Hasta el 17 de abril estará abierta la exposición Hombres entre dos siglos (XIX-XX) en el Museo Histórico Nacional. La muestra permite percibir cómo se formó el imaginario de la masculinidad moderna, a través de retratos y objetos de hombres.
Al inicio de la exposición Hombres entre dos siglos (XIX-XX) del Museo Histórico Nacional, nos encontramos con retratos de hombres distinguidos y con objetos que han caracterizado la masculinidad en la cultura occidental: pipas, artículos de afeitar, relojes, sombreros y bastones. Y en el mismo salón, un gran espejo antiguo que permite que los hombres se observen y, de manera inevitable, comparen. La conclusión es evidente: lo que entendemos por masculino es algo dinámico, no ha permanecido fijo a través del tiempo. Es posible, por tanto, mirar la masculinidad desde una perspectiva histórica.
La muestra Hombres acompaña a la investigación realizada para el libro Retratos de Hombre (1840-1940): Espacios, representaciones y modos de ser masculinos, publicación del año 2015 que cuenta con una selección de 120 retratos masculinos de la Colección de Fotografía del Museo Histórico Nacional. El libro incluye también breves textos de especialistas, como “Evolución de la moda masculina”, de Emilia Müller, “Breve aproximación a la construcción de masculinidades en Chile”, de Carolina Barra, y “La democratización del retrato”, de Carla Franceschini. La publicación se trata de un complemento a Retratos de Mujer 1880-1920, libro realizada por el mismo Museo el año 2010.
La exposición —al igual que el libro— hace énfasis en hombres aristocráticos urbanos, que tenían como referente al gentleman inglés. La técnica del daguerrotipo, que estuvo vigente en Chile desde 1843 hasta 1860, era de costo elevado. Hay políticos, intelectuales, militares y miembros del clero. La mayoría de ellos retratatados en estudios fotográficos. En menor medida vemos a trabajadores, vagabundos, vendedores y campesinos.
Exclusivamente en la muestra podemos acercarnos a objetos cotidianos para el hombre entre 1840 y 1940. Una aproximación a la intimidad del hombre en el caso de sus objetos de belleza, como rasuradoras, bacías y peines para bigotes. También hay objetos fabricados para lucimiento personal: colleras, bastones, sombreros, pipas, cajas de cigarrilos. Objetos que hoy son dignos de un museo, pero que, según los estándares establecidos en ese momento histórico por la sociedad, definían a un hombre.