«¿Se puede morir dos veces en una vida?», se preguntaba la protagonista de Inacabada (Alfaguara, 2023) mientras realizaba un viaje a Nueva York junto a su madre, una instancia en la que esperaba por fin romper el muro que se había instalado entre ambas y conversar sobre el proceso de tránsito de género que estaba viviendo. Se trata de una ficción, sin embargo, posee toques autobiográficos de su autora, Ariel Florencia Richards quien, después de 37 años de vida, comenzó a desmontar la identidad masculina que la había acompañado hasta entonces, y pronunció ante su terapeuta las palabras que marcarían ese cambio: soy mujer.
Esta es la primera novela que publica con el nombre de Ariel, sin embargo, años antes había comenzado su carrera literaria con las obras Trasantlántico (Editorial Cuneta, 2015) y Las olas son las mismas (Los Libros de la Mujer Rota, 2016). En 2023 con Inacabada explora la relación entre madre e hija a través de un relato íntimo, repleto de recuerdos, reflexiones y todos aquellos silencios que se intercalan entre sus protagonistas, permitiendo que el lector se sumerja en una atmósfera que se debate entre el duelo y la esperanza.
Haciendo eco de su trabajo como investigadora de Artes Visuales, la autora incorpora numerosas referencias a obras inconclusas o que hacen guiños a la idea de continuidad, como un paralelo del tránsito que vive la protagonista, ofreciendo a través de ello una mirada a momentos poética y tremendamente emotiva. Una historia llena de sutilezas que, como sugiere su título, no parece tener un comienzo ni un final delimitado, sino que ofrece un espacio de tiempo en el que los sentimientos de sus personajes se perciben como un continuo vaivén de cosas aún no dichas.
«Dejar de nombrarse como el hijo de M era reconocer la pérdida. Y así, todo el viaje era una despedida. Por eso, quizás, M creía que expresar su dolor en palabras le estaba prohibido», reflexiona Juana, personaje principal de Inacabada ante las evasivas de su progenitora, un silencio que tensiona la relación entre ambas, manteniendo el debate interno respecto a cuándo es el momento para abrir el diálogo y permitiéndonos entrever el duelo no verbalizado de la madre.

Ariel Richards ha comentado que, si bien para ella el tránsito no ha significado un duelo, sino una aproximación a quien realmente es, sí ha comprendido que en el caso de la madre puede sentirse de esa manera, y es ello lo que aborda en su novela. «Lo difícil era respetar el tiempo que una madre se puede tomar en asumir el tránsito de su hija o hijo» explicó en entrevista con El Mercurio.
En Inacabada no solo está el valor testimonial respecto a la experiencia de tránsito, sino la sensibilidad para plasmar las emociones, miedos y distancias que surgen ante la dificultad para comunicarse con un ser querido. Pequeños gestos y diálogos en apariencia cotidianos adquieren una nueva dimensión que va forjando el tira y afloja entre sus personajes a lo largo de 160 páginas, con un relato que se desarrolla entre las calles de Nueva York, la habitación de un hotel, algunos museos y muchos recuerdos. Si bien la historia de Juana es una ficción, la experiencia de tránsito de Ariel Richards permea la escritura y, tal como indica en el prólogo del libro, esta obra viene a continuar otros escritos que fue modificando con el tiempo y, en sus palabras, «recoge las huellas de esos manuscritos pasados, del mismo modo que a veces reconozco en mí las ruinas de la persona que fui antes de transitar».

