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Entrevistas

Keum Suk Gendry-Kim, artista e ilustradora coreana: «Registro todo lo que veo»

Carolina Illino Por Carolina Illino

Conversamos con la artista coreana, autora de las novelas gráficas «Hierba» y «La espera» ―publicadas en Chile por el sello Reservoir Books―, quien visitó nuestro país para la más reciente versión del festival Puerto de Ideas Valparaíso. [Créditos portada: Puerto de Ideas]

Keum Suk Gendry-Kim se siente orgullosa de la cultura coreana y quiere darla a conocer. Así lo ha hecho con historias tan bellas como terribles, donde transmite el dolor de la explotación sexual durante la ocupación japonesa de su país y la separación de familias en la guerra entre las dos Coreas, narrados visualmente en blanco y negro, con detalles preciosos como el peinado que tenía una niña en esa época. «Cuando trabajé traduciendo cómics coreanos, me di cuenta de que estos permitían dar a conocer muchas cosas. Como artista y como escultora era más difícil tener un espacio para la creación, entonces dibujar estas novelas gráficas me dio amplitud en ese aspecto».

La autora partió desde Corea a estudiar arte a Francia, donde se dedicó a traducir cómics coreanos, luego a escribir sus propias historias. Allí vivió por diecisiete años, antes de retornar a su país natal. «Me trasladé de Francia a Corea porque mi esposo es francés. Así como pude acercarme más a la cultura francesa gracias a él, también él quería conocer la cultura coreana, su gente, en fin. Fue así que decidimos embarcarnos en un proyecto de vivir durante un año en Corea, pero que terminó siendo un proyecto que lleva diez años ya», cuenta divertida y buscando contacto visual, aunque nuestra conversación está mediada por una intérprete que traduce sus respuestas del coreano al español.

¿Se han quedado tanto tiempo porque a ambos les gustó?

Sí. Aunque también porque Corea cambió mucho antes y después de mi estadía fuera. Si años atrás era socialmente muy cerrado y no había muchas oportunidades para las mujeres en todo ámbito, hoy en día tenemos más derechos, mucha más participación en la sociedad. En la actualidad, la vida que una mujer puede llevar en Corea es mucho mejor en comparación con los tiempos en los que tuve que salir de allí. Y también por la edad, ahora soy mayor, y es muy distinta la perspectiva que tengo antes y después de mi regreso.

¿Trabajar con materiales como pinceles tradicionales de Corea ha sido una decisión consciente para preservar esa identidad?

En realidad, utilizo bastante material de todo tipo, pero justamente el pincel es con el que mejor puedo dibujar. Es mucho más expresivo en lo que deseo hacer. Ahora, no solo uso pinceles o ese tipo específico de pincel, sino que también he utilizado ramas de árboles caídos cuando hago paseos o caminatas, también uso mi propia mano. Tanto en Hierba (Reservoir Books, 2022) como en La espera (Reservoir Books, 2023) tuve todos estos materiales a mi disposición para crear.

El cómic «La espera» retrata la historia de familias marcadas por la división de Corea. Créditos: elespanol.com

De formación eres artista, ¿cómo fue que integraste las entrevistas con personas a tu método de trabajo para construir tus relatos?

Gracias a mi madre, que tiene más de noventa años; siempre me ha gustado escucharla. Yo soy una de las menores de la familia, pero continuamente he tenido este buen trato y he prestado oído a sus historias. Me gusta escuchar historias de la gente y pienso que eso se ha perdido bastante. Hoy en día la gente joven no escucha o no quiere conversar mucho con sus padres. Obviamente, puede que no nos tenemos que quedar en el pasado, pero estas historias son el pasado, aunque también el presente. Por eso pienso que es importante que escuchemos a otras personas.

Tengo entendido que escribes diarios todos los días. ¿Es una forma de trabajo o de expresión personal? ¿Después los revisas?

No soy muy periódica o no lo hago siempre (risas), pero sí hay dos cosas en las que me podría enfocar: primero, es que lo hago por algo personal, me gusta escribir mucho, registro todo lo que veo. Ahora, por ejemplo, en mi viaje a Chile ―es un trayecto muy largo, de más de treinta horas―, me entretuve viendo cómo actúa la gente en el avión y lo iba registrando. Y lo otro, es que pienso que quizás, en algún futuro, todo eso puede servir de material.

¿Son palabras o también dibujos?

Quizás cosas que no puedo expresar en la escritura, lo hago también con dibujos, de repente con un garabato de dibujo. Son trazos que solamente yo entiendo. Este es un cuaderno que compré en Colombia (lo muestra). Por ejemplo aquí, este era el avión de Seúl a Atlanta, que llegó treinta minutos antes y dibujé que una corriente de viento lo empujaba.

