preguntas que me cuestionan por qué ese personaje es de tal forma y es genial, cosas que yo digo en verdad no lo había pensado, gracias. Es bonito, hay cosas chistosas que dicen, miles, yo creo que les puede interesar cualquier cosa, cualquier tema que nos puede interesar a nosotros como adultos.
En ese sentido ¿cómo ves los cambios en la literatura para niños que se está haciendo hoy en día?
Hay un montón, de diferentes naturalezas, una diversidad enorme, yo ahora no sé mucho… lo que te decía antes, no soy muy cercana a la literatura que es para cierto público, no me siento muy cómoda, pero creo es menos condescendiente, eso me parece bien y que es un reflejo también de nuestra evolución, o involución, de tratar diferentes temas, de incluir otras representaciones humanas, que no son todos blancos, no son todos los problemas de occidente. Creo que eso es interesante. Yo de chica me acuerdo de que lo que me leían, mi papá me leía mucho, era literatura para adultos, que a veces tenía que cambiar ciertas cosas, porque eran bien macabras, pero uno de chico también podía entender, emocionarse, te hacían pensar, a mí por ejemplo Papelucho no me gustaba cuando chica. Y hay cosas que no me gustan, como pasa en todo, todavía libros hechos en Chile donde los personajes son súper occidentales, muy europeos, y pienso qué cosas.
¿Algo que se pueda contar de tus próximos proyectos?
Tengo varios libros, pero no me gusta hablar de eso, no porque no tengo mucho que decir… Tengo cuatro libros en diferentes procesos y ahora se acaba de publicar en España un nuevo libro, en estos días, se llama La mejor mascota del mundo, que es de un texto de Arianna Squilloni que es la editora de A buen paso y es un libro que empezó hace mucho tiempo, que se hizo a ritmo de caracol que es el protagonista, yo no lo he visto, me lo mandarán, pero bueno estamos lejos, no sé cuándo llegue. Pero sí, fue un proceso largo y estoy super contenta de que haya salido. Es con una editorial chiquitita que se llama bookolia y está en español, en catalán y en euskera.