Es una fría tarde de sábado. En este mes de junio las temperaturas han descendido considerablemente en relación a los años anteriores. Voy en camino a la Biblioteca territorial El Castillo, ubicada en la población con el mismo nombre, en la comuna de La Pintana. No es cualquier biblioteca. Una alianza entre el servicio de educación municipal, vecinos y la Fundación Luis Felipe Cordero dieron vida a este espacio de encuentro con la lectura en un sector que ha sido visto en múltiples ocasiones, y especialmente por los medios, bajo el estigma de la delincuencia. Andrea Labrín, directora de la biblioteca y miembro de la fundación LFC me ha invitado a conocer el espacio y las actividades de fomento lector y de acercamiento a la cultura que brindan a vecinas y vecinos.
Luis Felipe Cordero es un empresario y amante de los libros. Desde la fundación que lleva su nombre, ha querido aportar acercando la cultura en zonas donde el acceso a esta es más difícil. Ya había tenido un acercamiento a la Municipalidad de La Pintana, cuando donó el musical de La Bella y La Bestia para que las familias de la comuna disfrutarán de la obra. De la fundación surgió la idea de implementar una biblioteca territorial en una de las poblaciones. En conjunto con el municipio y la alianza que se realizó, se designó el espacio dentro de la Escuela Juan de Dios Aldea, ubicada a pasos de la intersección de avenida Gabriela y la autopista Acceso Sur.
Cuando llego, Andrea y Raúl Namhur, director ejecutivo de la fundación LFC, me dan la bienvenida. Es un día ajetreado. Hay una sesión de cuentacuentos y una obra de teatro. Raúl es quien me lleva a conocer la biblioteca. Se ubica en un lugar extraño, no obstante, completamente estratégico. Es una sala inserta en medio del patio del centro escolar, pero en un segundo piso. Debajo se encuentra un patio de juegos. Raúl me cuenta un poco de esta novel biblioteca. La idea se gestó a mediados del año pasado, en plena pandemia. Un gran desafío por todos los factores que eso implicaba.
La sala estaba abandonada. Supuestamente era la biblioteca, sin embargo, se encontraba en condiciones paupérrimas. Algo que no suele ser casual. Es sabido el abandono que tienen muchas bibliotecas escolares y que su funcionamiento es casi nulo. La primera parte del proyecto sería entonces darle una nueva cara a esta sala. Se limpió, se pintó, se cambiaron las ventanas que tenían rejas a modo de protección, se colocó luminaria y se renovaron los muebles. Incluso se cambió el techo con alta tecnología de seguridad donde se habían encontrado dos balas, situación común en algunos sectores del país. Una completa remodelación con un objetivo claro: invitar a la comunidad a leer.
La comunidad se encontraba reticente al proyecto. Para muchos adultos era solo un proyecto municipal más o una ayuda de privados que terminaría en nada. No obstante, la colaboración del director de la escuela César Gutiérrez ha cambiado la mirada de muchos padres, madres y vecinos. La biblioteca tiene un doble funcionamiento: de lunes a viernes hace las veces de biblioteca escolar y fines de semana de biblioteca comunitaria. El cruce de ambas es evidente. Estudiantes y sus familias son los partícipes de las actividades de los sábados, por ejemplo. Además, el director visita la biblioteca los fines de semana que se realizan actividades, lo que ha sido un apoyo fundamental para el programa de incentivo a la lectura.
La colección de libros consta por el momento de donaciones. Algunos libros ya estaban y otros fueron donados por otras bibliotecas. Además, hay una recopilación importante de la editorial Amanuta. Es una buena colección, en general, pero tiene un número reducido de títulos. La segunda parte del programa consta de la implementación bibliográfica. Para esto, y considerando que la biblioteca es de carácter comunitario, el director de la escuela está realizando trabajo en terreno, haciendo la consulta a estudiantes y sus familias sobre qué les gusta o les gustaría leer. Esta estrategia además se ha extendido a toda la población, visitando por varios fines de semana las ferias libres para que vecinas y vecinos también puedan participar. Esta consulta ciudadana sería fundamental no solo para implementar la nueva colección bibliográfica, sino para invitar desde ya a todas y todos.
