Libros sobre la dictadura en Chile hay muchos y variados. Investigación periodística, novelas, poesía, cuentos, ensayos de ciencias sociales, informes, incluso archivos oficiales desclasificados (no chilenos). Tanto así, que hemos llegado a catalogar nuestra producción literaria en relación a este período. Y es que no hay lenguaje que logre abarcar lo complejo de ese momento, el dolor causado y el horror vivido. Existen tantas historias como personas que habitaron esa herida, cada una desde su realidad. Las aristas se amplían a medida que el tiempo pasa y la memoria se vuelve selecta. Elige recordar.
El año 2009, Fátima Sime (Santiago, 1958) publica la novela Carne de perra (LOM Ediciones) y el 2013 el libro de cuentos Noticias sobre ti misma (Premio Mejor Obra Literaria 2014). Carne de perra, su debut literario, recibe elogios de la crítica y es reconocido en el Premio Municipal de Literatura 2010. Patricia Espinoza, Tal Pinto y Álvaro Bisama, entre otros, destacaron en esos años la importancia de su pluma. Y es que Sime se adentra en la complejidad de la psiquis postrauma para indagar, sin juicios, en las secuelas del abuso.
La historia, en simple (y sin spoilers), nos cuenta del encuentro, largo tiempo después, entre una mujer torturada y su torturador. Ya Ariel Dorfman había abordado esta situación en su obra La muerte y la doncella ―llevada al cine magistralmente por Roman Polanski y protagonizada con maestría por Sigourney Weaver―, pero desde la perspectiva de la venganza. En esta novela, por el contrario, recientemente reeditada por Editorial Cuneta, enfermera y paciente, presente y pasado se van intercalando, trenzando la historia de tal manera que la protagonista se va configurando en la mente del lector en toda su dimensión, mucho más allá del deseo de venganza.
María Rosa es una mujer de rutinas, solitaria. Va de su trabajo en la Posta Central a su departamento en Torres San Borja. Rara vez rompe el ciclo, pocas veces come. A veces conversa con los taxistas de la esquina. No se lleva bien con sus colegas. Las cicatrices en su rostro intimidan, hablan de un pasado que prefiere callar. Hasta que llega el Príncipe.
Mediante una escritura que no elude lo explícito, Fátima Sime es capaz de plasmar entre líneas la manipulación sicológica y las formas que tiene el ser humano de sobrellevarla. ¿Cuánto somos capaces de aguantar? ¿De qué forma nuestro cuerpo reacciona ante el imperativo de la sobrevivencia? La flaca Alejandra (1994), documental de Carmen Castillo que se encuentra en YouTube, en que entrevista a Marcia Merino, puede dar luces sobre los recovecos de la mente, indagando en los límites a los que podemos llegar bajo situaciones extremas.
«En alguna parte leí que hay cosas más allá del mundo de las formas, de los relieves. Total qué importa, pensé. Basta que un barco se desvíe en dos grados para que cambie el destino final». María Rosa, la protagonista, se nos presenta como ese barco que cambia en dos grados su rumbo. Abandona el mundo desde el cual zarpa y atraca en el único puerto que la violencia le ofrece como destino, como si de una tragedia clásica se tratara. En el encierro, los libros parecen ser un escape posible al abuso, pero la ruta está trazada. La soledad de dos seres, aislados o confinados a una relación de dependencia enfermiza, en que la ficción confunde a víctima y victimario, no ante el lector, sino ante el espejo de ellos mismos.
Una mujer fragmentada, hecha de retazos de su pasado, como bien nos muestra la portada de esta nueva edición, realizada por Valeria Artigas, en la que vemos un collage con elementos que, una vez leída la novela, cobran un sentido perverso. Un título duro, seco. Carne de perra. Que nos anticipa también el tono de esta escritura urgente, desbordante y lejos de encasillamientos. Una edición cuidada para un texto que ya no se encontraba disponible, a pesar de su ineludible importancia, porque nos interpela desde el género, desde la memoria y desde el olvido. Porque obliga a quien lee a ponerse en los zapatos (regalados por el Príncipe), en el vestido (regalado por el Príncipe) y en la vida (regalada por el Príncipe) de todas aquellas que sufrieron violencia sexual de parte de quienes habían jurado proteger y servir a nuestro país.
Fátima Sime, en esta novela, nos interpela y trae al presente una herida que no ha cicatrizado, porque aún hay voces que ante la vergüenza han optado por el silencio. Tal vez ahí radica el gesto editorial de esta reedición, recordarnos que el horror se queda en la piel y que puede seguir marcando por largo tiempo. Que las heridas sanen no quiere decir que no siguen ahí sus marcas. Y que el silencio continúa amplificando el eco de las palabras que se atreven a ser dichas.