Las recomendaciones boca a boca y las continuas reediciones de sus obras han mantenido vigente a John Williams; escritor norteamericano que, con solo tres novelas, sigue cautivando a críticos y lectores. En abril aparece una nueva edición de su novela más entrañable, Stoner, de la mano de editorial Fiordo y con la traducción del argentino Carlos Gardini.
John Williams (1922-1994) es de esos autores a los que uno llega por recomendación de alguien o por una circunstancia fortuita. Autor de pocos libros y de vida tranquila, Williams trabajó como profesor universitario durante casi toda su vida y, aunque fue un autor leído en su tiempo y que incluso ganó el National Book Award por su novela El hijo de César en 1973, ha sido en estos últimos años cuando su nombre ha agarrado más fuerza y sus libros, más lectores.
Lamentablemente sus novelas son únicamente cuatro; y la primera de ellas, Nothing But the Night, fue despreciada por su autor poco después de su publicación en 1948, lo que nos deja solo tres lecturas: Butcher’s Crossing, Stoner y El hijo de César, que hoy se encuentran en varios idiomas –incluido el español- pero que en su momento fueron tan mal publicitadas que es casi milagroso que hayan pasado a una segunda edición.
La más famosa de todas es Stoner —hoy considerada una especie de novela de culto—, que narra la vida de John Stoner, un hijo de campesinos que en 1910 entra a la universidad de Misuri a estudiar agricultura pero que al poco tiempo cambia de rumbo cuando descubre su gusto por la literatura y su vocación como profesor universitario. Una novela un tanto triste sobre un idealista que aspira a triunfar en el amor y en su trabajo, pero que –sin poder evitarlo- ve cómo su matrimonio y su ascendente carrera como profesor se precipitan al despeñadero. “Al cabo de un mes él supo que su matrimonio era un fracaso; al cabo de un año abandonó toda esperanza de que fuera a mejorar. Aprendió a callarse y dejó de imponerle su amor”, se lee en la primera parte de la novela. El mismo sentimiento de decepción va a estar presente en la relación de Stoner con los otros profesores y sus alumnos, aunque el autor siempre negó el carácter triste del protagonista. “Creo que es un verdadero héroe”, dijo John Williams en una entrevista: “Mucha gente que ha leído la novela piensa que Stoner tuvo una vida triste y mala. Yo creo que tuvo una muy buena vida. Él estaba haciendo lo que quería hacer, sentía la importancia del trabajo que estaba realizando. Su trabajo le dio un tipo de identidad y lo hizo ser lo que era”.
Al igual que el protagonista de Stoner, Williams fue profesor universitario durante casi toda su vida
Al igual que el protagonista de Stoner, John Williams también fue profesor universitario durante casi toda su vida. Nacido en Texas en 1922 y nieto de campesinos, el escritor se enamoró de la literatura en la secundaria y, tras servir en el ejército durante la II Guerra Mundial, obtuvo un doctorado en literatura en la misma Universidad de Misuri que aparece retratada en la novela. Poeta y novelista, Williams trabajó como profesor de escritura creativa de la Universidad de Denver durante 30 años, donde observó que “varios alumnos tenían la idea de que cada obra de ficción tenía que reflejarlos a ellos”, aunque para él la ficción debía llevarte a otra cosa. “Alguien le preguntó a Ford Madox Ford cuál era el valor de la novela, y él dijo ‘te permite conocer a tu vecino’. Creo que esa definición es buena”, dijo Williams poco antes de jubilarse.
Tras su muerte en 1984 el obituario del New York Times destacó más su faceta de poeta y académico que la de novelista, aunque con los años este desaire ha sido reivindicado, y hoy sus novelas –especialmente Stoner– están teniendo un éxito inesperado en varias partes del mundo. Un éxito que ha llegado gracias a las recomendaciones de boca a boca, a algunas elogiosas críticas y a reediciones de sus novelas –como la que ahora realiza editorial Fiordo en Argentina y que en Chile distribuye Hueders- que salvaron a Williams de pasar al olvido, como sí le ocurrió al protagonista de su novela Stoner, a quien ni sus colegas profesores, “que no le profesaban mayor estima cuando vivía, pocas veces hablan ahora de él”.
Un profesor universitario y un cazador de búfalos
Cuando Stoner (1965) apareció publicado en Estados Unidos tuvo una tibia recepción: 2000 copias vendidas y una pequeña nota en el New Yorker. Pero al año siguiente recibió una elogiosa reseña en el New Republic que si bien “no llevó a vender una sola copia”, en palabras de Williams, “sí le dio al libro una especie de vida underground”, que ha permitido que –cada ciertos años- alguien vuelva a hablar de él, lo “redescubra” y lo vuelva a editar.
