Al entrar al departamento donde funciona Dudo Ediciones se ven libros, objetos antiguos y arte impreso por todas partes, hasta el techo. En una mesa grande y alta hay tres jóvenes cortando y pegando papeles, escuchando música y conversando. Hasta hace poco más de un año, María Paz Morales hacía todo ella misma: diseño, ilustración, impresión, encuadernación, venta. Hasta que en plena pandemia llegó Noi, una practicante que finalmente se quedó trabajando. «Empezamos juntas a cachar que no es tan viable, por ejemplo, tener una jornada normal laboral; trabajar un día completo por cinco días es imposible, hay algo con la manualidad que es muy agotador, dejas de producir lo mismo. Y eso ha perfilado a las personas que llegan acá, tienen un cuento armado por otro lado. Llegan para aprender, trabajar un poco seriado, mejorar la mano, compartimos hartos datos, mañas también. Y se ha generado una cuestión bacán, algo bien compartido». Ahora María Paz y Noi comparten también con Lupe y Coni.
¿Cómo descubriste las publicaciones experimentales?
Yo creo que ese término lo pusimos un poco nosotras con las chiquillas de la Unión [de Editoras Experimentales]. No se hablaba antes de eso, por ejemplo, Impresionante habla de arte impreso. Yo conocía harto quizás por mi formación de arte, hay algunos países donde estas publicaciones están más viradas hacia lo artístico, de hecho, existen menciones de libro de artista, en Chile no. Acá lo que está pasando es que se está volcando hacia el libro, no hacia el arte. No sé si es bueno o malo, pero es un poco lo que estoy viendo.
¿Cuándo empezaste a hacerlas tú?
La editorial tiene casi ocho años. Antes de eso hacía libretas, me gustaba encuadernar, aprendí encuadernando sola: desarmé un libro, lo examiné y así. Es loco, porque después empecé a cachar que dibujo, ahora estoy encuadernando… ¿debería hacer libros? Yo siempre he hecho cosas a mano, me gusta la manualidad, montamos una tienda que duró como tres meses porque me cargó, y ahí hacía otras cosas, unos pajaritos, bananos, mochilas, billeteras.
¿Cuándo entraste a diseño qué esperabas?
Tenía cero expectativas, pensé que no me iba a gustar, porque a mí me gustaba pintar.
Desilusionada con el circuito de las galerías de arte, María Paz se encontró con que ya no quería dedicarse a la pintura. Decidió irse a estudiar a Italia, hasta que su papá la convenció de que estudiara otra carrera acá. Ya había aprendido italiano, entonces se fue a hacer un curso de frescos a Florencia, viajó algunos meses y volvió a estudiar.
Y ahí entraste a diseño.
Afortunadamente me gustó la carrera, lo cual me sorprendió. Lo que me gustó fue esta área más bidimensional que era lo más cercano al arte. En la Chile no había tipografía, no había diseño editorial en ese entonces, entonces me gustó la carrera, pero no me gustó la universidad. Y ahí estuve dos años. Luego me cambié a la UDP, donde conocí profes que de verdad cambiaron mi visión; conocí al Pancho Gálvez, a la Jennifer King que fueron personas fundamentales para el tema libros. Tiempo después se abrió el diplomado de diseño editorial en la Chile y me lancé. Ahí conocí al Roberto Osses y a la Jenny Abud, que fueron personas súper importantes dentro de mi formación. En ese diplomado aprendí mucho.
Ahí salió mi primer libro y empecé a darme cuenta de que eso lo que quería: hacer libros, pero tenía que meterme más en el tema entonces ahí entré al magíster de edición. Hice una investigación en torno a la industria del libro y terminó en dos productos. Entonces no es tan casualidad que ahora esté en la presidencia de Editoriales de Chile porque desde ahí me empezó a interesar el funcionamiento de la industria. Dudo se llama así porque «dudo del funcionamiento general de la industria editorial», yo creo que se pueden hacer las cosas de una forma distinta.
¿Cómo empezaste a asociarte?
Nunca pensé «voy a hacer una editorial artesanal», fue saliendo un poco por necesidad y un poco por gusto, y empecé a darme cuenta de que había cosas muy positivas de hacer las cosas artesanalmente. Por ejemplo, no te estresaban ciertas decisiones, como cuánto tiraje hago, acá podías manejar los volúmenes, no necesitabas bodega. Y ahora que se habla mucho de la ecoedición gran parte de las decisiones son de ese tipo: significa que tú no mueves libros en vano ni de ida ni de vuelta.
