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Entrevistas

Marcelo Simonetti: Máquinas y letras rebeldes

María José Ferrada Por María José Ferrada

A dos semanas de haber presentado su último libro infantil, nuestra colaboradora María José Ferrada fue tras los pasos de Marcelo Simonetti. Porteño de nacimiento, escritor, editor de revistas y periodista, Marcelo nos cuenta de su visión sobre escribir para niños y cómo esta se plasma en sus dos obras recién editadas: La rebelión de...

A dos semanas de haber presentado su último libro infantil, nuestra colaboradora María José Ferrada fue tras los pasos de Marcelo Simonetti. Porteño de nacimiento, escritor, editor de revistas y periodista, Marcelo nos cuenta de su visión sobre escribir para niños y cómo esta se plasma en sus dos obras recién editadas: La rebelión de la letras (Planetalector, 2016), junto a la chilena Margarita Valdés y La máquina de imaginar cosas (Penguin Random House, 2016), con el ilustrador argentino, Cristian Turdera.

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El autor Marcelo Simonetti. Crédito: Penguin Random House

“Al abuelo de Juan le gustaba enterrar cosas. En la larga historia familiar, sus hijos y los hijos de sus hijos habían encontrado: las rayas de un tigre, los anteojos de un cíclope, el diccionario de una muñeca rusa…”.

La historia es narrada por Juan, un niño que como suelen hacer los niños, un día crece. Y crece tanto que se mira al espejo y casi no se reconoce “¿Quién le puso arrugas, bigotes y canas? ¿y el traje gris? ¿y la corbata?”, se pregunta y al terminar de hacerlo sabe que ha llegado la hora de volver a casa del abuelo. El abuelo que tal vez dejó algo importante enterrado para él. Juan cava, cava y cava hasta encontrar ruedas, un juego de pedales, engranajes, una hélice…con ellos podrá construir lo que el abuelo sabía que sería la mejor de las herencias: La máquina de imaginar cosas

Le pregunto a Marcelo si de verdad tiene una, si cree que en tiempos como estos todos, no importa la edad que tengamos, deberíamos ir al patio de nuestros abuelos a desenterrar una máquina. Me responde que los paisajes de la imaginación y de la infancia son fundamentales y que lucha cada día por mantenerlos vivos.

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Detalle del trabajo de ilustración del creador argentino, Cristian Turdera

 “Creo que hay en los niños y su asombrosa capacidad para imaginar, una conexión vital con el mundo, que a medida que uno se hace adulto se va oxidando y enmoheciendo. La mirada del niño es libre y desprejuiciada, la del adulto está condicionada por una serie de circunstancias que lo circunscriben a lo concreto y a una realidad chata y utilitaria. Siento que si cultiváramos el niño que llevamos dentro, si no nos olvidáramos de jugar, si no pensáramos tanto en nuestro propio beneficio, el mundo sería distinto”.

—¿Qué otras máquinas crees que nos hacen falta hoy?, le pregunto

La máquina del sentido del humor —no aquella que se ríe del otro, sino la que se ríe con el otro, que es radicalmente distinta—, la máquina de la solidaridad, la máquina de la inclusión, responde.

Me pregunto si será este interés por la imaginación, el humor y la libertad de aproximación al mundo propia de los niños, lo que llevó a este periodista y escritor a comenzar a escribir cuentos para público infantil.

“Tuve un acercamiento al mundo infantil cuando escribí Tito (Ediciones SM, 2013), una novela que es el diario de vida de un chico de 13 años que a lo largo de la historia se convierte, bien entre comillas, en hombre. Me encantó la posibilidad de volver a la infancia como ejercicio creativo y asumir el punto de vista narrativo de un niño. A la par, descubrí el libro álbum y a autores maravillosos como Jimmy Liao o Shaun Tan. El empujón final vino cuando participé en un taller literario de historias para niños, donde trabajé algunos cuentos breves, pensados específicamente para el mundo infantil.  Entrar en esa lógica, que es distinta a la escritura de cuentos para adultos, fue todo un hallazgo y un placer”, cuenta.

Autor de cuentos y novelas para adultos, con reconocimientos tan importantes como el Premio Municipalidad de Santiago (Chile, 2003), Casa de América (España, 2005) y Premio Mejores Obras Literarias del Consejo del Libro y la Lectura (Chile, 2014), es el escritor perfecto para preguntarle sobre la diferencia a la hora de enfrentar un texto para grandes o chicos.

