Entrevistas

María Hesse: «No somos universales. Todavía, cuando una mujer publica un libro, lo compran más mujeres que hombres»

Francisca Tapia Por Francisca Tapia

La autora e ilustradora española visitó por primera vez nuestro país el año pasado como invitada del Festival Internacional del Libro y la Lectura de Ñuñoa. Conversamos con ella sobre su trayectoria en el mundo del libro y la reivindicación de lo femenino presente en sus obras. Foto: Francisca Tapia.

Un retrato de Frida Kahlo y la idea improvisada de una biografía ilustrada fue el punto de partida para la española María Hesse que, en ese momento, no tenía clara la forma que tomaría su primer libro, ni el impacto que tendría en la internacionalización de su carrera como ilustradora y como autora. Frida Kahlo: Una biografía (Lumen, 2016) se transformó en un éxito editorial traducido a más de una docena de idiomas y la primera publicación que daba cuenta de un sello personal, tanto en el estilo de ilustración, como en la mirada feminista que iría fortaleciendo en sus posteriores obras.  

«Al principio me ponía muy nerviosa», me comenta María cuando le pregunto cómo es llevar su trabajo, que parece más íntimo y solitario, a eventos masivos. «Ya lo llevo bien. Ya estoy acostumbrada, pero también lo llevo bien porque es una experiencia muy bonita. Normalmente te lo ponen muy fácil, en el sentido de que la gente que va, va porque le gusta lo que haces y te quiere escuchar hablar, y te sientes apoyada. De repente ves a esa gente que lee tus libros y que ven tus imágenes. Son los momentos en que ves la dimensión hacia dónde llega lo que tú haces». 

Está por primera vez en Chile, invitada al Festival Internacional del Libro y la Lectura de Ñuñoa. Conversamos en el Espacio Literario de Ñuñoa antes de las dos actividades que tiene agendadas y que, al momento de publicar esta entrevista, ya realizó: un taller de ilustración y la presentación de su más reciente libro, Malas mujeres (Lumen, 2022), una obra que se mueve entre el ensayo y el relato autobiográfico para contarnos cómo la historia escrita por hombres ha tachado de brujas o locas a aquellas mujeres que han dejado los roles pasivos.

¿Cómo vives la experiencia de transformar en un trabajo algo que, en un comienzo, era una afición? ¿Cambia tu relación con la ilustración?

Cambia a ratos. Uno intenta que no cambie, porque para mí si no pierde el sentido, pero es cierto que yo compagino proyectos personales y encargos. Hay encargos que son casi proyectos personales, porque por ejemplo cuando me llega ilustrar Mujercitas (Alfaguara, 2018) o Ana de las Tejas Verdes (Alfaguara, 2022) para mí son como proyectos personales, porque son libros que me han gustado tanto que de repente dices, jolín, qué suerte, qué regalo que me den este libro.

Inspirado en las vivencias de la pintora mexicana, este libro ofrece un hermoso paseo ilustrado por su vida y su obra. Créditos: María Hesse.

Cuando hago mis proyectos personales intento mantener también esa esencia de cuando no era una profesión, porque al final lo que estoy haciendo es contar cosas que a mí me importan y me inquietan, pero luego hay otros encargos que ya pueden ser un cartel, algo para prensa, algo para publicidad, en que tu actitud es diferente, es más una artesana, una trabajadora, pero bueno, yo soy muy afortunada porque, al día de hoy, casi el grueso borde de mis trabajos son mis proyectos. Lo único que tiene es la presión de que, claro, también tienes que comer a final de mes. 

Hoy en día tienes un estilo muy característico ¿Cómo fue el proceso de encontrar esa identidad gráfica?

