Nadie puede hablar mejor de una editorial que su propio catálogo. Desde su creación en 1990, LOM se ha mantenido fiel a la idea de impulsar y promover la publicación de autores nacionales en las más diversas materias: desde las ciencias sociales a las artes visuales, del teatro a la poesía. En un momento histórico en que se debate el sistema educacional en Chile, conversamos con Silvia Aguilera y Paulo Slachevsky, fundadores de la editorial que en lengua yámana significa sol. Su apuesta es clara: menor valor agregado del libro y mayor valor simbólico.
—Cuando enfilan hacia los 25 años en el ámbito editorial y su catálogo suma más de 1400 títulos, ¿cómo analizan su propia evolución en cuanto a la edición y publicación de textos y contenidos?
Silvia Aguilera. Uno va aprendiendo. Es un aprendizaje permanente en la búsqueda de cómo darle mayor expresividad al texto. En nuestra política intentamos trabajar los contenidos y las formas cuerpo y alma –como dice Bernardo Subercaseaux-, en un diálogo armónico, pero también viable. Es parte de nuestra política editorial hacer buenos libros en cuanto a su contenido, lo más atractivo posible en su forma y además intentamos que resulte un libro alcanzable al bolsillo ojalá de la mayor cantidad de gente. Esas son las combinaciones que entran en juego a la hora de armar un libro, de llevarlo a la materialidad, de diseñarlo para la imprenta.
hemos tratado de romper con este imaginario que hay en Chile de que los libros son muy caros
Paulo Slachevsky. En principio en LOM quisimos hacer la experiencia de toda la cadena del libro en una lógica de no alienación del trabajo y ser parte de la total producción del libro. Eso mismo contribuyó al desarrollo y el carácter que tiene esta editorial, donde hemos tratado de romper con este imaginario que hay en Chile de que los libros son muy caros, cuando al final el precio promedio del libro producido en Chile, y en particular el producido por nosotros, es bastante más barato que mucho de los bienes de consumo que la gente compra sin hacerse problemas.
—¿En qué áreas en particular han notado un desarrollo en la calidad del libro?
P.S. En esta experiencia de la producción misma indicaría un aprendizaje en los libros de fotografía. Desde que empezamos la editorial, la primera colección fue Mal de ojo y al principio el desafío era cómo imprimir fotografía, cómo lograr que en una copia impresa, con la nula experiencia que teníamos, se logre cierta cercanía a una copia que hizo el fotógrafo. Con el tiempo se ha logrado justamente que esa experiencia entregue resultados, y lo que se está alcanzando hoy en día con la colección Mal de ojo y la serie Cazadores de sombras es claramente un ideal de mucha mayor calidad y mayor cercanía a la imagen que hizo el fotógrafo. Eso alegra, da cuenta de un camino.
—¿Qué referentes tiene Lom como editorial? En cuanto a la unión imprenta-editorial cabe una similitud con lo realizado por Nascimento y de cierta forma la colección Libros del Ciudadano se parecen a los de Quimantú.
S.A. Ese espíritu que había detrás de aquellos proyectos nos representa, sobre todo el hecho de democratizar el libro. Y exactamente, la colección Libros del Ciudadano la hicimos pensando en los libros de Quimantú, que costaban en kioscos lo que valía una cajetilla de cigarros. Yo creo que hoy en día esos libros están un poco más baratos de lo que cuesta un paquete de cigarrillos. La idea era crear libros que pudieran encantar la lectura. Diseñamos el formato pensando que fueran textos atractivos, que estuvieran al alcance del bolsillo y que fueran una puerta para aventurarse a otros libros.
—En cuanto a la accesibilidad, ¿qué opinión les merece la permanente discusión del IVA en torno al libro?
P.S. Como LOM siempre hemos participado en la Asociación de Editores de Chile y nuestro principal trabajo ha sido la elaboración y después la búsqueda de la implementación de la política nacional del libro y la lectura. Al mismo tiempo que hay un esfuerzo de los creadores, los editores, de los libreros y los bibliotecarios por promover el libro y la lectura, es fundamental que existan políticas públicas en el país. Sin una acción mancomunada del espacio público y de la sociedad civil es realmente difícil armar un circulo virtuoso entorno a este mágico objeto.
faltan gestos políticos que den cuenta de la importancia radical que tiene el poner al libro en un lugar más central en la sociedad
Y uno de los puntos de esta política del libro, que tiene una estrategia sistémica que busca cubrir toda la cadena del libro, con medidas específicas para cada ámbito, es el tema del IVA. Somos uno de los países que más hemos firmado tratados de libre comercio, y casi todos los países tienen IVA diferenciado o derechamente no tienen IVA para el libro, porque lo consideran un bien fundamental; es decir, no lo tratan de la misma manera que los perfumes, los vehículos, que el textil. Consideran que es un bien útil para potenciar la educación y el desarrollo de las personas y por eso tratan el libro de una forma especial. Creemos que es muy importante en Chile y siempre hemos insistido en tener un IVA diferenciado. No es una medida que por sí sola vaya a cambiar las cosas; tiene que articularse dentro de una política. Pero creemos que es una medida simbólica muy importante porque va a ayudar a romper este imaginario que el libro es muy caro, va a reducir el precio al orden del 14%, pero sobre todo va a dar cuenta que el país, el Estado, pone al libro en un lugar particular.
