Las hojas de guarda al inicio de Reino Fungi rápidamente nos llevan al lugar en el que debemos fijar nuestra atención para acercarnos a los hongos: la tierra. Lo que vemos son hojas caídas, entre las que hay una agujereada, color café, de la que crece un hongo pequeño. «Las guardas de este libro tienen un significado muy especial —comenta Loreto Salinas, ilustradora de la publicación—. Mientras las pensaba, escribí un texto que me ayudaría a darles forma: “El fin y el inicio están más cerca de lo que imaginamos, opuestos que están entrelazados, los límites se diluyen”. Donde vemos hojas muertas, también hay vida, aunque a veces sea invisible a nuestros ojos. Con esta idea quise empezar el libro. En la guarda final, el ciclo vuelve a comenzar pero en una escena diferente, porque los ciclos se repiten, pero siempre es un nuevo comienzo».
Al interior de Reino Fungi, escrito por la periodista Octavia Mosciatti, con asesoría científica, encontramos una enorme diversidad de hongos, de asombrosas formas, tamaños y colores —incluso que brillan en la oscuridad—, y que crecen en lugares completamente sorprendentes, debido a su capacidad de adaptación. Los hongos, se explica en este libro, no dependen de la luz y se alimentan de hojas, troncos, estiércol y toda materia orgánica viva o muerta.
Loreto Salinas, quien ha ilustrado también los libros Animales americanos y Jardín de Chile (publicados por Hueders), y Agua y tierra. Anfibios y reptiles de América (Amanuta), entre otros, comenta sobre los desafíos de este libro en particular: «Reino Fungi presentó varios niveles de complejidad debido a la vastedad y diversidad de los hongos. A diferencia de otros organismos que he ilustrado, los hongos tienen formas de vida y comportamientos que son a la vez visibles e invisibles. Pero lo más desafiante sin duda fue trabajar un tema en auge. Su contenido está en constante desarrollo, lo que se sabe hoy mañana puede ser diferente, entonces plasmar un libro en esas condiciones lleva a observar qué es lo esencial para contar y ser muy responsable con su contenido científico».
Los hongos, como comenta Salinas, son un tema en crecimiento y comprenderlos ha sido una tarea más bien reciente, ya que por siglos han sido menospreciados. Fue a mediados del siglo XX recién cuando se reconoció que formaban un reino propio y no eran una parte del reino vegetal, pero su valoración ha tardado todavía más.
Hitos recientes para el reino fungi han sido el documental de Netflix Fantastic Fungi, del año 2019, y la inclusión por parte de la National Geographic Society de los hongos en su definición de «vida silvestre», que llevó a la revista National Geographic de marzo de este año a mostrar hongos en su portada, por primera vez en sus más de cien años de historia. En el caso de libros para niñas y niños, se debe mencionar que este año fuera premiado en la Feria del Libro infantil de Bolonia un libro informativo sobre hongos de la editorial checa Baobab, llamado Myco: reportes completos del mundo de los hongos, escrito por Jiří Dvořák e ilustrado por Daniela Olejníková.
Chile, por su parte, tiene el orgullo de ser un país pionero en incluir a los hongos en su legislación de protección ambiental. Esto, en gran parte, gracias a la micóloga chileno-italiana Giuliana Furci, directora de Fundación Fungi, quien ha impulsado una campaña mundial para considerar los tres reinos al elaborar políticas públicas de preservación y educación: flora, fauna y funga.
Reino Fungi —que cuenta con un prólogo de Daniela Torres, integrante de Fundación Fungi— se articula en quince secciones, por lo que no solo presenta una gran diversidad de hongos y muestra su conexión con la naturaleza, sino que también da una perspectiva histórica y científica, eliminando algunos prejuicios. Porque el reino fungi, además de ser desconocido y menospreciado, ha sido temido. Es cierto que en la América precolombina los hongos eran respetados y consumidos en ritos religiosos, leemos en Reino Fungi, pero en la Edad Media se creía que eran diabólicos, pensamiento que se propagó en el periodo de la conquista. En bosques, además, podemos encontrar hongos venenosos.