Me explica que sí, que cree que hay una diferencia “radica en que uno asume una mirada diferente al momento de escribir para niños. Insisto con esto del viaje a la infancia; cuando menos a mí me pasa que necesito sacudirme de todas las estructuras, ideas y prejuicios a las que obliga el hecho de ser adulto. Si siguiera con ellas al momento de escribir para niños creo que no lograría empatizar con esos lectores, de lo que se desprende que el hecho de escribir para niños es, en buena medida, un ejercicio liberador”.

Y antes de pasar al libro siguiente, una última pregunta.

— La máquina de imaginar cosas tiene un registro muy poético, ¿te gusta la poesía? ¿Qué crees que puede ofrecerle este lenguaje a un lector grande o pequeño?

No soy un gran lector de poesía, pero siempre estoy maravillándome de conocer la obra de nuevos poetas. Creo que la poesía es uno de los reductos de la belleza y es también un espacio que nos libra de cierta ramplonería que hay en los medios de comunicación —que nos ofrecen una realidad que muchas veces no tiene que ver con la verdadera realidad—. La poesía es una ventana por donde respirar aire puro, donde podemos oxigenar a nuestra máquina de imaginar cosas, que muchas veces suele agonizar frente a los pocos estímulos de una sociedad gris y monotemática.

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Portada de La máquina de imaginar cosas, editado por Penguin Random House, bajo el sello Beascoa.

Letras rebeldes

“En un principio, las letras no se querían. No se hablaban. No se tocaban. No se mezclaban”.  Con ese escenario nos encontramos al comenzar la lectura de  La rebelión de las letras  (Planeta Lector, 2016). Un problema grave. Porque si las letras no se mezclan, no se forman palabras y sin palabras  -tal como comprobamos a medida que avanzamos en la lectura de este  libro- nos quedamos sin historias que contar.  Por suerte, a medida que seguimos leyendo estas letras comienzan a recapacitar…

—¿Crees que los seres humanos necesitamos historias?

Creo que las historias son importantes porque de ellas aprendemos, son una forma de transmitir nuestro conocimiento y mantienen viva nuestra capacidad de soñar.

—¿Y qué historias leías tú cuando eras niño?

Leí los cuentos clásicos: El patito feo, La cenicienta, La bella durmiente, Blancanieves. Pero a decir vedad nunca fui un gran lector de cuentos siendo niño. Me divertían más las aventuras del equipo de Barrabases que mi padre compraba en el kiosco nada más aparecía un nuevo número de la revista. Fui un fanático del equipo de Pirulete, Torito y Sam.

 

— A propósito de ambos libros ¿cómo fue la experiencia de trabajar con Cristián Turdera (ilustrador de La máquina de imaginar cosas) y con Margarita Valdés (ilustradora de La rebelión de las letras)

Con Cristian nunca nos vimos ni nos encontramos —porque él estaba en Buenos Aires— pero fue maravilloso. No conocía sus trabajos hasta que la editora me presentó alguna de sus ilustraciones. Desde que las vi me encantaron. Si hay poesía en las ilustraciones, no tengo dudas de que habita en los trazos de Cristian . Era una alegría esperar sus envíos y darte cuenta de que los pudiste imaginar para determinada parte del texto no tenía nada que ver con lo que Cristian enviaba; creo que gracias a él el texto adquirió una vida impensada y muy luminosa. La experiencia con Margarita fue muy parecida, en el sentido de que solo nos comunicamos vía correo electrónico —ella estaba en España—. Y también fue una experiencia enriquecedora. Es cierto, uno está acostumbrado a escribir en solitario, pero de pronto te encuentras con que lo que escribiste es solo una parte del trabajo, y que hay más de un cómplice que terminará aquello que comenzaste. Me refiero al ilustrador y también a los editores.

— Por último cuéntanos ¿en qué proyecto estás trabajando ahora?

Ahora estoy enfocado en la escritura de un libro de cuentos para adultos en donde exploro el tema de la maldad. Y para niños, espero poder publicar prontamente un libro que cuenta la historia de un tigre que llega a la ciudad.

Me despido de Marcelo diciéndole que después de que los niños lean sus nuevos libros, seguro quedarán esperando la llegada del tigre. También los grandes.

 

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María José Ferrada

María José Ferrada es periodista y escritora de libros infantiles. Su trabajo ha sido publicado en Chile, Brasil, Argentina y España, y ha sido premiado tanto en nuestro país como en el extranjero.

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