¿Cuál es la importancia que le das al humor en tu trabajo, pensando que tratas temas tan terribles?

Es un punto importante en mis novelas, porque en realidad son historias muy difíciles de digerir, muy dramáticas, muy dolorosas. Para que al lector no se le transmita todo ese sufrimiento y el dolor, yo no busco ilustrar las partes más violentas, como una violación, eso trato de no integrarlo gráficamente. También estas abuelitas que están presentes en los relatos, en general, ellas mismas tienen mucho humor. No son personas encerradas en ese sufrimiento. Eso ayuda mucho a combinar un poco el dolor y traspasar un poquito de ese humor para que la historia pueda ser más liviana para el lector.

¿Cómo es crear belleza desde estas historias de tanto sufrimiento?

En realidad, la belleza se refleja desde las mismas protagonistas. La mujer que fue abusada de esa manera era una mujer bella, era como una flor que nunca fue tratada como tal, sino como una hierba pisoteada. Eso es lo que quiero mostrar: que a pesar de ser pisoteadas, ellas trataron de tener esa flor en su interior. Por eso siempre lo reflejo con elementos de la naturaleza.

«Hierba» es la aclamada novela gráfica de esta autora sobre las «mujeres de consuelo» asiáticas en la Segunda Guerra Mundial. Créditos: Reservoir Books

¿Cómo es la relación con la naturaleza en Corea hoy en día, en oposición a tanta modernidad?

Vivimos una historia trágica. Tuvimos más de treinta años de colonia japonesa, fueron avasalladas toda nuestra cultura y nuestras tradiciones, después llegó una guerra. Tenemos mucha historia de sufrimiento y para que se pudiera reconstituir nuevamente nuestra cultura y todo nuestro país se trabajó bastante. Hubo un crecimiento muy rápido, pero también se perdieron cosas más importantes, tradiciones. Por eso la mente de la gente coreana quedó un poco en blanco, esterilizada. Hoy en día muchos piensan que el dinero es lo más relevante, pero pese a eso, hay gente que quiere valorar lo que teníamos antes, la belleza de Corea.

A propósito de tu nuevo libro, ¿cuál es tu relación con los perros?

El lanzamiento es el próximo año, estoy casi al final, viendo los detalles. En realidad, en La espera hice un preámbulo de este libro.

Con la historia del perro Yangmal.

Sí. En Corea no fueron aceptados mucho tiempo como mascotas, antes lo tomaban más que nada como alimento, por cultura, y no como acompañantes o como familia. Ahora, una de cada cinco personas tiene perro en la isla de Jeju, pero muchas personas no tienen esa idea todavía, piensan que su perro se puede dejar nomás, no lo cuidan, no lo tienen como una familia propia. A Corea le falta mucho en ese aspecto. Pero no solamente lo he visto allá, sino que viajando por el mundo, en Francia, y también en Colombia me pude dar cuenta de cómo trataban a los perros, a los animales en general. En Chile estoy sacando muchas fotos de los perros que veo, para utilizarlos como material para este libro que te comento. Yo tengo dos perritos, para mí son como hijos, son mis mejores amigos.

¿Cómo se llaman?

Uno se llama Papa y el otro se llama Zanahoria (risas). Y no solamente tengo mis mascotas, también trato de darle comida a los perros que andan por ahí deambulando en el sector, los trato de cuidar hasta que alguien los adopte.

¿Allá también hay muchos perros callejeros, como acá?

Muchos. Hay bastantes y el problema es que muchos adoptan o compran perros, pero después los abandonan con facilidad.

¿Has visto diferentes lecturas o interpretaciones de tus libros en los países donde te ha tocado presentarlos?

Es una historia transversal. Obviamente es de Corea, pero cuando viajo, en las firmas converso con los lectores, me doy cuenta de que se trata de un tema común: hay personas que tienen lágrimas en los ojos, algunas que son afectadas porque les ha tocado personalmente, sobre todo a las mujeres. Pero, por ejemplo, ayer llegó un hombre a la firma y me dijo que se sintió muy tocado por La espera porque también tiene una historia de separación de guerra con su familia.

La autora coreana estuvo de paso en Chile y pudo encontrarse con sus lectores en Valparaíso y Santiago. Créditos: Puerto de Ideas
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Carolina Illino

Periodista con experiencia en instituciones culturales y medios de comunicación impresos y digitales. A través de los nuevos formatos, se empeña en revivir maneras analógicas de conectarnos.

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