Yo creo que es un proceso natural, tú vas dibujando y vas experimentando, hay cosas que se quedan y cosas que se van, cosas que evolucionan. Si tu coges mi libro de Frida, coges el libro Malas mujeres, lo pones uno al lado del otro, pues yo creo que es de la misma autora, pero sí hay muchas diferencias. Yo creo que mi trabajo evoluciona, podría evolucionar más al ritmo, no sé cuál es el ritmo óptimo de evolucionar, el ritmo que a mí me apetece porque no me presiono. Intento hacer del dibujo lo que hacía cuando no me dedicaba de forma profesional, hacer lo que me apetece como me apetece. Pero sí, el trabajo va evolucionando porque además tú evolucionas como persona, evoluciona lo que quieres contar y cómo lo quieres contar.

El derecho a ser defectuosa

Después de Frida, estuvo Bowie (Lumen, 2018), la única de las biografías que ilustró que no fue escrita por ella. Posterior a ello un libro más personal sobre la sexualidad femenina, llamado El placer (Lumen, 2019). Y luego vino Marilyn. Una biografía (Lumen, 2020). «Me parecía interesante contar otra visión distinta a la que generalmente se tiene de Marilyn, por lo menos en España. No sé la visión que se tiene aquí, pero me apetecía contar a la mujer que realmente era, que no era esa rubia tonta, guapa y un poquito más, sino que era mucho» explica María. Le comento que leí la opinión que escribió sobre «Blonde» en su Instagram, la película sobre Marilyn Monroe, interpretada por Ana de Armas.


Además del trabajo editorial, la obra de María Hesse ha sido expuesta en diversas exposiciones. Créditos: Erea Arzumendi.

«Es una ficción que me cuenta una media parte no muy bien, que por mucho que sea ficción, es la ficción de una persona que vivió en la realidad, no me vale», afirma y añade que lamentablemente esa ficción parcializada se instala en el imaginario colectivo. «Al final quién sabe cuál era la vida de Marilyn. Cuando me puse a hacer el libro sabía que era una tía que leía mucho, pero no sabía que había revolucionado la industria, había roto contratos, había creado su propia productora. Hay muchas cosas que no sabía, había una huelga de los trabajadores de la industria y ella hacía huelga con los trabajadores, con el cámara, con el guionista; sabes, era una tía implicada en hechos sociales, eso no sale en ningún lado».

Tal como hiciste con la biografía de Marilyn, en tu trabajo está muy presente la reivindicación de lo femenino, ¿hay una búsqueda consciente de contar estas historias?

Pues, qué difícil, porque mira con Frida no tenía yo una conciencia feminista, yo creo que se nota, cuando te lees Frida y te lees Marilyn, se nota el enfoque. En Marilyn había una intención de entender el contexto y situarla a ella dentro de ese contexto, porque muchas veces lo que nos pasa cuando leemos un personaje es que lo hacemos bajo la mirada contemporánea y ellas no vivieron en la época que vivimos nosotras, vivieron en otra con sus posibilidades y sus limitaciones.

Fui llegando al feminismo, entonces me apetecía con Marilyn ponerla en el lugar que le correspondía entendiendo el contexto, y con El placer empecé a ser consciente del tabú que había en torno a la sexualidad femenina, sale casi de una necesidad, sabes lo que te digo. No sé hasta qué punto hay una intención de decir «a partir de ahora…» porque de hecho yo muchas veces me canso y digo no quiero hacer ensayo feminista, pero claro, te sale porque tienes esa necesidad, como de romperlo todo. Con El placer tenía la necesidad de romper ya con esa culpa y de liberarnos. Lo peor de todo es que cuando te pones a investigar te das cuenta que hay un montón de libros que se han escrito ya sobre este tema, pero no los encuentras en las librerías, no se estudian en los colegios. Estamos siempre partiendo del mismo punto porque se nos invisibiliza y con Malas mujeres la consecuencia de hacer Frida, de hacer Marilyn, de hacer El placer, y de revisitar relatos populares y decir: claro, si es que resulta que hemos sido enemigas porque en los cuentos las enemigas son las mujeres. Pero es que esto no pasa solo en los cuentos, que te ves Friends, la serie, y también se repite el arquetipo, está la mala, la no se qué, la pija.

