La escritura como deber, la literatura sin edad, el gran Gianni Rodari y los nuevos creadores italianos. De esos y otros temas conversaron la escritora italiana Nadia Terranova y María José Ferrada. Los invitamos a conocer los detalles de este intercambio entre dos escritoras que, desde distintos puntos del mundo, comparten ideas y lecturas.
Nadia Terranova
Fuente: http://www.iitaly.org
«El bombero era la araña, era el pájaro colorado.
También se había transformado en libro secreto,
en escarabajo con manchas,
en retal de tela bordada
y en flor bañada al sol.
Pero sin dejar nunca de ser Jacob, el padre de Bruno».
Con esas palabras Nadia Terranova cuenta, en su libro Bruno, el niño que aprendió a volar (2013) –ilustrada por Ofra Amit y publicada en español por A Buen Paso– la historia de Bruno Shultz, escritor, pintor, dibujante y crítico literario polaco de origen judío, reconocido como uno de los grandes artistas del siglo XX.
La historia de Bruno Shultz, pero también la historia de la ausencia de un padre, la llegada de los nazis y la persecución.
Porque Nadia Terranova es una escritora italiana que cree que es posible contar a los niños todo tipo de historias, también las que no tienen final feliz. Y una escritora que cree que los niños, esos seres humanos que con suerte alcanzan un metro de estatura, son capaces de disfrutar el sonido, la textura de las palabras, tanto como ella.
Sigo leyendo.
«Un día, Jacob no regresó.
Bruno lo buscó en las complejas inscripciones de sus libros preferidos y en los preciados tejidos de su tienda.
Espió aves, mamíferos e insectos,
interrogó uno por uno a los miembros del cuerpo de bomberos,
sospechó de Adela e incluoso de su madre.
NADA.
NI RASTRO.
EL VACÍO».
Portada de Bruno, editado por A buen paso
Bruno es la historia de un artista polaco, pero también la de cómo la historia de un país, de un continente y de un siglo, es capaz de impactar en las vidas individuales. Un cruce que la autora continuó trabajando en en su novela para adultos Gli anni al contrario (Einaudi, 2015), la historia de dos niños que se enamoran –inspirada en sus propios padres– que es también la de una Italia que atraviesa por un difícil momento político.
Nadia Terranova estuvo en Chile como invitada a la última Feria del Libro de Santiago. Y fui a escucharla. Quería saber qué pensaba de su oficio, la escritura para niños, la memoria. Y la conversación siguió, tras su regreso. Supe, entre otras cosas, que no hace diferencia a la hora de enfrentar la escritura de un texto para grandes o para niños, que entiende que más bien se trata de una separación que hace el mercado. También hablamos de Gianni Rodari y de otros escritores e ilustradores italianos que hoy le llaman la atención.
— Te interesa el tema de la memoria, ¿por qué?
— Porque creo que la memoria es un engaño y, al mismo tiempo, es lo más importante que tenemos. Lo que sucedió no es tangible, no puede ser tocado y, al mismo tiempo, es la única realidad que puede ayudarnos en nuestro presente. Es un tema fascinante porque tiene mil matices. ¿Quién es el testigo? No solo aquellos que han vivido una historia, sino también aquellos que la leyeron y quienes la escribieron. Cuando los testigos directos mueren, los lectores y escritores, artistas y receptores de ese arte se convierten en testigos. En este sentido, la memoria se convirtió, para mí, en un deber.
— Bruno es un libro bellísimo, ¿cómo nació?
— Bruno Schulz fue un gran escritor, un artista, un erudito, un maestro, y con frecuencia escribió sobre su infancia. La literatura y el arte son similares a los juegos, porque causan felicidad y disfrute. Me parece que los niños son más inteligentes que los adultos en la comprensión de la belleza: para ellos es algo simple e inmediato. Es por eso que no me preocupa que algo parezca demasiado difícil para ellos: por el contrario, creo que a los adultos nos cuesta más comprender ciertas cosas.
— ¿Qué temas, además de la memoria, te interesan?
— Creo que todos escribimos sobre dos temas: el amor y la muerte.
Amor entendido como amor entre dos personas, y en todas sus facetas. Y la muerte, frente a la que no tenemos poder, que irrumpe en nuestras vidas y trastorna nuestros planes, recordándonos que somos pequeños y frágiles.
— ¿Por qué elegiste escribir para niños?
