Nidia Faúndez viene de Arica y cuenta que su camino editorial con Nifam, así como el de su socia Verónica Yucra, empezó de niña, con los relatos maternos. Aunque su ascendencia es quechua, explica que el 40% de la Región de Arica y Parinacota es indígena y predominantemente aymara. Junto a Verónica empezaron en pandemia con la publicación de Cuentos tradicionales andinos para niños y niñas (Nifam, 2019) y Cuentos andinos para niños y niñas (Nifam, 2020), con los que buscaban rescatar cuentos ancestrales, pero también crear cuentos andinos de pueblos originarios y continuar con el trabajo pedagógico de enseñar lengua aymara de manera distinta que hacían antes de crear la editorial Nifam. Su material es bilingüe y es parte del Plan Lector de Arica y Parinacota, pero también está presente en colegios donde no es obligatorio.
Veranada es una editorial de Valparaíso. Marilen Llancaqueo, su fundadora, dueña de la Librería Crisis y autora de ¡Las historias de Kiñe Rupa! (Veranada, Pehuén y CIIR, 2022), basado en la serie de televisión Kiñe Rupa, contó en el conversatorio «Ediciones indígenas para pequeños lectores» que se identifica con el movimiento mapuche contemporáneo, que busca reivindicar las autorías indígenas: «Queremos contar nuestras historias a nuestra pinta». Históricamente se han visibilizado más las temáticas indígenas por sobre sus autorías, dice, pero que no reconocen territorios y homogeneizan el relato.
«Queremos morenizarlo todo; disputar el espacio de representación en las industrias culturales», dice Marilen, quien defiende que desde sus autorías originarias pueden escribir de lo que se les dé la gana y no van a dejar de ser indígenas. «Ser mapuche también es divertido», declara para sostener la necesidad de poner contemporaneidad en las historias, que se conecten desde lo lúdico. Su libro no es bilingüe sino que escoge hablar en champurria, porque así hablan en la casa y la idea es transmitir ese universo. «La dulzura, ternura, amor. Eso también es político».
Damsi Figueroa Verdugo y Noelia Figueroa Burdiles empezaron a trabajar juntas alrededor del año 2005, y en 2013 formalizaron la creación de Amukan Editorial Itinerante. Amukan significa «en viaje»; Damsi es poeta y doctora en Literatura, y Noelia es diseñadora editorial, escritora y doctora en Estudios Interculturales. «No hay una forma única para entender el libro infantil intercultural; nos gusta mucho movernos, desplazarnos de distintos territorios y trabajar como editorial haciendo un servicio a las comunidades. Por ejemplo, el archipiélago de Juan Fernández, que nunca había tenido un libro escrito por ellos mismos». Así nació la residencia que hicieron el año 2015 con niñas y niños del Colegio Insular Robinson Crusoe, que culminó con la creación de un libro colectivo que aborda la memoria cultural del lugar: Archipiélago Juan Fernández. Visiones creativas desde el Colegio Robinson Crusoe (Amukan, 2016).
En 2016 y 2018 publicaron ediciones de Chiway Antü, revista ilustrada creada colectivamente por niñas, niños y jóvenes de Chiguayante quienes crearon cuentos, poemas y dibujos inspirándose en su entorno natural como el cerro Manquimávida y el río Biobío. El libro álbum Kimeltuwün. Educación mapuche para niñas y niños de Tirúa (2006) fue el resultado de una investigación participativa con Kimche de cuatro Lof de esa localidad. Además de estos títulos enmarcados en su línea de Diversidad Biocultural, también tienen publicaciones infantiles de creación propia, como Poemonitos. Cuaderno lúdico de poesía (2021).
La representación intercultural en libros no solo se refiere a los textos y temas, sino que también a las autorías e imágenes de sus ilustraciones. Camila Peñeipil es mapuche, estudió diseño gráfico y vive en Santiago, aunque su familia es originaria de Valdivia y de Chiloé. «Para dedicarse a ser ilustrador intercultural es importante saber qué estás representando», dijo en el conversatorio. ¿Cómo ilustrar libros indígenas e interculturales? Su investigación empieza por el territorio: «son los colores, los símbolos, es un universo». Un ilustrador es un comunicador, destaca, que transmite las experiencias de primera fuente a través de colores e imágenes. También hay una labor pedagógica, piensa, para personas del pueblo mapuche que se han criado fuera de sus territorios, como ella. La representación es fundamental para evitar folclorizar y a la vez ser capaz de fundamentar, por ejemplo, por qué es necesario que una de sus protagonistas tenga dos trenzas.
Lía Gálvez viene de la Sexta Región, pero trabajó en Caleta Tortel, donde «todavía están vivas las creencias, la identidad es muy potente. A pesar de ser un pueblo colonizado, estaba todo muy vigente». Ella destaca que «estas instancias que existen ahora, no existían cuando éramos más chicas. Ahora hay mucho material: libros, asignatura de interculturalidad». Aún así, aclara, «la información es desde la mirada colonialista, no hay tanta información levantada desde los pueblos». Es autora de La muerte de los muertos (Apaga ediciones, 2018), una novela gráfica inspirada en La amortajada, de María Luisa Bombal, trabaja con una investigadora de Coyhaique que es antropóloga, para ser más certera en sus representaciones y poder ilustrar, por ejemplo, que los chonos no usaban vestimentas. «Su color de piel, su textura, todo tiene que ser de una forma».
Kiyen Clavería Aguas es ilustradora —y tatuadora— huilliche. Viene desde Osorno, donde a los 15 años empezó con grafiti y, desde la autogestión, siguió aprendiendo y dedicándose a distintas disciplinas que tienen que ver con el dibujo, hasta llegar a la divulgación científica del territorio en que habita. «Mis primeras configuraciones de la realidad eran los símbolos», cuenta. Su lenguaje tiene que ver con «comprender desde una parte sensorial, no intelectual».
Algunas de las publicaciones en las que ha trabajado son Crisis hídrica en Chiloé (Editorial Ulagos, 2024), Salud colectiva desde el sur y Una memoria sin testamento (RIL Editores y Editorial Universidad de Los Lagos, 2020) y Chillka Nemül’ Mapuche Williche. Diccionario básico ilustrado de Che süngun (Wenu Leufu Ediciones, 2023) y Comunicación y resistencias contra las amenazas mineras en la Fütawillimapu (Colectivo Editorial Mapuexpress, 2024).
«Para poder expresar un paisaje hay que estar en el paisaje; hay que oler, hay que mirar la nube, todo. La experiencia es muy importante», dice Kiyen. La imagen es algo que viaja muy rápido, afirma, por eso es importante que el mensaje visual tenga coherencia con el lugar que se representa: «Nuestra resistencia tiene que ver con esas particularidades ínfimas que hay en pequeñas cosas del lugar».