El siguiente libro en teoría no tendrá ese planteamiento, pero no lo tendrá y lo tendrá porque, claro, uno escribe desde el yo, mi yo como mujer, del mismo modo que los hombres han escrito toda la vida desde su yo masculino, solo que a los hombres no se les plantea porqué escriben de eso. Si un hombre escribe un libro sobre la neurosis no le dicen me hablas de la neurosis masculina, sabes, pero a nosotras siempre se nos pregunta. Y claro, somos feministas, pero porque te apetece escribir de las cosas que te inquietan, de entender por qué me he sentido mal si he sido ambiciosa, o si no he querido ser madre o si me masturbaba, entender de dónde venían todos esos relatos.

Ilustración de María Hesse para su libro «Marilyn» (Lumen, 2019). Créditos: PRH.

En Malas mujeres abordas esos relatos, esos estereotipos negativos sobre las mujeres. ¿Cómo ves hoy en día esas etiquetas y roles de la mujer en las nuevas obras de ficción? ¿Han ido cambiando?

Yo creo que se está intentando, hay muchas mujeres contando. Reconozco que ahora mismo lo que me interesa es leer el relato de otras compañeras, porque de repente empatizo con esas historias, ni siquiera hablamos de una mujer mala o buena, sino de una mujer que tenga derecho a la mediocridad, a ser defectuosa, a cagarla por la vida, ese tipo de relato masculino ha existido también, no se exigía la perfección.

A mí lo que me pasaba, y creo que nos pasaba a muchas de nosotras, es que leíamos un libro escrito por un hombre, con un protagonista masculino y tendíamos a identificarnos más con el protagonista masculino que con las mujeres que aparecían en la historia. Esas mujeres no nos representaban, tú no eras así o no querías ser así, o había algo que te fallaba, pero desde luego te gustaban más las aventuras que vivía el hombre, pero que tampoco se ajustaban a tu realidad.

Ahora hay muchas mujeres intentándolo, el cupo, porque por desgracia se habla de cupo; se nos sigue considerando la otredad, todavía no somos universales, todavía cuando una mujer saca un libro lo compran más mujeres que hombres, y yo pues hombres en el cine o la serie, que es lo que más veo, porque es verdad que literatura escrita por hombres actuales leo poca. Yo creo que también lo están intentando, algunos, otros no, algunos también se aprovechan de decir, oye esto está vendiendo ahora, voy a intentar hacerlo, pero cuando se aprovechan se nota que no sale bien.

Uno escribe desde el yo como mujer, del mismo modo que los hombres han escrito toda la vida desde su yo masculino, solo que a ellos no se les cuestiona por qué escriben de eso.

Has dicho que cuando comenzaste esta profesión tu gran sueño era publicar un libro. ¿Qué sueños siguen a ese después de varios libros publicados con éxito?

Yo estoy muy feliz como estoy la verdad. Mira, murales hace mucho tiempo que no pinto y me apetecería pintar una pared grande. Hoy pensaba que como la película de Marilyn no me ha gustado digo ver el libro en animación me parecería súper bonito, sería muy guay. No lo había pensado antes. Supongo que lo de pintar murales es algo que hago muy poco y que me apetecería hacer más y no sé, una portada del New Yorker también me gustaría (risas).

¿Y hay formatos que te gustaría explorar que aún no hayas trabajado?

Mira yo cuando estaba en la universidad, antes de estudiar ilustración, estudié otra carrera, pero yo siempre quería ser dibujante, hacía cómic, pero no tengo paciencia para las viñetas. En el siguiente libro no sé si habrá un mix, no lo sé. Pero me apetece pintar más grande, tengo ganas de pintar lienzos y también me apetecería hacerlo ya, pero vamos más o menos yo intento ir haciendo las cosas conforme me van apeteciendo.

Ilustración de María Hesse para su libro «El placer» (Lumen, 2019). Créditos: PRH.

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Francisca Tapia

Periodista diplomada en Literatura infantil y juvenil de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Ha colaborado en medios de comunicación e instituciones de educación y cultura. A través de entrevistas, reseñas y su pequeña librería online comparte el amor por la lectura.

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