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Entrevistas

Las fronteras de Claudia Apablaza: escritora, investigadora y editora

Carolina Illino Por Carolina Illino

La fundadora de la editorial Los Libros de la Mujer Rota, actualmente está haciendo un posdoctorado en España y es autora de libros como «Historia de mi lengua» (Overol, 2022) y «Siempre te creíste la Virginia Woolf» (La Calabaza del Diablo, 2011), entre otros. Acá nos cuenta sobre los diferentes diálogos de su formación literaria. [Créditos portada: Isabel Wagemann]

Las narradoras chilenas contemporáneas y su relación con la cuarta ola del feminismo fue el tema de la tesis del doctorado en literatura que Claudia Apablaza terminó el año pasado, un tema que de alguna forma ha estado presente en su carrera desde que era autodidacta hasta convertirse en escritora, editora e investigadora. «Lo dividí en cuatro áreas: maternidades, identidad de género, violencia de género y sexualidades. Cómo estas autoras chilenas entran en crisis con las representaciones hegemónicas de esos temas y si es que logran subvertir esas representaciones. Una tesis súper barroca porque tiene muchas autoras, el corpus era súper amplio, pero está justificado porque en los últimos años ha habido un florecimiento de publicaciones de autoras; entonces no fue antojadizo, responde también a lo que está pasando en el panorama editorial chileno. En el posdoctorado quiero seguir una de estas líneas, que es violencia de género, que es la que se vio mejor representada dentro de estos textos».

¿Te sorprendió que la violencia de género fuera más relevante?

Leyendo a las autoras me sorprendió que era uno de los temas que más se repite, y de forma súper distinta entre una autora y otra; algunas, por ejemplo, trabajan el tema de la violencia de género de una forma mucho más hermética, con muchos silencios, con otras estrategias textuales, y hay otras que, como Natalia Berbelagua y Daniela Catrileo, trabajan la violencia de género de forma súper explícita. Paula Ilabaca, en su último libro Camino cerrado (Lom, 2022), cuestiona el concepto de crimen pasional y empieza a trabajar con el de feminicidio, que es un concepto que se está usando últimamente dentro de los textos; también se está empezando a explicitar el concepto de violación, que antes no se evidenciaban como tal, ahora se nombran.

Overol, 2022

Claudia estudió un pregrado en Psicología, luego un magíster en Literatura del que terminó los ramos pero no la tesis, se fue a vivir a España donde entró a un máster de Literatura comparada en el que hizo una tesis sobre Banana Yashimoto. Al volver a Chile se propuso hacer un doctorado. «Yo quería doctorarme, encuentro que es una herramienta de trabajo; aparte de ser editora y de ser escritora me gusta mucho la investigación, es otra área en la que me siento súper cómoda y también esa temática era súper importante abordarla en tanto editora de un sello feminista en Chile, que publica autoras contemporáneas. Detrás del trabajo de la edición hay un trabajo de investigación, entonces en ese sentido creo que podían dialogar perfectamente bien mi doctorado con mi proyecto editorial. Si bien soy autodidacta y puedo estar en constante proceso de formación, también me gusta relacionarme con la academia, me va ayudando con ciertas pautas de investigación y uno comparte con otros, está en diálogo con sus compañeros, con los profesores y me entregó muchas herramientas. Tenía muchos vacíos en los estudios literarios, no tanto en términos teóricos ni tampoco en términos de corpus, pero sí en términos metodológicos».

A propósito del diálogo, ¿cuál es la importancia en que le das a las interacciones personales en el mundo del libro?

Creo que cada una de estas interacciones con el sistema editorial ya sea como editora, como autora, como investigadora, también como gestora (porque también gestiono la difusión del catálogo), creo que cada uno de esos diálogos con las áreas de este sistema literario se nutren unas a otras. Yo tengo una editorial, pero para tener una editorial igual tengo que investigar, entonces evidentemente para eso, la academia me sirve mucho. Por otro lado, la lectura y editar a otras autoras también me sirve para mi propio proceso creativo. Ese diálogo que uno entabla con una autora a propósito de un texto ―desde el estilo hasta la temática, en la ideología del texto― es súper enriquecedor también para un creador. Hay muchos escritores que son editores; somos dos autoras hablando de textos.