El mismo fenómeno ha ocurrido con sus otras novelas: Butcher’s Crossing (1960), un western tan desolador que, a ratos, nos recuerda las novelas de Cormac McCarthy, y El hijo de César (Augustus en algunas traducciones), una novela histórica que ganó el National Book Award en 1973, pero que hoy ha alcanzado mayor notoriedad gracias a la renacida fama de su autor y a la reedición que hizo el New York Review of Books el 2014 a raíz de los 2000 años de la muerte del emperador Augusto.
Estos tres libros –además de sus antologías de poemas- son casi lo único que hoy puede leerse de John Williams, y son novelas tan disímiles –en cuanto a su trama y a la época en que están situadas- que cada una de ellas es una experiencia única y especial. De hecho, cada cual fue promocionada de manera distina: Butcher’s Crossing como western, Stoner como novela académica y El hijo de César como novela histórica, etiquetas que según algunos críticos asustaron a los lectores, y que el propio Williams sospechó que no serían una buena estrategia comercial: “No tengo ilusiones de que (Stoner) vaya a convertirse en un ‘bestseller’ o algo así, pero si no es tratada como otra ‘novela académica’ por la editorial, así como Butcher’s Crossing fue tratada como ‘western’, podría tener ventas respetables”, le escribió a su agente literario en 1963: “De lo único que estoy seguro es que es una buena novela; con el tiempo incluso podría ser considerada como una sustancialmente buena”.
Las novelas de Williams son tan disímiles que cada una de ellas es una experiencia única y especial
Y claro que tenía razón. Con el tiempo, Stoner –sea o no una novela académica- pasó a la historia como una novela muy buena, de prosa simple y clara, a ratos irónica, donde aparecen las rivalidades entre los profesores y las luchas de egos, pero donde principalmente está un hombre solo cuya única seguridad son su trabajo de profesor y sus libros de literatura. Al final de su vida, William Stoner recuerda que había tenido una esposa, una hija, un par de amigos, pero que todo había acabado: “Había anhelado el amor, y había tenido amor, y había renunciado a él, lo había dejado caer en el caos de la potencialidad. (…) Y había querido ser profesor, y se había convertido en eso. Pero sabía, siempre había sabido, que la mayor parte de su vida había sido un profesor indiferente”.
En su novela anterior, Butcher’s Crossing, también aparece el tema de las rivalidades masculinas. El protagonista, de nombre Will Andrews, es un recién egresado de Harvard que influenciado por el trascendentalismo de Emerson llega al oeste en 1876 en busca del sentido de la vida. En el pueblo de Butcher’s Crossing, en Kansas, Andrews conoce a tres cazadores con los que parte a las montañas en busca de pieles de búfalos, y con quienes termina pasando una larga y terrible temporada en la nieve, de la que regresa con las manos ásperas, impasible y convertido en adulto.
La novela –escrita con un realismo que, a ratos, nos recuerda a Thoreau- habla de esta lucha del hombre con la naturaleza implacable, de la obsesión de un líder por matar bestias sin necesidad, y también de esa pasión que mueve a ciertos hombres como el joven Andrews- “a cruzar medio continente hasta un territorio salvaje donde soñó que podría encontrar, como en una visión, su yo inalterable”, y donde al final quien más cambió fue él mismo.
La vida de un héroe
Tanto Stoner como Butcher’s Crossing hablan de la iniciación sexual, de las rivalidades masculinas, de las tensiones entre hombres y mujeres, y también de la muerte. Para el escritor, toda novela debiese ser una vida: “Debe ser sobre nacer, vivir y morir”. En El hijo de César, su última novela publicada, estos elementos van a estar presentes desde el principio del libro –que comienza con la muerte de Julio César- hasta el final -que narra la muerte del protagonista, Octavio César, y de su hija Julia en el exilio-, y donde la genialidad de John Williams va a ser capaz de atraer a cualquier lector (incluso a aquellos que desconfían de las novelas históricas).
La novela, escrita a través de cientos de cartas de distintos personajes, va a narrar la vida de Octavio César desde que es un joven inexperto que viaja con sus amigos, hasta que se convierte en el Emperador de Roma, y donde el lector puede acercarse al pensamiento de cada personaje de la historia –de sus amigos, de sus enemigos, de su hija, de su ambiciosa esposa- sin tener que leer sobre recreaciones ficticias o diálogos impostados tan propios de las novelas históricas. La obra, al igual que sus novelas anteriores, también tiene por protagonista a un héroe, que va a triunfar en su misión (como Stoner en la academia y Andrews en las montañas), pero que también fracasa en lo personal: un héroe que comienza siendo un joven idealista, pero que al final de sus días –a pesar de los triunfos militares y políticos que ha logrado- siente que está solo: que provocó la desunión de su familia con tanta maquinación para perpetuar el poder, que perdió a su hija en el destierro y que se perdió él mismo la oportunidad de ser feliz. “Con cada éxito aparecen dificultades que habíamos previsto, y con cada victoria aumenta la dimensión de nuestra eventual derrota”, aparece escrito en una de las cartas ficticias de Salvidieno Rufo, y donde se resume el tema principal de El hijo de César, así como de sus novelas Stoner y Butcher’s Crossing.