Disfrutar la lectura no es algo único, sino que el placer puede tomar formas muy diferentes según lo que esta genere en el lector. El Dr. Jeffrey D. Wilhelm -profesor de la Universidad Estatal de Boise, ubicada al noroeste de Estados Unidos- nos muestra en los resultados de su trabajo con lectores jóvenes, distintos tipos de placer asociados a la lectura y entrega recomendaciones para profesores de las escuelas..
La literatura juvenil tiene, generalmente, un contenido marcadamente estigmatizado, que nos hace a los adultos mirar estos libros con recelo y condescendencia, sin entender cómo alguien podría querer usar su tiempo pasando las páginas de una historia de vampiros, de romances exagerados o de minucias trágicas. Esa distancia, que no nos permite comprender a los adolescentes, es lo que busca superar Jeffrey D. Wilhelm, doctor en Currículum y Docencia de la Universidad de Wisconsin, mediante la investigación de los motivos que tienen los lectores jóvenes al elegir los libros que eligen y de los beneficios que obtienen de esas lecturas.
Desde la Universidad Estatal de Boise (Idaho, EEUU) donde dirige el Centro de Escritura, Wilhelm ha estudiado las motivaciones que presentan los niños y adolescentes lectores; un tema que ha quedado muchas veces olvidado en el mundo académico, más a favor de la investigación centrada en los efectos beneficiosos de leer y en las técnicas para fomentar la lectura de forma eficiente.
En su último artículo, Recognising the power of pleasure: What engaged adolescent readers get from their free-choice reading, and how teachers can leverage this for all, publicado en el año 2016 en el Australian Journal of Language and Literacy, da cuenta de un extenso trabajo de seguimiento de jóvenes lectores, en el cual realizó una serie de entrevistas a estudiantes que leen voluntariamente y que disfrutan géneros usualmente marginados por el sistema escolar y por el mundo de los lectores adultos.
Roland Barthes
A partir de este trabajo, consiguió identificar varias formas en que se manifiesta el placer por la lectura. Siguiendo el paradigma propuesto por Roland Barthes ya en 1975, que distingue entre el placer literario, una forma agradable que no desafía nuestra cultura, y el goce literario, un estado incómodo, que genera una disrupción con el lenguaje, Wilhelm avanza hacia una tipología de las formas del placer por la lectura, a partir de lo que los mismos niños consideran que esta actividad les entrega. Aún más, Wilhelm -quien tiene más de 15 años de experiencia como profesor escolar- ofrece una guía para fomentar cada una de estas formas de placer en el aula.
A continuación se explica cada una de ellas, y se presentan las actividades que él propone para involucrar a los niños activamente en la lectura.
- El placer de inmersión lúdica es la sensación de experimentar una historia en carne propia, de perderse totalmente en el libro. Esto significa que no todas las emociones son agradables, pues se comparten las vivencias de los personajes. Este tipo de placer es un prerrequisito para los demás, y es necesario para el desarrollo de un lector comprometido. Para fomentarlo, Wilhelm propone utilizar técnicas dramáticas que inserten a los jóvenes en los mundos de ficción, como la caracterización o escritura de roles.
- El placer intelectual es el que deriva de descubrir y comprender el mundo, en un paralelo al trabajo detectivesco de reconstruir una situación a partir de relatos parciales. Algunas formas en que se manifiesta es en la anticipación de los hechos en el relato, o bien cuando, al finalizar la historia, se proyectan posibles escenarios futuros. Este tipo de sensaciones son las más similares al trabajo realizado en la escuela, aunque también tiene un carácter mucho más espontáneo y menos dirigido que los ejercicios de aula. Para promover este tipo de placer, el autor propone que el docente se ponga en una situación de exploración, compartiendo una primera lectura con los estudiantes para sorprenderse juntos; emparejando lecturas obligatorias con elecciones libres (o desde una lista) asociadas a un tema; trabajando unidades de contenido como proyectos de investigación basados en preguntas esenciales; o discutiendo y compartiendo a partir de preguntas generadas por los estudiantes.
- El placer social, que en sus resultados de investigación, toma dos formas distintas. Por una lado, emana una emoción positiva de usar la lectura como un medio para conectarse con otros, a través de recomendaciones y conversaciones; por otra parte, y especialmente en la adolescencia, la lectura es un elemento que ayuda a definir y describir la identidad propia. El fomento de este tipo de placer se consigue a través de actividades compartidas centradas en la lectura, como que el profesor sea un lector más en el aula; que lea libros recomendados por los mismos estudiantes; que promueva la discusión literaria en grupos; que diseñe proyectos grupales para compartir con el curso; o que cuente con un programa de lectura voluntaria, apoyado de distintos formatos de recomendaciones.
- El placer funcional tiene que ver con el uso que se le da a la lectura para conseguir metas personales. En esta línea no se encuentran los beneficios asociados a la lectura, como el desarrollo cognitivo o los resultados educacionales, sino objetivos más prácticos, personales e inmediatos, como mejorar la escritura, entender otras perspectivas, o empezar a actuar de nuevas maneras. Esto se desarrolla enmarcando las unidades de trabajo como proyectos de investigación, en que, a partir de preguntas básicas, los estudiantes usen la lectura y los textos para conseguir soluciones.
- El placer del desarrollo personal, una forma específica del placer funcional, viene del uso de la lectura como una herramienta para llegar quien quieren ser. A través de los libros, los jóvenes pueden conocerse a sí mismos, y alcanzar su potencial. Trabajar este tipo de placer se hace a través de actividades que simulan situaciones de la vida real, conectando escenarios literarios con otros posibles en la actualidad o el futuro de los estudiantes.
Estos resultados muestran que la lectura, cuando se sostiene en la inmersión en el texto, puede realizarse buscando diferentes efectos. Y es que cuando los jóvenes leen no hay un consumo ciego, sino que se presenta un proceso de lectura crítica, en que se desafía el contenido y se generan significados personales. Entender las razones que llevan a los estudiantes a elegir libros permite comprender qué esperan de los textos, diseñar actividades pedagógicas motivadoras y alineadas a sus objetivos personales, y, como enseñanza para los docentes, resalta la importancia de dar espacio a la libertad de elegir qué leer.
Si quieres conseguir más información puedes revisar este artículo y conocer el trabajo de Jeffrey D. Wilhelm en el siguiente link.