Así le ha pasado al trabajar editando a escritoras como Gabriela Wiener, Arelis Uribe, Gabriela Alburquenque o Nayareth Pino Luna. «No las publico porque sean mis amigas, sino porque me parecen autoras que tienen que estar en el catálogo, que tengo que ayudar a la legitimación de las autoras, que es muy distinta a la visibilización; las tecnologías nos están ayudando a la visibilización de las autoras, pero la legitimación pasa por otras cosas, por la academia, por la legitimación de los pares… Raquel Olea escribió que las mujeres de la generación del 50 tuvieron mucha visibilización, pero la legitimación nunca les llegó, por eso también es una generación que hay que seguir estudiando hoy en día».

¿Por qué pasó eso?

Yo creo que el aparataje crítico académico hasta poco tiempo atrás estaba solamente dedicado a canonizar a los hombres, y bueno con esta cuarta ola del feminismo también se han empezado a visibilizar y a legitimar otras autoras, por ejemplo, las colecciones de rescate que tiene la Universidad Alberto Hurtado. Esta cuarta ola no solamente ha ayudado a las autoras contemporáneas, sino que también hace rescate de autoras que en su momento pasaron desapercibidas o fueron hipervisibilizadas pero no legitimadas. Ha sido como un pensar nuestro pasado, nuestra tradición, nuestro canon, no solamente pensar el presente.

Parte del catálogo de Los Libros de la Mujer Rota presente en ferias y librerías. Créditos: Los Libros de la Mujer Rota

Claudia siempre vio a su padre leyendo. «Y yo también quería saber lo que había en ello, entonces empecé a indagar en la lectura de una forma súper voraz. Me quería leer todos los libros que estaban en la biblioteca y el placer de la lectura fue a muy temprana edad por tener esta posibilidad de leer los libros que estaban ahí. Después fui comprando, me fueron regalando, me empecé a inscribir en bibliotecas, compraba muchos libros usados y ahí empecé un proceso de autoformación, sin ninguna guía porque las cosas que lee mi padre son muy distintas las cosas que leo yo. Tampoco estudié literatura entonces todo este primer proceso lo hice sola, de forma muy personal». Al trabajo editorial empezó a dedicarse el 2004; trabajó en Lom como encargada de difusión, luego en Cuarto Propio como editora y en Barataria en España, donde estuvo a cargo de una colección de vanguardias latinoamericanas de rescate, donde publicó a autores como César Vallejo y Marta Brunet. En 2014 funda Los Libros de la Mujer Rota, «con ideas que venía trabajando desde siempre: feminismo, antirracismo, nuevas formas de escritura, etcétera».

¿Tú crees que tu comienzo de autodidacta de cierta forma tiene ventajas?

Tiene ventajas en términos creativos, porque en realidad nunca sentí el peso de la academia en mis primeras lecturas y en mis primeras escrituras. Fueron unos seis o siete años en que escribí y leí libremente, y después ya entré en la academia y vi que había cosas mucho más dogmáticas. Si hubiese entrado a los diecisiete a estudiar literatura probablemente no habría escrito.

Al escribir y editar, ¿qué significa un título para ti?

A mí me encanta titular, me encanta llegar ese momento en que aparece el nombre de algo y me gusta cómo uno llega a él. Un título puede llegar de diversas vías, a veces aparece el título al principio y después uno escribe un texto, lo que me parece súper extraño porque cuando me pasa digo: el libro ya existe y hay como que bajarlo un poco. Para mí es más fácil construir el texto cuando el título ya está, porque ya está todo listo. Como editora me gusta mucho que los autores lleguen sin título porque me gusta ese proceso de encontrarlo juntos. Me gusta ese momento porque me encanta editar y editar también tiene que ver con ese momento, siento, con encontrarle un título, encontrarle un lugar al texto, sacar párrafos, trabajar ciertos personajes, trabajar ciertas escenas, trabajar ciertos momentos, el estilo incluso, el ritmo. Entonces, que ya venga sin un título es un desafío como editora y además el diálogo que se produce con un autor para encontrar el título también es muy bello.

A la hora de comprar un libro sí me fijo los títulos, hay títulos que son muy atractivos, pero me fijo en otras cosas también: en los formatos de los textos. Tengo un gusto por los libros extraños, que no se atienen mucho a los formatos tradicionales del género. Prefiero estos libros que de frentón juegan un poco en esa frontera, como de como que no sabemos lo que es, hay una libertad. En este tipo de textos hay un desprendimiento de las normas, de ciertas hegemonías de ciertos formatos, entonces me gusta que la escritura se aborde por sobre todo desde ese lugar.

Edicola Ediciones, 2013
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Carolina Illino

Periodista con experiencia en instituciones culturales y medios de comunicación impresos y digitales. A través de los nuevos formatos, se empeña en revivir maneras analógicas de conectarnos.

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