El efecto de volver a dar una importancia simbólica al libro dentro de la sociedad chilena va a ser muy fuerte. Han habido políticas como la del Consejo del Libro, el fortalecimiento de las bibliotecas, pero faltan gestos políticos que den cuenta de la importancia radical que tiene el poner al libro en un lugar más central en la sociedad para que seamos sujetos capaces de participar en la globalización y no solamente seamos consumidores de la producción intelectual de los países del norte.
—Implicaría naturalmente un mayor desarrollo de la industria del libro en Chile.
P.S. Es fundamental fortalecer una industria del libro. Que haya más producción, más autores, más creación ayuda mucho a ese círculo virtuoso de la lectura. Los libros no son cosas que llegan de otro mundo, con autores que están lejos, con libros que se producen en Europa, sino que tiene que ser algo cercano. Es decir, que en las diferentes ciudades del país existan editoriales, que existan autores y que puedan tener cercanía con sus lectores.
—A los talleres e imprenta de LOM llegan muchas editoriales nuevas a imprimir sus libros. ¿Qué les produce esta explosión de editoriales? ¿Observan un impacto real en aquello?
P.S. Yo creo que se está viviendo un momento muy interesante en torno al libro y la lectura en Chile y uno de los elementos que da cuenta de eso es la explosión de nuevas editoriales independientes. Hay muchos jóvenes que están haciendo de la edición su proyecto de vida. Están haciendo muy buenas cosas y por eso apelamos tanto a la implementación de la política del libro para que esto no sea un veranito de San Juan. En la Historia del Libro en Chile de Bernardo Subercaseaux se da cuenta que en un cierto momento del país hubo una gran producción y traducción. Sin ir más lejos, una vez que vinieron (José Emilio) Pacheco y (Sergio) Pitol a Chile contaron que ellos leían en la costa Pacífico de México con libros que llegaban desde Chile, y eso fue un momento muy potente de la edición chilena, donde estaban Nascimento, Cruz del Sur, Zig- Zag, entre otros. Pero eso no fue complementado con una política país entorno al libro y la lectura.
Hoy se está viviendo un momento similar, se está haciendo bastante traducción, muchas nuevas editoriales, hay una producción de ilustradores increíble, una nueva generación en el ámbito del libro infantil, y esperamos que este sea un momento para largo. Es decir, que se logre generar un contexto sustentable para que esos proyectos no se mantengan en una fuerte precariedad y terminen al final desapareciendo.
—Oscar Hahn, quien ha publicado en LOM, ganó el pasado Premio Nacional de Literatura, y está vez están postulando a Jorge Guzmán. ¿Qué esperanza y crédito tiene la editorial de obtener este galardón?
Jorge Guzmán. Foto: Alejandro Olivares
S.A. En cuanto a ventas es lo menos. Diría que es prestigio. Es saber y tener certeza respecto de nuestras opciones. Cuando estamos postulando a un autor no es por la formalidad, sino porque estamos absolutamente convencidos. Nosotros creemos que Jorge Guzmán merece ese reconocimiento máximo que entrega las letras chilenas por su trayectoria y por la consistencia de su trabajo. Jorge tiene seis novelas y es un escritor con ya cierta edad, pero que sin duda ha marcado una impronta interesante en lo que es la narrativa chilena. A él se le ha clasificado dentro de lo que es la narrativa histórica y nos ha ayudado a mirar la historia desde la literatura y yo creo que esa es una contribución central de su trabajo. Además, ha puesto y ha revisado la historia desde un lugar distinto al cómo nosotros la hemos conocido. Él la ha visto a través de los ojos de los otros y los otros son los que están alrededor de los personajes centrales. Eso es muy significativo en Ay mama Inés (1993) y La ley del gallinero (1999), que trata dos períodos bastante distintos, Pedro de Valdivia y Diego Portales. Los ve a través de otros personajes, se mete en la intimidad de la historia y recrea desde la ficción.
—Además, está su labor como maestro y formador.
S.A. Hay un reconocimiento hacia Jorge como una figura central dentro de toda una generación de escritores e intelectuales. Él les enseñó a leer. Jorge tiene toda una teoría y metodología especial. No fue el único, por cierto, sino a través de un equipo de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Chile. Yo creo que abrió horizontes no solo para la literatura, sino que para el desarrollo cultural de Chile. Allí están Zurita, la Damiela Eltit, una serie de personajes que fueron formados bajo su impronta. Y esto escapa lo estrictamente literario, pero lo hace significativo porque aborda el campo cultural de una generación que ha marcado en el país. Por eso pienso que es un potente candidato a ser reconocido con el Premio Nacional de Literatura.