— Vivo como si tuviera una niña de once años encarcelada dentro de mí: esa niño soy yo, firme en esa edad, que es la edad que tenía cuando murió mi padre. Me gusta que a veces la escritora sea esa niña, que durante todo el día tengo que llevar oculta bajo la apariencia de la adulta en la que me he convertido. Es fácil, inmediato, y veo que los niños lo entienden y que perciben mis libros como si fueran narrados por uno de ellos.
Vivo como si tuviera una niña de once años encarcelada dentro de mí: esa niño soy yo
— Has ganado muchos premios: Premio Napoli, Premio Fiesole Narrativa Under 40, Premio Bergamo, The Bridge Book Award y Premio Brancati, entre otros. ¿Qué piensas de los premios? ¿Son importantes para un escritor?
— Son importantes porque te dan confianza en tus posibilidades. Sobre todo al principio, cuando las inseguridades son mayores: si otros escritores, críticos, lectores te eligen, te da una tranquilidad. Teniendo en cuenta siempre que no podemos y no debemos complacer a todos.
Cuentos por teléfono de Gianni Rodari
—Ahora vamos con los escritores italianos y la infancia. Creo que, como pocos, han reflexionado de manera sincera respecto a la imaginación y la infancia. Pienso en Gianni Rodari, por ejemplo. ¿Qué piensas tú de su trabajo?
—Gianni Rodari era y es un mito indispensable para cualquiera que se acerque al mundo de la literatura infantil: su compromiso político, editorial, pedagógico y literario no se puede resumir en pocas líneas. Nos ha dejado rimas infantiles, fábulas, novelas y manuales para trabajar con niños: lo extraordinario es que nunca envejece y sigue siendo amado por niños de todas las generaciones. Es realmente emocionante observar el gran trabajo de Rodari, en su conjunto.
— ¿Quiénes son para ti los escritores e ilustradores italianos que debemos conocer y por qué?
— Hay jóvenes ilustradores que amo: Mariachiara Di Giorgio, Mara Cerri, Laura Palmarucci, Francesco Chiacchio, Pia Valentinis están haciendo un gran trabajo, por nombrar solo algunos con un estilo variado y personal. Me gusta mucho Brunella Baldi, que sabe cómo reinterpretar los clásicos pero también crear sus propios libros. Y Anna Castagnoli, que también es una conocedora intelectual y profunda del registro ilustrado. Y luego está Franco Matticchio, un verdadero genio a nivel internacional. Pero la lista podría continuar: en Italia, la ilustración goza de excelente salud.
— ¿Recomendarías a los niños chilenos tres autores italianos?
— Nombraré tres mujeres: Teresa Porcella, Beatrice Masini y Giovanna Zoboli. Teresa Porcella elije y escribe bellos libros. Beatrice Masini es autora de libros ilustrados y novelas que escribe con una voz delicada y literaria: su último libro sobre Pina Bausch es encantador. Giovanna Zoboli es también editora, fundó una importante editorial y escribe historias lúdicas y profundas para niños. Es interesante notar que estas tres escritoras también trabajan en publicaciones, porque el escritor, en mi opinión, también es siempre un gran lector y un operador cultural.
- Teresa Porcella
- Beatrice Masini
- Giovanna Zoboli
— Y ahora a propósito de los mismo ¿cómo eras cuándo niña? ¿qué leías?
— Cada semana compraba Mickey Mouse y Il Corriere dei piccoli (revista semanal de historietas infantil italiana) en el kiosko, en esta última mi página favorita era la de Pimpa, una criatura inventada por un brillante diseñador: Altan. Mi primera novela fue Mujercitas, pero antes de llegar a ella ya había devorado muchos cuentos de hadas: Las mil y una noches, los cuentos de los hermanos Grimm, los cuentos de hadas italianos recogidos por Italo Calvino. Luego comencé con novelas, me encantaban las que mezclaban amistad y aventura ¡Cómo lloré con Los chicos de Via Pal de Ferenc Molnár (esta popular novela húngara, que no circuló en Chile, es un clásico de la literatura infantil y una profunda reflexión en torno a las consecuencias de la guerra y la violencia).
— Y por último, ¿Qué te pareció Chile? ¿Pudiste ver libros? ¿hubo alguno que te interesara en especial?
— Me encantó Chile y fue un gran honor haber sido invitada a la feria. Creo que volveré pronto para visitar el sur, mientras trato de saber tanto como sea posible de Santiago, Valparaíso y el norte, el desierto de Atacama.
Vi un gran interés por la literatura infantil y quiero conocer más, así que disfruto de los hermosos libros que he encontrado y espero, pronto, su traducción al italiano.