La biblioteca tiene un doble funcionamiento: de lunes a viernes hace las veces de biblioteca escolar y fines de semana de biblioteca comunitaria.
Algo está pasando
Al ingresar a la biblioteca la sesión de cuentacuentos ya había comenzado. Unos cinco niños de diversas edades junto a sus mamás, asistían a la jornada. En ese grupo está Andrea, una preadolescente que llama la atención por su gran participación en la actividad. Después me contarían que ella es la mejor lectora y quien ha asistido a todas las actividades que se han realizado hasta el momento. La biblioteca fue inaugurada hace solo unos meses, y como ya mencioné hacía bastante frío, lo que me hizo pensar que no habría una mayor concurrencia. Voluntarias de la Casa del Cuento se lucían con sus lecturas de libros álbum y kamishibai. Poco a poco, fueron llegando más y más niños. Papás y mamás también se sentaban a escuchar y disfrutar.
El lema de la biblioteca es la lectura como felicidad, jamás una obligación, tal vez parafraseando a Jorge Luis Borges. El escritor argentino señala en una entrevista que la lectura no debe ser obligatoria, y hace referencia a la felicidad obligatoria. Y es que así está pensado este espacio. Desde que se entra al patio del colegio, sabemos dónde está la biblioteca. Una de las paredes se encuentra decorada con unos libros gigantes, que cubren todo el muro y que exhiben en sus lomos títulos de grandes clásicos de la literatura latinoamericana y universal. Para nadie la biblioteca pasa desapercibida.
Y para nadie tampoco es indiferente lo que ocurre al interior. Tal como dice el lema, pareciera que la felicidad abunda, las risas de niñas y niños van creciendo, una por los cuentos leídos por las cuentacuentos, dos por sus gestos y tonos de voz. Los que eran cinco niños en un inicio, ya son más de una decena. Me cuentan que tienen preparada una sorpresa a Andrea, que ese día cumple trece años y decidió celebrar en la biblioteca.
Terminada la sesión de cuentacuentos, me invitan a pasar al auditorio de la escuela. Nos espera una doble función de la compañía Comedia del Arte Chile, que hace representaciones clásicas mezcladas con lo contemporáneo haciendo referencia a la Commedia dell’ Arte, género teatral proveniente de Italia de mediados siglo XVI y que se caracteriza por la improvisación y la puesta en escena callejera. El anfiteatro estaba medianamente lleno, pero alcancé a contar a más de treinta personas entre niños y adultos, lo que dejaba por el suelo mi hipótesis inicial sobre la asistencia a pesar del frío.
Hacer comunidad
Andrea es la mejor lectora de la Biblioteca territorial El Castillo, asegura Raúl. Cuando conversamos al inicio de la jornada, una de las cosas que me señaló, fue que le tenían una sorpresa a la cumpleañera. Nada grandilocuente. Un regalo y una torta. Cantar cumpleaños feliz junto a su familia. La mamá de Andrea, días antes le había pedido al equipo de la biblioteca si podían darle una sorpresa. La niña había decidido celebrar su cumpleaños con las actividades de ese día, cuentacuentos y obra teatral. Ella se muestra preocupada en todo momento de una de sus hermanas menores. Es cercana a su mamá y siempre está con una sonrisa.
Después de la obra de la Comedia del Arte, acompaño al equipo de la fundación LFC y a Andrea y a su familia de regreso a la biblioteca. También van las cuentacuentos, quienes se hacen cargo de la actividad. Indican que la historia que van a relatar fue escrita hace trece años. Le dedican unas palabras a Andrea, entonan la canción clásica de cumpleaños y se le entrega un simbólico presente: una foto de ella leyendo en la biblioteca.
Esta acción me hace reflexionar no solo en la biblioteca territorial, sino en el valor que tienen todas la bibliotecas a nivel comunitario. Cómo acercar a la comunidad, cómo hacer que una biblioteca sea un espacio de acogida, de vínculo, de cercanía. Acercar la gente a los libros y la lectura. Pero también crear afectos.