También sabía que no quería hacer libros que costaran cien lucas. Me empecé a dar cuenta de que había muchas personas que querían publicar, por ejemplo, en fanzines u otros formatos y que no había editoriales que te publicaran en esos formatos. Entonces empecé a hablar con personas que ya estaban de forma más permanente en esto y tenían los mismos problemas que yo, que estaban entre el libro y el arte. Y contacté como a seis personas, diseñadores, gente que tenía editoriales, a algunas personas las conocía y a otras no; nos juntamos y ahí nació la Unión. De a poco fuimos quedando puras mujeres y nos empezamos a replantear el nombre y llegamos a Unión de Editoras Experimentales.
Ahora hay un fondo nuevo que es de ediciones experimentales.
Sí, lo hice yo. Editoriales de Chile me abrió plataformas para hablar con gente, pero yo hace rato venía diciendo que estábamos atrasados. Empecé muy desde el principio a viajar a ferias; mi primera feria fue Guadalajara, quedé desquiciada, se me abrió un mundo, una cosa que me impactó es que todos sabían lo que era un fanzine siete años atrás. Hoy en día acá en Chile, no. De hecho, el CRA acaba de meter los fanzines a las bibliotecas, hizo una compra importantísima como a diez autores y esto va a ir acompañado de un levantamiento de información de qué es un fanzine, cómo usar este formato en el aula para los docentes… esto va a ser un antes y un después porque van a empezar a considerar a este tipo de publicaciones experimentales.
Volvamos entonces a cuando se asociaron con Editoriales de Chile (Editores de Chile en ese entonces).
Me sorprendió que me eligieran presidenta porque era un espacio en el que no me sentía tan representada o identificada, y no pensé que del otro lado era al revés.
¿Y cómo pasó eso?
No tengo idea (ríe), pasó muy de a poco, uno de los motivos de por qué queríamos estar ahí es para que pasaran cosas como lo del fondo. Puede sonar un poco soberbio, pero queríamos educar un poco en torno a esto, porque el circuito formal del libro no conocía estos formatos y un poco los miraban a huevo, pero era por un total desconocimiento, porque en otros lados utilizan estos formatos como herramienta educativa, como fomento lector, de creación. Pero si no nos metíamos nosotras, ¿quién? Siempre que se necesitaba algo, aportaba, como soy diseñadora, hice un montón de pega gratis y como era movida empecé a conocer gente y así empecé a trabajar por la asociación. El directorio funciona dos años y cuando se está por cumplir el periodo hacen una encuesta a sus socios preguntando quién te gustaría que fuese el próximo directorio y así empezar a tantear terreno y a pololear a esas personas para que sea representativo, y en esa encuesta salí yo la más votada y yo quedé plop. Yo creo que pasó que entraron muchas editoriales nuevas, entró gente muy joven, que viene de otros lados.
¿Ahora cuántas editoriales son?
Somos más de 140.
¿Y antes?
Esta fue una explosión que hubo en pandemia, se dobló. Nosotros fuimos los únicos que nos movimos para conseguir un permiso de desplazamiento; como no somos primera necesidad, no podíamos salir, estábamos entrampadísimos. Solo las imprentas podían funcionar, pero no teníamos cómo sacar los libros de las imprentas, entonces ahí nos movimos. Y después de eso pasó otra cosa muy importante: cuando empezaron a haber actividades hicimos un convenio con Providencia y logramos hacer ferias todos los meses adelante del mercado. Los que estaban antes no eran muy activos, pero las personas que empezaron a llegar sí, entonces se empezó a notar más movimiento en la presencialidad.
¿Qué han proyectado para este periodo?
Teníamos una propuesta inicial que fue bacán igual; el directorio está compuesto por tres personas de región. El primer logro que tuvimos visible fue conseguir cien millones del fondo de reactivación para poder financiar las ferias fuera de las comunas típicas.
¿En Dudo en qué están?
Lo tengo súper abandonado… como yo trabajo independiente, tengo que ser súper ordenada con temas de plata, proyectos. Esto no estaba en mi cabeza dentro de mi año y ha consumido mi vida. Tengo ahí un cerro de libros que deberíamos haber publicado; este año hicimos dos títulos, un fanzine y un libro, una libreta, las nuevas riso con colores nuevos y nada más. Se han hecho cosas, pero poquitas en relación a las que tenía proyectadas. Tengo muchas ideas.