Pocos saben, probablemente, que hay hongos en remedios (como la penicilina), que posibilitan algunas de nuestras comidas diarias (como el pan que se produce por la levadura) y que se están investigando para combatir la crisis ambiental (hay hongos que pueden digerir plástico). Hasta ahora, al parecer, nuestra atención estaba puesta en seres vivos más tradicionalmente carismáticos. Al respecto, comenta Salinas: «Espero que este libro logre mostrar una mirada más integral del mundo e inspire a niñas y niños, y a todos los lectores a maravillarse, apreciando la interconexión y la magia que nos rodea. Ojalá este libro encienda una chispa de curiosidad y asombro, llevando a los lectores a explorar otras formas de pensar, sentir e imaginar».
¿Cómo investigaste para tus ilustraciones de Reino Fungi?
En el proceso de documentación y creación hago un pequeño ritual. Busco objetos que simbolicen el libro (en este caso, fue un dibujo de una seta hecho por mi hijo y unas cerámicas de hongos hechas por mi hija) y los pongo sobre la mesa del taller para que me acompañen.
Empiezo el proceso con una extensa documentación que me ayuda a comprender qué transmitir, cómo hacerlo y qué mostrar. Es uno de los momentos que más disfruto de hacer un libro (además de pintar), es cuando mi mente se llena de ideas. Fue muy entretenido sumergirme en el mundo de los hongos, leyendo numerosos libros como Guías de campo: hongos de Chile, de Fundación Fungi; La red oculta de la vida, de Merlin Sheldrake; y El futuro es fúngico, de Michael Lim y Yun Shu. También observé variedad de hongos que pude encontrar cerca, escuché podcasts y vi charlas, presentaciones y documentales sobre este fascinante reino. Durante el tiempo que estuve trabajando en el libro, tuve la oportunidad de participar en un taller interdisciplinario que une la ilustración, ecología, botánica y gastronomía sobre hongos, Diarios de otoño, donde aprendí a reconocer, recolectar y cocinar hongos con el equipo de Del monte a la cocina. Esta experiencia afinó mi mirada y empecé a ver hongos en todas partes.
¿Hubo algo que te sorprendió particularmente, al investigar?
Los hongos abordan varios conceptos fascinantes como lo invisible, la dilución de los límites, la descomposición, la vida y la muerte, la simbiosis, la conexión, las redes de comunicación, la transmutación, lo misterioso y lo divino. En particular, los líquenes me parecen especialmente sorprendentes. Son un ejemplo de cómo la relación entre distintas formas de vida puede formar un nuevo organismo con una identidad propia, replanteando nuestra relación con el mundo hacia una perspectiva más colaborativa. Estos conceptos se repiten en los hongos una y otra vez, los hongos psilocibes, por ejemplo, pueden llevar a una sensación de unidad con el mundo natural y a la disolución de las fronteras del yo, desafiando los conceptos de identidad e individualidad.
¿Habían puesto los naturalistas sus ojos en los hongos, previamente?
Sí, naturalistas como Claudio Gay y Philippi pusieron sus ojos en los hongos. Claudio Gay detalló los cuerpos fructíferos de algunos hongos en su gran obra Historia física y política de Chile (1844). Además, Philippi realizó estudios sobre la micobiota chilena. Estos científicos, junto con otros —como Charles Darwin, que durante su viaje en el Beagle realizó colectas de hongos en Chile, incluyendo el famoso digüeñe (Cyttaria darwinii), conocido también como pan del indio—, fueron los primeros en documentar los hongos endémicos de Chile, reconociendo su importancia en la biodiversidad del país. También es importante decir que en los pueblos originarios los hongos han sido vitales, una gran fuente de alimentación, medicina y espiritual.
¿Cuál es la diferencia entre la ilustración científica y tus ilustraciones de libros infantiles? ¿Qué papel juega la fantasía?
