Struwwelpeter, considerado un libro clásico de la literatura infantil alemana, tiene su museo en el centro de Frankfurt del Meno, ciudad natal de su autor, el médico Heinrich Hoffmann (1809-1894). El museo, fundado en 1977, abrió sus puertas en este lugar el año 2019, en una gran casona de tres pisos, muy cerca de la catedral medieval de la ciudad.
Al aproximarse al museo, se pueden ver algunos de los personajes de los distintos relatos del libro asomarse por las ventanas. En la entrada principal, por supuesto, está Struwwelpeter —o Pedro Melenas en español—, que con esta rima enseña a niñas y niños a cortarse el pelo y las uñas: «Aquí está, niñas y niños, / vean bien a Pedro Melenas. / Por no cortarse las uñas, / le crecieron diez pezuñas, / y hace más de un año entero, / que no ha visto al peluquero. / ¡Qué horroroso! ¡Uy, qué miedo! / ¡Encontrármelo, no quiero!».
En el primer piso del museo está la tienda, que ofrece no solo Struwwelpeter en diversos idiomas, sino que también todo tipo de productos relacionados con este personaje, como llaveros, postales, peluches y hasta un licor. El museo está dirigido sobre todo al público infantil, pero también al público adulto. «Struwwelpeter es muy conocido por todas las edades en Alemania —confirma en la entrada la recepcionista—. Pero sus lectores están divididos entre quienes lo aman y quienes lo odian». El segundo piso contiene la exposición permanente y el tercero alberga exposiciones temporales, junto a un gran espacio con actividades para niñas y niños.
Que Struwwelpeter sea amado u odiado se debe a la violencia presente en los relatos del libro, algo propio del siglo XIX en la literatura infantil (es el caso también de varios de los cuentos de hadas de los hermanos Grimm y de Hans Christian Andersen), y a la crueldad con la que son castigados los personajes infantiles que transgreden las normas de los adultos.
Entre los personajes de las diez narraciones en rimas de Hoffmann, además de Pedro Melenas, que está en la portada y da nombre al libro, está Federico el Cruel, niño que maltrata a personas, insectos y animales, hasta que es mordido por un perro que se defiende; y Juan Babieca, que por despistado cae a un río. Aunque los finales más dramáticos son para Gaspar el Melindroso, que se rehúsa a tomar la sopa y así adelgaza hasta morir desnutrido; y Paulina, quien por jugar con una caja de fósforos, muere quemada. «La niña, qué gran tristeza, ardió de pies a cabeza», leemos sobre ella.
Struwwelpeter probablemente no sea hoy recomendable para niños de 3 a 6 años, que era el público al que apuntaba su autor, pero adultos y niños mayores seguro encontrarán divertidas estas historias por sus exagerados desenlaces y apreciarán las ilustraciones, que convierten a este libro en un pionero de la literatura infantil ilustrada y de las historietas.
Defensores de los animales disfrutarán particularmente la historia del Cazador desalmado, al que una liebre le roba su escopeta y le dispara. Y es destacable también que Hoffman se enfrente a la discriminación. Tres niños blancos que se burlan de otro por ser negro, son castigados por San Nicolás, patrón de la infancia, quien los sumerge en un gran frasco de tinta negra. Quienes indudablemente disfrutaron estas narraciones, fueron los norteamericanos Edward Gorey y Tim Burton, autores ellos también de historias en rimas sobre niñas y niños desgraciados.
Una historia de Navidad
El Museo de Struwwelpeter tiene todos los textos de la exposición en alemán. Quien no hable el idioma, deberá descargar una aplicación del museo, también disponible en español, para entender lo expuesto en las vitrinas. Es a través de auriculares, por lo tanto, que muchos turistas conocen el origen del libro: en la Navidad de 1844, el médico y psiquiatra alemán Heinrich Hoffmann busca un libro ilustrado para regalarle a su hijo de tres años. Como no encuentra nada, ya que todos los libros infantiles disponibles le parecen aburridos, decide él mismo escribirlo e ilustrarlo. Tiene algunos personajes ya en mente, porque como médico suele inventar historias a niñas y niños enfermos. Una vez que lo termina, lo regala en Navidad y a su hijo le encanta.
Poco después, Hoffmann le muestra su obra a un amigo editor, quien lo publica en 1845 y se convierte inmediatamente en un éxito de ventas. El éxito de Struwwelpeter queda claro en el museo por las numerosas ediciones en exhibición, que comenzaron a publicarse en distintas lenguas y lugares, en vida del autor (la Universidad Goethe ha digitalizado varias de ellas, como la edición especial número 200, cuando ya era un éxito). La edición más conocida es la de 1861, por lo que resulta interesante ver la primera, publicada con un seudónimo por Hoffman, con otro título (Historias muy divertidas y estampas aún más graciosas), otras ilustraciones y menos narraciones.
Muestras del éxito del libro son también un juego de mesa, pinturas de niñas y niños junto al libro —algo que se convirtió en una moda en el siglo XIX—, y hasta una película, lanzada en 1955. La celebridad que alcanzó en la época Hoffmann, por otro lado, queda clara en el museo, entre otras cosas, por su encuentro con el emperador alemán Guillermo I, quien visitó Frankfurt en 1877 y pidió conocerlo, y por un especial regalo que recibió del zar Alejandro II de Rusia: finas cucharas de vodka.
En 1925, año en el que entra al dominio público, Struwwelpeter evolucionó de formas insospechadas por el autor. Aparecieron nuevas versiones con ilustraciones que buscaron ajustarse a los nuevos gustos y su protagonista, una figura ya popular en toda Europa, es usado para hacer sátira política. Una de las sátiras expuestas en el museo es Struwwelhitler, que se publica en un periódico inglés durante la Segunda Guerra Mundial y luego es comercializado como libro. «Miren, ahí lo tienen parado, / con manos y pelo engrasado. / Gotas de sangre caen horribles, / y en sus dedos son visibles», se lee sobre este personaje, que muestra a Hitler.
Ediciones en español
Hoffmann hizo un total de cinco libros infantiles, también con narraciones en rimas y sus propias ilustraciones, pero ninguno tuvo el éxito de Struwwelpeter, que se ha traducido a numerosos idiomas, incluso el esperanto. En español, ha sido traducido con el título de Pedro el Desgreñado, pero sobre todo como Pedro Melenas.
La editorial madrileña Impedimenta publicó el año 2015 Pedro Melenas y compañía. Es una reedición en español del libro original, que cuenta además con diez nuevas historias creadas por reconocidos ilustradores contemporáneos españoles. En Chile, donde Struwwelpeter no ha sido muy conocido, como en general no lo ha sido en América Latina, el año 2021 la editorial Libros del Cardo publicó Pedro Melenas bajo su colección infantil y juvenil. Es una versión editada y traducida por la poeta chilena Gladys González, que reproduce a color las ilustraciones de Hoffmann.
En un conversatorio virtual sobre Pedro Melenas, organizado por el Bibliometro de Valparaíso, comentó González: «Es un clásico universal, que apenas estaba disponible en español, excepto en ediciones muy caras. Es un libro difícil y políticamente incorrecto, que juega con el humor negro, pero que habla de varias cosas interesantes. Está el amor a los animales y a la naturaleza, y también el racismo. Ahí está también su valor. Y es valioso también por la influencia que tuvo, como en Maurice Sendak, que le hizo un homenaje a Struwwelpeter en una página de Donde viven los monstruos. Dudé publicarlo al principio, pero luego me convencí de que era necesario». Struwwelpeter, a 140 años de su nacimiento, permanece desafiante.