La ilustración científica se enfoca en la precisión y el detalle, con el objetivo de capturar la esencia exacta de un organismo. En mis ilustraciones, aunque mantengo un nivel de precisión para asegurar que los elementos sean reconocibles, me permito añadir un toque de fantasía y personalidad. Este enfoque se refleja especialmente en la paleta cromática que utilizo, que me permite darle vida e identidad. En esta ocasión, decidí integrar «la línea» (aparición del boceto) que habla sobre la dilución, un concepto que se relaciona tanto con los hongos como con los temas que quería explorar en el libro.
La estructura del libro fue fundamental para caracterizar a los hongos, mostrando su increíble variedad y singularidad. Cada ilustración y cada página fueron pensadas para resaltar no solo las características físicas de los hongos, sino también su rol en el ecosistema y su importancia en el ciclo de la vida. Al ilustrar, busco capturar esa maravilla y asombro que vivo, esperando que los lectores también puedan sentirlo. Y a través de la fantasía y la personalidad que añado a mis dibujos, intento hacer que el conocimiento científico sea más accesible y atractivo, especialmente para los niños, inspirándolos a observar y explorar el mundo natural con una mirada curiosa.
Con tus libros te has aproximado a diversos ámbitos de la naturaleza, permitiendo comprenderla de manera más profunda, revelando que todo está relacionado. Este libro parece ser un paso más en esa dirección.
Sí, definitivamente. Reino Fungi explora cómo los hongos están interconectados con todo en el ecosistema. Al mirar hacia atrás, veo que mi primer libro se centraba en mostrar la fauna de mi país, la importancia del mensaje era el animal, con el objetivo de conocer parte de nuestra identidad natural. Posteriormente, en Jardín de Chile, el objetivo era conocer nuestro reino vegetal destacando el mutualismo con la fauna del territorio. Cuando Octavia Mosciatti me invitó a este proyecto, vi una gran oportunidad de completar esta visión holística a través de los hongos. Mostrar que en la naturaleza está todo interrelacionado, comprendiendo que estas conexiones nos ayudan a apreciar y proteger nuestro entorno. Reino Fungi no solo revela la diversidad y complejidad de los hongos, sino que también subraya la importancia de ver la naturaleza como un todo integrado, donde cada elemento tiene su papel y está conectado con los demás.
El libro fue escrito con supervisión científica. ¿Qué guías o correcciones te fueron haciendo durante el proceso de ilustración?
En este libro la supervisión científica se concentró más en el lenguaje usado que en las ilustraciones. Los hongos fueron considerados parte del reino vegetal por mucho tiempo, es por eso que el lenguaje que se usaba para describir a los hongos provenía de la botánica; por ejemplo, a una parte de la seta se le llamaba tallo, ahora se le dice pie o estípite. Este cambio refleja una comprensión más precisa y actualizada de este reino.
Formas parte del colectivo de mujeres «Colectoras de naturaleza», que se dedica a reflexionar y potenciar los libros informativos sobre naturaleza dirigidos a la infancia y la juventud. ¿Por qué crees que hay un florecimiento de libros sobre naturaleza, especialmente para niñas y niños, y cuáles han sido algunos de sus hallazgos recientes?
El florecimiento de libros sobre naturaleza creo que responde a una variedad de factores. La creciente conciencia sobre la importancia de la conservación y del medioambiente ha despertado un interés renovado en la naturaleza. Las personas estamos buscando maneras de reconectar con el entorno natural, de observar con detenimiento y de replantearse su relación con él y, por ende, con ellos mismos.
En cuanto a nuestros hallazgos recientes, nos damos cuenta de que los géneros literarios se desdibujan al igual que el concepto de los hongos de diluir los límites, podemos ver ficción en un libro de no ficción y viceversa. Esta fusión de géneros enriquece el contenido, haciendo que la información científica se vuelva más accesible y atractiva, y que la narrativa imaginativa se beneficie de la riqueza del conocimiento basado en los hechos.